Isael
— en ese restaurante trabaja Merlina — Lucio me mira através del retrovisor, asentí y se estaciona. Con cuidado me bajo del auto, Henry ha saltado prácticamente.
— no me creerá Merlina cuando le cuente que seré el ayudante del "mago" — sonrió y sigo los pasos de Henry. Miró alrededor y el restaurante no estaba en un lugar lujoso pero tampoco en la zona más peligrosa de la ciudad.
Cruzamos la puerta, el restaurante estaba algo abarrotado, las mesas estaban casi todas llenas. Henry se ha quedado de pie en medio del local. Recorre el lugar con la mirada.
Veo salir de lo que supongo es la cocina, a la chica. Trae una bandeja en sus manos.
— espera que atienda a su cliente, luego nos acercamos para que le expliquemos lo del trabajo — el chico asiente, me hago en un rincón. Meto las manos en los bolsillos de mi pantalón y me centro en la chica. Con Henry logré dar un pequeño empuje acerca de hacerlo cambiar de idea con la edad pero con Merlina no había podido entrar, no tenia acceso a su mente totalmente. Me incorporé y mi ceño estaba fruncido. Según las palabras de Henry, ella no creía en la magia. Se suponía que Merlina no sabia como protegerse.
Ambos hermanos tenían barreras mentales pero la chica su protección era mas fuerte.
— vamos — Henry estaba ansioso por hablar con su hermana, seguí sus pasos hacia ella. La chica se giró con una sonrisa y cuando vio a Henry su rostro se lleno de preocupación.
— ¿qué hiciste esta vez Henry? — sus ojos se posaron en mi.
— te prometi que me portaria bien, son buenas noticias Merlina — ella suelta el aire retenido.
— vamos afuera, al señor Benjamin no le gusta vernos conversar en horas laborales.
Suelta los cordones de su delantal, se acerca a una chica y le susurra algo. Luego sale del restaurante con nosotros pisando sus talones.
— ¿que pasa? — se ha cruzado de brazos.
— ¡conseguí trabajo Merlina! — la efusividad de Henry me trae añoranza de la época en que todo me causaba alegría, felicidad. Donde creía en la gente.
— ¿trabajo? — la mirada de Merlina se ha clavado en mi, su desconfianza es comunal y tiene la razón, su hermano es un crió de trece años — ¿Quién es usted?
— soy Isael Rickford — ella no parpadea, su mirada sigue fija en mi — el mago — su mirada se dirige a su hermano.
— ¿es una broma Henry? Me dijiste que nadie sabia nada del mago, ni donde vivía y apareces ahora con él.
— fue el destino, chocamos en la calle cuando él iba a poner los avisos de que necesitaba un ayudante.
— ¿podemos hablar? — se dirige hacia mi, asiento y nos retiramos de Henry. Ella esta roja me mira con desdén — ¿que rayos desea con mi hermano? No tiene ninguna habilidad de magia y no creo que eso exista, ¿de que va el trabajo realmente?
— será mi ayudante señorita.
— ¿él moverá los hilos de sus trucos? ¿no considera que es demasiada responsabilidad para un chico de trece años? Puede que usted esté haciendo sus actos y Henry se atrase en mover sea lo que sea que usted haga para hacerle creer a la gente que tiene magia.
— ¿trucos? — me acercó a ella, mi voz a bajado una octava, ella no se mueve pero me doy cuenta que está asustada, puedo oler su miedo pero también me doy cuenta que ella está luchando contra el miedo, ambas manos están a su costado hechas un puño, algo me dice que es mejor que ella no sepa realmente que soy un mago auténtico, un anciano — no te preocupes, entrenare bien a Henry para que nos coordinemos bien, y nadie se entere de los trucos.
Ella desvia la.mirada hacia donde está Henry, luego me mira molesta.
— sepa señor Isael, que estaré muy pendiente de usted. No permitiré que le haga daño a Henry — enarco una ceja pero al mismo tiempo me siento conmovido por que es toda una leona protegiendo a su cachorro, jamás nadie lo hizo por mi.