El Amor de Ariel

CAPÍTULO 44

FLORENCIA, ITALIA

ARIEL

 

¡Ha nacido nuestro Aram y estamos felices! Yo menos que nadie esperaba este parto sorpresivo, pero a la vez agradezco la maravillosa magia en mi familia que permitió que todo saliera bien con Mare y nuestro hijo. ¡Es precioso! ¡Y mi Mare es increíble! Si ya la admiraba muchísimo, ahora lo hago más, lo fuerte, valiente y maravillosa que es al enfrentar todo esto como una campeona. Al seguir las instrucciones y confiar en su cuerpo y en nosotros que la estábamos apoyando.

«También gracias a ti, Dani. Que seguro estabas por ahí obrando tu magia de cuidado y protección».

Sostengo a Aram después que lo han limpiado y vestido mientras Karlenys y mi madre ayudan a Mare a llegar de vuelta a la cama luego que han terminado de limpiarla y no hay desgarros que necesiten puntos, afortunadamente. Ha sido un trabajo de parto corto y sumamente especial porque ha sido acompañado, respetuoso e íntimo, como Mare lo decidió. No podría sentirme más orgulloso de ella y de nosotros. Mi hijo abre los ojos que se ven grises y mueve su boquita, tiene finos cabellos rojizos y dice mamá que se parece a mí cuando nací.

—Te amo, hijo. Bienvenido al mundo, mamá y papá van a amarte y cuidarte siempre. —Dejo un beso en su cabecita.

—¡Mi nieto es bellísimo! —exclama mamá—. ¡Y Mare es una campeona!

—Me siento cansada, pero feliz, es una loca mezcla de emociones. —admite Mare y estira sus brazos para recibir a nuestro hijo. Se lo entrego con cuidado y lo aprieta contra su pecho, dejando escapar las lágrimas.

—Todo está bien, mi Mare, los dos están perfectos. —le reitero y me sonríe un poco.

—Lo sé, parece un sueño, pero sé que es real. Gracias por hacer de todo este proceso la mejor experiencia del mundo. Me han hecho sentir segura y respetada, lo que haces es grandioso, Karlenys. —Esas sentidas palabras nos hacen sonreír a todos los presentes.

—Entendí que el cambio empieza por mí y trato de hacer lo mejor para cada una de mis pacientes, experiencias como las tuyas siempre me hacen sentir que todo vale la pena, que se puede hacer el cambio una consulta a la vez. —expresa Karlenys, visiblemente conmovida.

—Definitivamente marcas un cambio, Karlenys, gracias. —Mi Mare suspira y me siento a su lado, ella se recuesta de mi hombro.

—¿Quieres que dejemos entrar a los niños ya o necesitan unos minutos?, ¿quieres comer? —ofrece mamá.

—¡Muero de hambre, sí! —repone mi Mare al instante—. Pero danos cinco minutos a solas, por favor.

—Seguro que sí, les damos su tiempo. Felicidades a los dos, le diré a Geo que hay otro rojito con cositas dignas de la familia. —Mamá nos da un guiño y reír es inevitable porque eso es algo de nunca acabar con la tía Geo.

Mi madre y Karlenys nos dejan a solas y Mare se descubre los senos para darle de comer a nuestro hijo que se prende de ella y succiona con fuerza, su otro pecho gotea y eso la hace llorar, entiendo que este proceso es de sanación de la experiencia que tuvo con Rafa donde no pudo escoger, donde no tuvo contención y solo miedo.

—Es tan hermoso, Ariel, nuestro hijo es tan pequeño y grande a la vez. —suspira—. Gracias, Ariel, gracias por llegar a mi vida, gracias por sostener mi mano y dejarme caminar a tu lado, gracias por formar una familia conmigo. Te amo, te amo muchísimo.

Sus palabras me conmueven hasta las lágrimas y le doy un corto beso.

—Te amo, mi Mare, los amo. —Acaricio la cabecita de nuestro hijo—. Gracias a ti por nuestro hijo, por ser tan valiente y maravillosa, por aparecer aquel día en la emergencia y dejarme entrar en tu vida y en la de Rafa.

—La mejor decisión del mundo. —Le doy un beso más y ambos nos quedamos absortos observando a nuestro hijo.

No pasa mucho tiempo en que la puerta se abre y nuestros otros dos hijos vienen como pequeñas ráfagas de energía junto a mi papá que trae la comida y Bruna, porque ellos son las primeras personas que queremos estén aquí. Luego podrán entrar los demás, si así mi Mare lo desea.

—¿Cómo sientes mami?, ¿te duele? —Es lo primero que pregunta Rafa mientras corre al lado de la cama y apoya sus manos en el colchón, lo alzo antes que se ponga en puntillas.

—Me siento bien, mi amor, algo cansada, pero feliz porque bebé está bien y comiendo.

—Oooohhhh hemosísimo herrmanito. Hola, bebé.

—¡Es un rojito lindo como yo! —exclama Ale—. Tenemos un hermanito, Rafa, hay que cuidarlo.

—Yo sé, tú enseñas a yo y cuidamos a bebé y a mami. —repone Rafa y Mare suelta un suspiro tembloroso.

—Ven aquí también.

Alzo a Alessia y ambos observan a su hermanito, busco a papá con la mirada y sus ojos están llenos de lágrimas como los míos.

—¡Dios, ese bebé será un rompecorazones cuando crezca! ¡Qué genes! —señala Bruna, haciéndonos reír.

—No, hemanito no lastima, es bueno. —recalca Rafa.

—Es un decir, Rafa, ella solo dice que Aram será bello y las chicas se enamorarán de él, pero yo lo voy a cuidar, ninguna niña mala para mi bebé. —declara Alessia cruzando sus brazos y dejo un beso en su cabeza.




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