El Amor de Ariel

CAPÍTULO 33

FLORENCIA, ITALIA

MARENA

 

¡Es la operación de Rafa!

¡Y yo estoy que me muero de los nervios!

El doctor Marangoni es un señor muy dulce y enseguida a Rafa le cayó bien y a mí también, viene respaldado por mi suegra y por Ariel, así que por esa parte me quedo un poco más tranquila. Aún así, los nervios me pueden porque cirugía es cirugía y hay anestesia, hay riesgos y mi bebé es pequeño aún.

—Tanquila, mami, yo fuete y todo bien. —asegura mi hijo y observo a Clari y Alessia que parecen pequeños koalas aferradas a mi hijo.

—Te amo, Rafita. —expresa Clari mirando a mi hijo que parece se le ilumina todo el rostro con esas palabras y yo siento que me voy a desmayar.

—Te amo, mi niña achul. —responde mi hijo.

—¡Sin besitos! —Alessia mete la mano entre ellos y solo ese gesto basta para romper el momento y que todos podamos reír para bajar los nervios.

—Oye, Mare, tranquila. Estaremos con él y todo saldrá bien. —asegura mi suegra abrazándome.

—Sí, Mare, mamá, mi hermano y yo estaremos con Rafa, ¿bueno? —agrega Valentina y sonrío.

—Dame beshito, mami. —pide mi hijo y quiero llorar, pero me inclino y lleno su hermoso rostro de besos que lo hacen reír.

—Beshito bela y beshitos tías. —Rafa señala sus mejillas.

—¡Me lo como a besitos a ese niño hermoso, claro que sí!

Entre Bruna, Caeli y Valentina acaparan a mi hijo y Andrés toma mi mano para alejarme un poco de todos.

—Respira, Mare, estamos aquí contigo como la familia que somos. Rafa está en las mejores manos y tengamos fe de que todo saldrá bien.

Miro directo a sus ojos que siempre son fuente de inagotable calma y respiro como me lo ha pedido.

—Estoy muy nerviosa, es mi bebé el que va a cirugía. —suspiro y Andrés apoya sus manos en mis hombros.

—Ya sé, pero Rafa tiene muchas personas que lo aman y lo cuidan, es un ángel y tiene a Dios con sus ojos amorosos en él. —sonrío por sus palabras y tomo otra bocanada de aire.

—Me da miedo, Andrés. —confieso.

—Y es normal, es tu hijo, nuestro nieto, sobrino, tener miedo es normal, pero no dejamos que el miedo nos domine, lo usamos como gasolina para avanzar y superar las situaciones que se nos presentan.

—Tienes razón, Andrés, gracias. —Respiro profundamente una vez más.

—Ya todo está listo, vamos a vestir a Rafa.

Ariel aparece con su uniforme azul oscuro y mis ojos se desvían hacia él, soltando un suspiro porque es el hombre más hermoso de todos.

—¡Papi! —exclama Rafa.

—Voy, campeón, deja le doy un beso a mamá.

—Esa es mi señal para hacerme a un lado y darle un abrazo a mi nieto. —Las palabras de Andrés nos hacen reír.

Ariel deja la bolsa de ropa en el estante y se acerca a mí, dándome una mirada que logra revolucionarme y hacerme sentir como la única en el mundo.

—Te amo, mi Mare.

Suspiro como adolescente con esa declaración y me abrazo a su cuello para darle un beso.

—Te amo, Ariel. —murmuro en medio del beso y une su frente a la mía.

—Yo también tengo algo de nervios, pero vamos a cuidarlo bien.

—Sé que sí, pero mi corazón de madre no deja de preocuparse.

—Yo amo ese corazón de madre y todo de ti.

—¡Basta, no puedes ser tan lindo! —Ariel ríe y deja otro suave beso en mis labios.

—Lo soy. —Me da guiño que me hace reír.

Ariel se acerca a Rafa para abrazarlo y darle un beso y mis hormonas enloquecen al verlo de espaldas en ese uniforme médico que le queda tan bien. Aunque desnudo es una obra de arte, tiene todo tan perfecto que es impresionante y no parece real, pero sé que sí lo es.

—Alguien está pensando en el tío desnudo.

La voz del pequeño Pepe nos hace girar la cabeza a todos y él viene con su hermanita y Manuela, las miradas recaen en mí y quiero que me trague la tierra.

—Yo también solía pensar en Ariel sin ropa, pero ya no lo hago. —confiesa Bruna para quitar la atención de mí y se lo agradezco.

—Todas hemos admirado a Ariel, así que no hay problema y tú tienes derecho a pensarlo, usarlo y desgastarlo en tu mente como quieras.

—¡Manuela! —exclama mi suegra.

Ariel me da un guiño y gesticula un «úsame» que me hace reír y soltar la tensión.

—Hijo, ¿qué hemos hablado? —le recuerda su mamá.

—Nada que no escuche de ti, mami, pensas mucho en papi desnudo. —señala y todos reímos.

—Y papi pensa en mami desnuda. —completa Agnes y Manuela está toda sonrojada.

—Bueno, vamos a ayudar a Rafa a vestirse y darle la mejor energía para que todo salga bien, ¿bueno?




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