El sol de la mañana apenas comenzaba a calentar las calles de la ciudad,
mientras Gaby caminaba por los pasillos de la universidad con su mochila
cargada de libros. Para ella, los días eran una rutina que encontraba consuelo en
la tranquilidad de la biblioteca, lejos del bullicio y las charlas vacías sobre
relaciones y romances que, en su opinión, solo existían en las páginas de sus
novelas favoritas y las que en ocasiones ella misma escribía, el amor era ficticio,
irreal, solo apto para libros.
Gaby no era antisocial, simplemente había decidido que el amor no era para ella.
Demasiadas historias de corazones rotos, demasiadas expectativas que la
realidad no podría cumplir. A sus ojos, el amor verdadero era un mito, una fantasía
que existía para vender libros y películas. Ella prefería vivir a través de sus
personajes, donde podía controlar cada giro, cada momento, sin sorpresas
desagradables.
Esa mañana no fue diferente. Después de asistir a un par de clases, Gaby se
refugió en la biblioteca, su lugar favorito. El olor a papel viejo y la calma del lugar la
hacían sentirse en paz. Encontró un rincón apartado, sacó su laptop y continuó
trabajando en su última novela. La historia fluía de sus dedos con la misma
facilidad con la que los demás respiraban. En su mundo, todo tenía sentido, todo
estaba bajo control. Después de terminar ese trabajo, apagó su laptop y se dedicó
a leer un poco.
Al cabo de unas horas, el estómago de Gaby comenzó a quejarse, recordándole
que necesitaba comer. Cerró su libro con un suspiro y recogió sus cosas, lista para
enfrentarse nuevamente al caos del campus. Mientras se dirigía a la salida de la
biblioteca, un grupo de chicos ruidosos llamó su atención. Eran los típicos
populares, encabezados por Luke, el bad boy de la universidad. Siempre rodeado
de admiradores, Luke parecía disfrutar de la atención, aunque a Gaby le resultaba
completamente indiferente e irritante.
Justo cuando estaba a punto de pasar junto a ellos, uno de los chicos del grupo,
animado por la presencia de sus amigos, lanzó un globo de agua que fue a parar
directamente en la cara de Gaby. La sorpresa y la indignación se mezclaron en su
rostro, pero antes de que el chico pudiera siquiera reírse de su hazaña, Gaby
reaccionó. Sin decir una palabra, se acercó a él y le propinó una patada detrás de
la rodilla con una precisión que lo hizo caer al suelo.
Los amigos de Luke se quedaron en silencio, sorprendidos por la reacción de
Gaby, ella nunca hizo algo así, por lo general solo suspiraba y seguía con su
camino, pero hoy… no estaba de buenas ni con ganas de aguantar nada, ni a
nadie. Luke, que había observado todo desde un costado, no pudo evitar reírse,
aunque trató de disimularlo. Gaby lo miró con una mezcla de desprecio y desafío.
No iba a dejar que un grupo de chicos inmaduros arruinara su día.
—Maduren, idiotas, la próxima me encargo de dejarlos sin descendencia —fue
todo lo que dijo antes de darse la vuelta y seguir su camino.
Mientras se alejaba, Gaby no podía evitar pensar en lo ridículos que eran los
chicos populares. Siempre jugando, siempre haciéndose los interesantes. Sin
embargo, una pequeña voz en su cabeza le susurraba algo que no quería admitir.
¿Luke sólo se ríe? Es otro imbécil de ese montón- dijo para si misma
*Pero se ve tan guapo… Con su chaqueta de cuero y esa sonrisa arrogante, es el
tipo de chico que podría protagonizar la novela de tu vida.
Cállate conciencia.
*Admítelo Gaby, si fuera cualquier idiota no escribirlas libros de bad boy
enamorándose de nerds.
Silencio.
Sacudiendo esos pensamientos y esa rara conversación con su propia
consciencia, Gaby se dijo a sí misma que no tenía tiempo para tonterías. El amor
no era real, y los chicos como Luke solo eran pruebas vivientes de lo poco que
valía la pena creer en él. Mientras se alejaba del grupo, comenzó a pensar en
cómo plasmar esa escena en su próxima novela. Sin darse cuenta, estaba
escribiendo mentalmente el próximo capítulo, pero esta vez, con una protagonista
que, al igual que ella, sabía que el amor solo servía para llenar páginas en blanco.
… Horas Más Tarde…
Gaby
Me encontraba en mi casa terminando unas tareas, mientras tanto veía el chat de
mis lectoras, mejor perderlas que encontrarlas…
Resulta que casi medio mato a unos personajes ¡Y AHORA AMENAZAN CON
QUEMAR MI CASA Y SECUESTRARME!
A veces dudo de si me quieren o me quieren matar…
Después de huir de ese chat me dirijo a mis redes, a publicitar mis libros y como de
costumbre, hay nuevos seguidores.
Bien.
Nuevos likes.
Bien.
Comentarios buenos y amenazas…
Bien. Para variar…
Después de un rato viendo vídeos y demás, me voy a dormir (acostarme a leer).
Solamente iba a leer un inofensivo capítulo.
Pero… ¿quién necesita dormir?
Yo no.
Aunque las ojeras mañana hablen por mí, lo vale.
… Al día siguiente…
Digamos que desperté, supongamos que dormí, el libro arrojó al vacío la poca
estabilidad emocional que tenía, sí, la terminé, ¿qué hago de mi vida ahora?
Ya sé, modo automático.
Eso significa que seguir con el día a día como si nada y luego buscar otra obsesión.
Luego de un intento de desayuno me aliste para la Universidad y salí, caminando
obvio, tardo 38 minutos en llegar a pie y tal vez me sirva para despertarme.
Al salir me pongo mis audífonos y en lo que elijo una buena canción de Morat veo
a un chico corriendo.
¡SON LAS 6AM!
¿Lo estarán persiguiendo?
Volteo a ver bien y… falsa alarma, es solo un rarito trotando a esta hora, que
coraje, yo apenas si camino con el sueño que traigo encima.
Respiro hondo y pongo “Presiento” de Morat y Aitana, inconscientemente,
comienzo a cantar y sigo mi camino…