El Amor de Ariel

CAPÍTULO 29

FLORENCIA, ITALIA

ARIEL

 

Alessia no me dice nada en todo el camino de regreso a casa y le doy su espacio, pasamos por esto con la muerte de Dani y aunque ella sabe que yo estoy aquí, también la dejo procesar las cosas y acercarse cuando se sienta lista para hablar.

A veces creemos que por ser niños podemos hostigarlos y obligarlos a hablar con nosotros, cuando en realidad con esas acciones solo logramos todo lo contrario. Hay que hablarles suave con la verdad y darles su espacio de calma.

Cuando llegamos a casa ella se baja corriendo y se me hace un nudo en la garganta porque esto me remueve un montón de sentimientos. Tristeza, rabia, decepción, dolor. Mis ojos pican y tomo varias respiraciones antes de bajarme del auto.

—¿Qué pasó? Tu madre está con ella. —Me recibe papá y camino hasta él para abrazarlo y dejar salir las lágrimas—. Aquí estoy, hijo, lo que sea que pase lo resolveremos como la familia que somos.

—Pilar hizo una escena en la escuela, le dijo a Alessia que siempre fuimos amantes, que engañamos a su mamá y que Mare solo quiere dinero, ¿puedes creerlo, papá? Noté en sus ojitos la decepción, el dolor y cuando me dijo que quería a su mami a mí se me rompió el corazón otra vez como aquel día. —confieso y papá frota mi espalda.

—¡Por Dios! ¿En qué estaba pensando esa mujer? ¿Se volvió loca?

—No lo sé, papá, jamás pensé albergar odio por nadie hasta hoy, Pilar está retenida y esto tiene que acabarse. No puede seguir lastimando a mi hija por estar de resentida. —exhalo con pesar y papá se separa para palmear mi mejilla.

—¿Necesitas que te acompañe?

—No, prefiero que mamá y tú se queden con Alessia, por favor, ella por el momento no quiere hablar conmigo y le doy su espacio a que se calme.

—Está bien, ve con cuidado, hijo. —Papá me abraza una vez más.

—Iré a decirle a Ale que voy a salir.

Camino hasta su cuarto y me detengo un segundo al escuchar su voz.

—Yo sé que mi papi no me dice mentiras, pero dolió mucho lo que esa mujer mala dijo porque me hizo extrañar los abrazos de mi mami. —admite y quiero llorar otra vez—. Me duele porque yo amaba a mi tía y me decepcionó, ¿por qué los adultos se vuelven malos? Mi mami nunca fue mala.

—No, mi amor, tu mami no era mala, era una mujer grandiosa y te amaba mucho. A veces los adultos hacen cosas por envidia, por celos, por ira, son sentimientos muy fuertes que si nos dejamos dominar podemos hacer cosas muy malas, así como Pilar. —le explica mamá.

—Está enamorada de papá y como mi papi está con Mare, ella se puso loca, ¿es eso? —cuestiona mi hija.

—Algo así, aunque no estoy en la cabeza de Pilar para afirmar al cien eso, pero es lo que parece.

Solo hasta ese momento es cuando recuerdo que Dani una vez me contó que ella y Pilar de adolescentes peleaban mucho y que ella creía que Pilar le tenía envidia, pero luego un día las peleas cesaron y ellas se hicieron las supuestas mejores amigas. Y ahora digo supuestas porque ya sé que Pilar nunca dejó de envidiar a su hermana.

Toco la puerta antes de asomar mi cabeza al cuarto y los ojos de mi hija se fija en mí. Ella está acostada con mamá a su lado y están tomadas de la mano.

—Te amo, hija, te amo muchísimo. Sé que estás triste y molesta y necesitas tu espacio para calmarte, solo quería que supieras que voy a salir un momento y regreso. Hablaré con Pilar respecto a lo sucedido, ¿bueno? —le explico.

—¡No quiero verla nunca más! —exclama y me acerco a la cama.

—Lo sé, hija, créeme que después de esto yo tampoco, pero hay que aclarar algunas cosas, ¿bueno? Te amo muchísimo, regreso rápido, ¿está bien?

Doy un paso para salir, pero ella sujeta mi mano y se ha sentado en la cama, me mira fijamente con sus ojitos llenos de lágrimas y no puedo contener mi instinto de alzarla, sostenerla y abrazarla con fuerza, ella se aferra a mí y vuelve a llorar.

—La extraño, papi.

—Ya sé, yo también, hija, pero ella cuida de ti siempre, lamento mucho las mentiras que dijo Pilar para lastimarte, no es justo y lo hizo precisamente para lastimar y llamar la atención, pero eso se acaba hoy. Te lo prometo.

—Ninguna de mis otras tías es así nunca, papi.

—Todos somos diferentes y crecimos diferente, hablemos un momento, hija. —Me siento con ella en brazos y la acomodo en mis piernas, acaricio su cabello y se recuesta de mi pecho unos segundos.

—¿Me das agua, abuela, por favor? —Pide.

—Claro que sí, mi amor, ya regreso.

Mamá deja un beso en ambos antes de salir del cuarto, Alessia me mira a la espera de respuestas.

—¿Recuerdas que mami te contó que sus papás estaban en el cielo? —asiente—. Bueno, no fue fácil para ellas no tener a sus padres, la diferencia radica en que tu mamá decidió dar lo mejor y vivir una vida plena sin compararse con nadie ni compitiendo con nadie más, a diferencia de Pilar que parece albergaba resentimiento por su hermana y su éxito en algunos aspectos de su vida.

—¿Cómo cuando se enamoró de ti? —pregunta y muevo mi cabeza en afirmación—. Eres el mejor, por eso Mare y Rafita te quieren, yo sé que ellos no son malos, papi, yo lo siento y Clari me lo dijo también.




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