El Amor de Ariel

CAPÍTULO 32

FLORENCIA, ITALIA

ARIEL

 

Después de los últimos eventos, he decidido organizar una salida en familia, porque sí, Rafa es mi hijo ahora. Pidió llamarme papá, Mare accedió y yo estoy encantado al respecto, se siente maravillosamente bien que Rafa me considere como su papá y he prometido honrar eso y ser una figura sana para él. Estuvimos con mi papá comprando trajes de baño y admito que fue un día maravilloso, Rafa es un niño increíble con un corazón gigantesco.

—¿Ya nos vamos, papi? —Ale viene corriendo con su bolso en la espalda y sonrío al verla con sus lentes de sol de moldura blanca.

—Sí, ¿tus abuelos están listos?

—Sí, están dándose besitos en la cocina, ¿nos vamos?

—Sí, vamos, ¡estás hermosa, hija!

—¡Gracias, papi! La tía Caeli me regaló mi traje de baño y vestido, ¿gusta? —Da una vuelta en ese vestido rojo de flores blancas y sonreír es inevitable. Cada día se parece más a su mamá con mi cabello rojo.

—Te ves preciosa, hija. Vamos.

Vamos a la cocina para ver a mis padres riendo en complicidad, Ale corre para meterse entre ellos y recibir sus mimos, honestamente, esa relación que tienen ellos es algo que aspiro tener y si pudiera ser con Mare a mi lado, mucho mejor.

—Suerte ya no pueden hacerme otro tío. —canturrea mi hija y papá sacude la cabeza.

—No se lo digas mucho a tu tía Geo porque saca sus ases debajo de la manga que nadie espera.

—Eso podría…

—¡No! —se apresura a responder papá y todos reímos.

La puerta se abre para dar paso a mis hermanas con sus respectivos esposos e hijos, las niñas corren a gritar y abrazarse como si no se hubieran visto en décadas, es algo gracioso y adorable de ver.

—¡Familia, estoy embarazada! —anuncia Caeli así sin anestesia y todos la miramos sorprendidos, Alessandro se ríe y le besa la mejilla.

—Menos mal que lo haríamos sutilmente, amor. —replica su esposo y ella se encoge de hombros.

—Ay, bueno, no creo en eso de esperar a los tres meses ni nada por el estilo, tampoco soy una niña y bueno, después de intentarlo ha llegado nuestro pequeño milagrito y cerramos la fábrica. —declara mi hermana y mamá chilla emocionada antes de abrazarla.

—¡Felicidades, qué emoción! ¡Voy a ser abuela de nuevo!

—¡Queremos otra rojita! —corean las niñas y me acerco a mi cuñado para felicitarlo.

—Sé que lo esperaban, felicidades, hermano. —compartimos un abrazo.

—¿Podrías sacar la cara por los hombres y haber hecho un niño? Por favor y gracias. —completa Massimo, el esposo de mi hermana Valentina, y todos reímos.

—¡Tengo que sacarle el chisme a mi socia! —exclama mamá.

—Tenemos, madre, tenemos. —concuerda mi hermana y me acerco para abrazarla y alzarla un poco.

—Felicidades, Rojita, un rojito o rojita más para la familia. —Ella se guinda de mi cuello y suspira emocionada.

—Estoy muy feliz. —murmura.

—Lo sé. —Me separo y dejo un beso en su frente.

—Yo quero una niña, aunque si es niño también lo amo. —asegura Cassandra.

—Belo, yo. —Gaia estira sus bracitos hacia papá que se derrite y la alza para llenarla de besos que la hacen reír.

Gina y Gaia son una hermosa mezcla de mi hermana Valentina y Massimo, lastimosamente su bisabuelo, el gran Guido Esposito, falleció el día que Gaia nació y fue durísimo para toda la familia recuperarse de ese golpe, en especial para su esposa Eileen, quién es hermana de la mamá de Massimo y eso fue bastante dramático también en su momento, ella y Guido ocultaron su relación durante años y cuando salió a la luz, no fue muy fácil para las hermanas superar esa situación.

—Te amo. —Papá le besa la cabeza a su nieta que suspira con dramatismo y se recuesta de su pecho.

—¿Hiciste galletas con el abuelo? ¡Di que sí! —Gina junta sus manos a mi hija que le sonríe.

—¡Daaahhh claro que hice!

—¡Yeeeiiii! —Ambas se toman de las manos y dan pequeños brinquitos de emoción.

—¿Nos vamos? Bebé y yo necesitamos broncearnos. —pide mi hermana.

Afuera hay un bus pequeño esperándonos y es que somos una familia numerosa, he ahí que siempre hagamos todo a lo grande y cuando nos reunimos todos es una locura, pero me encanta que así sea. También me da seguridad para mi hija, pienso en lo sucedido con Dani y Pilar y como estuvieron solas luego de la muerte de sus padres y con una familia como la nuestra nadie nunca estará solo.

Llegamos por Mare, Rafa, Bruna, Luciano y sí, el pequeño Yahir gracias a un permiso especial y Pipo, por supuesto, no podemos dejarlo sin su día de playa en familia también. Mi prima Manuela con su esposo Salvatore, Clarissa, Agnes y Pepe están con ellos también.

Mare enseguida me da un beso que provoca los silbidos de la familia, pero no puedo evitar notar lo hermosa que luce en ese vestido de lino beige y un pañuelo blanco en su cabeza.

—Estás bellísima, mi Mare.




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