Narra Arabelle
Un adiós de imprevisto y una peculiar bienvenida
Me miran expectantes porque en uno de los mensajes que les mandé decía que era un tema de suma importancia, les sonrío como puedo, pero me miran tan intensamente y con mucho cariño a la vez que la tristeza que siento e intentaba amainar con pensamientos positivos, me supera y rompo en llanto sorprendiéndolos. Veo como se miran entre sí y no dudan un segundo en acercarse a mí para abrazarme y reconfortarme como seguramente se dan cuenta lo necesito, me dejo abrazar por ellos y correspondo con la misma efusividad el abrazo. No me importa que nos estén mirando. Poco después intento soltarme, pero me aprietan más fuerte, eso me hace reír.
Mike es el primero en soltarse del abrazo grupal e insta a que los otros también lo hagan. Cuando se vuelven a acomodar los miro fijamente y lo digo todo sin tapujos. Porque noticias así no hay manera de decirlas sin que duela.
—Me voy a mudar chicos.
La reacción que esperaba era totalmente distinta a la que me dieron, literalmente los tres soltaron a reír al mismo tiempo. Creía que se pondrían tristes o algo por el estilo, pero por sus reacciones imagino que no me creyeron una sola palabra a pesar de haber derramado unas lágrimas. Trevor nota mi entrecejo fruncido y para de reír súbitamente llamando así la atención de Mike y Clarisa que esta vez me observan con absoluto desconcierto en sus ojos. Clarisa me observa en silencio y en sus orbes azules puedo ver la pregunta implícita. No es necesario ya decir nada solo asiento y más lágrimas caen de nuevo.
Los bellos y grandes ojos de mi pelirroja de un momento a otro se llenan de lágrimas y se acerca presurosa y nos abrazamos fuertemente, un sollozo escapa de su garganta llamando así la atención de los otros, nuevamente se acercan y nos rodean con sus brazos. Trevor rompe el silencio sin contar nuestro llanto claro, preguntando si es verdad o sencillamente actuamos bastante bien como para ganarnos un Óscar. De nuevo rio en medio del llanto y les confirmo que me marcho mañana al medio día, nos sentamos a la mesa y cuando estoy por detallarles la situación el camarero nos pregunta nuestra orden y se retira. Por suerte no hace caso a nuestra escena, parece darse cuenta que necesitamos este momento.
—Entonces, ¿ya no te veremos en mucho tiempo, no es cierto? —inquiere Mike.
—Lo siento, amigos, por esto. Y sí Mike, probablemente no nos veremos en mucho tiempo.
—Belle... tenemos que hacer algo, esto no puede ser verdad, cómo se supone que controlaré a estos locos sin ti amiga. —me lo dice con unos ojitos de borrego.
—Como si no te gustase andar tras estos locos Clarisa. —indica Trevor con una sonrisa que nos contagia tranquilidad y diversión.
—Que conste que si ando tras ustedes es para salvarles el trasero. —le reprocha la pelirroja.
—Y tú muy feliz en salvárnoslo y observarlos, ¿no?
—Para tu información hay más grandes que el tuyo.
—Tal vez, tal vez. Pero nunca mejores, créeme.
Mike y yo nos miramos con una sonrisa en los labios mientras vemos como continúan su debate. Hago una seña a Mike para que se levante y así dejarlos a solas, porque de un momento a otro la conversación ha tomado un giro inesperado, —bueno quizás sí un poco esperado—. De todos modos, se lo merecen, posiblemente puedan sacar algo bueno con todo esto.
Ni siquiera se percatan de que hemos dejado la mesa o es lo que dan a entender. Mike me abraza y salimos fuera de la cafetería. Ya no llueve desde hace rato y el sol se ha estado asomando de vez en cuando dejando un clima bastante agradable para el cuerpo y los sentidos.
Nos sentamos en unos bancos que están distribuidos fuera y nos reímos a carcajadas por como estuvieron confesándose sin darse cuenta lo mucho que se gustan y no lo dicen en voz alta.
—A veces pienso que será muy tarde para cuando uno de los dos se atreva a confesarse. —pronuncio con la vista puesta en el suelo.
—Lo mismo pienso Belle.
—Clarisa no lo va a esperar por más tiempo, ¿sabes? Aunque ahora que lo analizo, quizá Trevor se lo demuestre tratando de llamar su atención, pero...
—Pero de la forma incorrecta que es molestándola y regodeándose de sus conquistas.
—Sí, mala elección. Por qué mejor no se lo dice de frente.
—Por temor a que lo rechace.
—Clarisa no lo hará.
—Es que ya lo hizo. —expresa con una media sonrisa y yo lo miro con la boca abierta.
Es que, eso me deja estupefacta y cuando estoy por avasallarlo con preguntas, vemos salir a los chicos. Trevor con una sonrisa burlona y satisfacción de sí mismo nivel Dios y la pelirroja pues más roja que un tomate, imposible. Su rostro hace juego con su cabello. Y ahí se va mi oportunidad de indagar más en tal cuestión, y cómo rayos yo fui excluida de eso. Me lo tendrán que decir a como dé lugar, no obstante, en otra ocasión.
—Mejor ni pregunto qué pasó allí dentro. —manifiesta Mike.
—Tampoco yo, por cierto, qué hay de nuestra orden. —inquiero ahora que lo recuerdo.
—Pedí que nos lo envolvieran para llevar y aquí está: para Mike un emparedado de queso y café latte y para ti mi hermosa Belle un bizcocho con malteada de chocolate. —Trevor nos entrega nuestro pedido.
Nos miramos todos sin saber qué decir algo poco habitual en nosotros y eso me frustra ya que no quiero pasar mi último día con ellos aquí de este modo y se los hago saber.
—Chicos acabo de decirles hace prácticamente... no sé cuánto, pero, en fin, voy a no sé dónde y lo más probable es no vernos hasta las vacaciones de invierno y no quisiera que mi penúltimo día con ustedes fuera así.
—Entonces hagamos de este el mejor día de tu vida. —expresa Clarisa ahora con una enorme sonrisa en los labios.
—¿Cómo haremos eso? —señala Mike pensativo.
—Adelantemos el viaje a la casa de la playa, —propone Trevor. —Puedo llamar a mis padres a ver qué dicen, aunque lo más seguro es que acepten. Ya vuelvo. Literalmente dos minutos después regresa con una sonrisa de oreja a oreja a comunicarnos que en menos de media hora partiremos hacia la playa.
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Editado: 10.10.2025