Narra Arabelle
Clima inestable y extraños merodeando
A la mañana siguiente no me despertó mi reloj despertador, ni la alarma de mi teléfono, tampoco los alborotos causados cada día por mis hermanos, no, nada de eso fue el causante de mi súbito despertar, sino la imprevista lluvia torrencial. Los meteorólogos no anunciaron lluvia para esta semana ni la posterior, de hecho, en todo este mes no se anunciaba lluvia. Como siempre.
Pero, aquí estoy presenciando desde mi cama a través de mi ventana como caen las gotas fuertemente y golpean los cristales sin contemplación alguna. Y eso que sólo son las cinco con treinta y cuatro minutos de la mañana; lo estuve verificando en mi reloj de bolsillo. Sí, tengo un reloj de bolsillo de oro del cual nunca me desprendo por nada del mundo. Larga historia.
Me levanto perezosamente de mi cómoda cama, me calzo mis pantuflas con orejitas de conejo rosa y me acerco a la ventana, las cortinas siempre están corridas, no me gusta la oscuridad y por las noches la luna ilumina por completo mi habitación, deslizo a un lado la hoja de vidrio del ventanal y asomo mi cabeza por esta, permitiendo que la lluvia empape mi rostro y cabeza deliberadamente.
Es extraña la sensación porque muy rara vez llueve aquí y para alguien que ama el clima lluvioso y frío es terriblemente deprimente no apreciarlo y sentirlo continuamente, de igual manera, estos escasos momentos en los que puedo admirar tal maravilla los aprovecho al máximo. Me quedo sentada en el alféizar observando perdida el caer de la lluvia, el cielo blanco tirando a gris, la brisa fresca que eriza mi piel, todo esto es como un calmante para mí, una necesidad imperiosa de mi ser.
Cuando en medio del silencio de la habitación solo se escucha el sonido de mis respiraciones; me pierdo. Pierdo la noción de tiempo y espacio sumergiéndome de lleno en un estado lacónico imperturbable, hasta que el sonido estridente de mi teléfono que indica la llegada de varios mensajes me saca de mis cavilaciones.
Maldigo por lo bajo y salto del alféizar para llegar a mi celular, en este puedo ver los mensajes de mis amigos en el grupo: "AHQESC" ya sé un acrónimo extraño, pero con mucho significado para los integrantes de este.
Los mensajes llegan a borbotones y casi todos dicen lo mismo, que si iremos al instituto con este clima, que si podemos saltarnos las clases y reunirnos en casa de cualquiera que acepte y cosas similares, finalmente les contesto y les informo que yo sí iré, puesto que ya saben, un día así no puedo desperdiciarlo quedándome en casa. Con eso me desconecto del chat sin esperar contestación alguna.
Dejo mi celular en la mesita de noche y vuelvo a conectarlo al cargador, comienzo a hacer estiramientos para de alguna forma espabilarme. Luego de terminar con eso voy al baño: cepillo mis dientes, hago mis necesidades y me ducho.
Al salir del cubículo me miro al espejo y comienzo a arreglarme para después ingresar al vestidor y elegir que puedo ponerme para este día lluvioso, mis opciones son; unos vaqueros clásicos ajustados rotos, una camisa a cuadro, encima de esta una campera de cuero beige al igual que mis botas con taco. Ya que aparte de la lluvia, el frío se hizo presente por hoy.
Cuando por fin estoy lista y también están preparadas mis cosas son apenas las siete con trece minutos y no ingreso al instituto hasta las ocho, así que tranquilamente salgo de mi habitación y bajo las escaleras. Al llegar a la cocina encuentro a mis padres sentados a la mesa de la cocina desayunando junto con mi hermana y a Joan preparándose un emparedado en la isla.
Los saludo y me corresponden. Me sirvo el café y me siento a la mesa con mis padres ya que Eleonor fue a servirse más ensalada y Joan se quedó sentado en el taburete de la isla. Pasamos el desayuno entre juegos y risas como de costumbre y aproximadamente treinta y dos minutos después cada uno va a su habitación a ultimar detalles antes de salir e ir a sus respectivos lugares de trabajo y en el caso de mis hermanos al igual que yo; instituto. Yo también voy a mi recámara a lavar mis dientes y recoger mis cosas, desconecto mi celular del cargador y este de la corriente para posteriormente salir.
Mamá y papá se despiden de nosotros con un beso y abrazo para después subirse al coche e irse a la oficina. Joan que tiene un permiso especial para conducir gracias a mis padres, sube a su mini llevándose con él a Eleonor, no voy con ellos porque prefiero ir con mis amigos, y Joan lo sabe, por eso tan solo quedo yo que no sé conducir —y no tengo coche—, sentada en los escalones del porche vislumbrando las luces de los faroles que iluminan escasamente las calles debido al mal tiempo y la lluvia incesante que salpica levemente mis botas y esperando de paso a que uno de mis amigos, el primero que sea, se apiade de mi falta de transporte y venga a llevarme consigo al instituto.
Ya son casi las ocho cuando al y al fin después de siglos aparece una camioneta doble cabina plateada muy conocida; del lado del copiloto baja Mike con un paraguas y se acerca hacia mí, presurosa me levanto y voy a su lado bajo el paraguas y caminamos hasta la camioneta, me abre la puerta de atrás y me adentro, la cierra y luego sube nuevamente en la parte del copiloto.
Los saludo e inmediatamente Trevor pone en marcha el vehículo para dirigirnos al instituto. En el trayecto nos reímos un montón por las ocurrencias de Trevor por querer salir con diferentes chicas en el mismo sitio al mismo tiempo y sin saber cómo, de la nada ambos chicos empiezan a hablar de fútbol y no es mi tema favorito que digamos por eso apoyo mi cuerpo a la puerta y giro mi cabeza para ver el paisaje pasar, cuando de repente veo a dos personas hablando sin un paraguas debajo de la lluvia y pasa, me miran fijamente y yo a ellos pues estamos detenidos ante un semáforo rojo y además los cristales no están polarizados. Eso es sumamente raro.
#1175 en Fantasía
#4784 en Novela romántica
fantasia y romance, accion y misterio, fantasía almas gemelas
Editado: 10.10.2025