El amor de la bestia

Capítulo 8

—Llegamos —anuncia Mondrag.

Frente a mis ojos la puerta principal del palacio se alza majestuosa. Me bajo de Ónix y le agradezco por haberme traído. El caballo rápidamente se da la vuelta y se pierde de nuestra vista.

La puerta está forjada de hierro y los detalles son tan hermosos, que incluso tiene incrustada cuatro piedras preciosas en cada pico de los puntos cardinales. En el norte; hay un jade, al sur; un Lapislázuli, al este un rubí y al oeste un diamante.

»Representan a cada reino y su magia —explica Mondrag sin que yo se lo haya pedido.

Me giro para verlo, está demasiado cerca de mí y al parecer también muy pendiente de lo que hago.

—Interesante —respondo.

El guardia abre la puerta, desvelando un gran salón. Sin esperar a que me inviten a pasar, me adentro maravillada de lo que mis ojos ven. Las paredes están decoradas con grandes pinturas de altos inmortales al óleo, más al centro emerge la figura imponente de la diosa madre. También hay en cada extremo del salón la escultura de dos dioses que no reconozco. Todo es pulcro y elegante, incluso el piso de mármol color turquesa.

Me adentro más al lugar y me acerco a la pequeña mesa redonda, sobre la misma, un jarrón con flores exóticas se exhibe, toco el pétalo de una rosa y suspiro, esto es lo único que me recuerda a mi hogar.

—!Bienvenida a la ciudad de Eirlea, tu hogar hija mía! —Escucho una voz que denota autoridad y poder.

Me giro encontrándome frente a frente con unos ojos verdes intensos igual a los míos, en el rostro de un hombre que aparenta una dureza inquebrantable: su cabello rubio, su piel blanca, sobre su mejilla izquierda surca una cicatriz; la cual no le quita belleza, más bien la acentua.

De pronto no sé qué decir, al encontrarme por primera vez con mi padre.

Durante mi infancia cuando leía sobre él en el diario de mi madre, imaginaba uno y mil escenarios con la ilusión de conocerlo, incluso me veía a mí misma corriendo hacia él y abrazándolo, pero ahora que es real, me he quedado paralizada sin saber cómo debo actuar.

—¡Gracias! —murmuro al tiempo que toco mi cabello; es un tic nervioso que tengo.

Mi padre acorta nuestra distancia y para mi sorpresa soy envuelta en un enorme abrazo.

—Te pareces mucho a tu madre —asegura al tiempo que acaricia mi rostro, luego me da un beso en la frente.

Esa sola mención me hace corresponder a su abrazo, y sin que lo pueda evitar, mis lágrimas salen haciendo que mis emociones afloren. Han sucedido tantas cosas en tan poco tiempo, pero a pesar de las circunstancias sé que ahora estoy a salvo con mi padre.

»¿Deseas comer algo? Supongo que además de cansada tienes mucha hambre —dice mientras limpia las lágrimas de mis mejillas.

—Sí, tengo un poco de hambre —respondo—, pero antes me gustaría darme un baño.

—Shani, ¿podrías hacer el favor de acompañar a mi hija a su aposento? —le pide mi padre—, mi pequeña desea ocuparse de su aseo personal y luego bajan al comedor.

—Con mucho gusto su majestad —responde ella—. Ven te mostraré el camino —dice mi amiga.

Doy un par de pasos y luego me giro en dirección a mi papá.

—No me has dicho tu nombre —digo sintiendo un pequeño rubor en mis mejillas.

—Luisandrium —responde mientras me dedica una sonrisa paternal.

«¡Luisandrium!», repito en mi mente devolviéndole la sonrisa. Es la primera vez que su nombre es dicho, mis abuelos siempre que hacían mención de él se referían como: tu padre. Y mi mamá, ella solo hacía referencia a él como: mi amor.

Antes de continuar mi camino, me detengo un instante para agradecer a Mondrag y Dragfor. Luego me retiro siendo guiada por Shani.

Subimos por las escaleras hasta el tercer piso, caminamos por un pequeño pasillo hasta llegar al final del mismo. Mi amiga se adelanta y abre la puerta.

—Este será tu nuevo cuarto —exclama con entusiasmo.

Me quedo de piedra al ver lo grande del lugar. Es del tamaño de mi antigua casa. Shani me da un rápido recorrido mostrándome cada parte del lugar: En la entrada hay una pequeña sala decorada con muebles en tonos verdes y dorados. Un enorme papel tapiz cubre la pared sirviendo de foco principal. Al fondo un dormitorio el cuál tiene anexo un cuarto de baño y un vestidor.

—¡Es muy hermoso! —exclamo con emoción mientras regreso a la sala y camino a través de la estancia hasta llegar al balcón; este da al jardín, al fondo se aprecia una fila de árboles de pino y una espectacular vista a las montañas.

—Sabía que te gustaría, el rey Luisandrium la decoró especialmente para ti con mi ayuda, claro está —informa sonriendo con satisfacción.

Me reclino en el balcón y dejo salir un suspiro, no puedo evitar pensar en ellos, en lo felíz que estarían aquí conmigo.

Shani se acerca a mí y me da un abrazo, yo reclino mi cabeza en ella y dejo que mis lágrimas salgan nuevamente.

»Eire, se que los extrañas, también yo lo hago.

—Es muy doloroso aceptar su partida, ni siquiera he tenido tiempo de tener mi duelo. —Me limpio las lágrimas y la veo a los ojos—. Además, esto me asusta, la realidad me ha superado, hay demasiadas cosas que aún no entiendo. No comprendo el actuar de Breymont, ni tampoco el tuyo, tuviste tres años para decirme quién eras y no lo hiciste. Ahora lo que pido son respuestas, de lo contrario no sabré cómo continuar con mi vida.



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En el texto hay: criaturas magicas, romance, drama

Editado: 29.07.2023

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