El Amor de Ariel

CAPÍTULO 30

FLORENCIA, ITALIA

MARENA

 

Ariel me ha dicho que necesita hablar de algo importante conmigo y sus mensajes me dejaron un poco ansiosa porque parece serio y me pone nerviosa lo que pueda estar sucediendo. No sé si vamos a salir o hablaremos aquí, igual me arreglo porque hoy precisamente está Luciano cocinando para comer todos juntos. Debo admitir que el hombre es un encanto, se nota que adora a Bruna y ella está muy colada por él. Me da tanto gusto por mi amiga, ella merece lo mejor del mundo después de todo lo horrible que tuvo que pasar, es impresionante lo resiliente que ha sido y cómo ahora con Yahir y Luciano tiene un nuevo resurgir.

Me miro al espejo con un jean azul sencillo y blusa blanca un poco ajustada que me regaló Bruna y me siento rara porque me siento expuesta, pero a la vez lo que veo en el espejo creo que me gusta. Debería acostumbrarme a mostrar un poco más, ¿por qué no? Digo, Ariel es diferente y siempre está halagándome y haciéndome sentir como la mujer más especial de todas. ¡Y ni hablar de la intimidad! ¡Lo mejor de mi vida, por mucho!

Me abanico al sentir un poco de calor cuando recuerdo lo bien que se siente estar entre sus brazos y como las sensaciones son tan sublimes y explosivas que quisiera no dejar de sentirlas un día de mi vida. De no haber tantas responsabilidades entre nosotros, estaríamos desnudos todo el día y todos los días. Aunque eso no me molestaría, ¿verdad? Dice Bruna que tengo años que compensar y tal vez tenga razón.

«¡Basta! Controla esas hormonas, Marena. Bájale dos a tu calentura de adolescente tardía», me recrimino mentalmente y sacudo la cabeza.

Me observo una vez más antes de colocarme el pañuelo, mi cabeza no se ve tan mal, ¿cierto? Ariel me ha visto sin pañuelo y dice que soy hermosa, mi hijo dice que soy la mami más bella. ¿Por qué yo misma no me lo puedo creer? Suspiro y cubro mi cabeza una vez más, creo que todavía no estoy lista para andar lo suficientemente cómoda sin mi pañuelo. Es como mi objeto de seguridad.

Salgo del cuarto y me detengo antes de llegar a la cocina para ver a Bruna embelesada observando cómo Luciano tiene a Rafa de pie en la silla enseñándole a batir los huevos y Pipo está acostado al lado de Bruna mientras juega con su hueso.

—¿Po qué quecen? —pregunta mi hijo.

—Al batirlos se genera aire en las partículas del huevo y por eso aumenta su volumen y salen esas burbujitas. —explica Luciano.

—Ooohhhh, gusta eso. Tía Buna, pegunta.

—Dime, Rafa.

—Si tú escogiste a tu bebé, ¿los bebés podemos escogé a los papis? —Parpadeo sorprendida por esa pregunta de mi hijo.

—En algunos casos sí, cuando los padres se separan y tienen parejas nuevas y esas personas te quieren y tú los quieres, pueden ser tu papi o tu mami. ¿Por qué la pregunta?

—Yo sabé si doto dojo puede sé mi papi. —expresa con toda su inocencia y me trago el nudo que se forma en mi garganta.

—A él le encantaría, te adora, pero tienes que hablarlo con tu mami porque ella es su pareja. —interviene Luciano y mi hijo le sonríe.

—Son novios como ustedes. —replica mi hijo, ellos se miran en complicidad y sonríen.

Yo decido salir de mi lugar y acercarme hasta ellos.

—Buenas noches, ¿de qué hablamos? Todo huele rico por aquí.

—¡Uy, amiga, qué bella! —Silba Bruna.

—Mami, Luano me enseña a batí huevos, dice que hademos una tata salada. —Mi hijo tiene una enorme sonrisa.

—Eso suena muy rico y tu ayuda es muy importante, mi amor.

—Sí, Rafa, eres un gran ayudante, gracias. —Luciano le acaricia el cabello.

—Mi niña achul dice que yo puedo sé lo que quieda, yo toy chitito todavía, a mí gustan muchas cosas. ¿Cómo se escoge? —pregunta, paseando su mirada por los tres.

—Tienes razón al decir que estás pequeño todavía, mi amor, a medida que crezcas y juegues y veas cosas, vas a ir encontrando lo que te gusta.

—Ah, bene, hoy gusta cociná. —dice como si nada y me acerco para dejar un beso en su cabeza.

—Te amo, hijo.

—Amo mucho, mami. Ustedes tambén amo, especial mi tía Buna, es la mejó tía del mundo.

Mi amiga se derrite por completo ante las dulces palabras de mi hijo y sus ojos se cristalizan antes de levantarse para abrazar a Rafa y llenarlo de sonoros besos que lo hacen reír.

Me sobresalta el sonido del timbre y voy rápidamente a abrir, encontrándome con Ariel y Alessia que se abraza a mis piernas y yo me inclino para abrazarla también.

—Te quiero, Mare, tú eres buena. —balbucea y dejo un beso en su cabeza.

—Gracias, Ale, yo también te quiero mucho, ¿estás bien? —sujeto su rostro y sus ojos azules se ven algo apagados.

—Mi tía ya no es mi tía, es una mujer muy mala, me dijo muchas mentiras que me dolieron y yo ya no la quiero nunca más. —Miro a Ariel que mueve su cabeza en afirmación y me duele por Ale porque evidentemente esto le afecta mucho. Me agacho frente a ella y tomo sus manos.




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