El Amor en la Pagina

Capítulo 8: No me evites…

…Luke…
Desde que Gaby empezó a evitarme, no he podido pensar en otra cosa. Al principio creí que solo era una reacción temporal, algo pasajero, pero cada día que pasa, su frialdad hacia mí se siente como un muro que no puedo atravesar. Y lo peor es que no sé exactamente qué hice mal. ¿Fue lo del ramo de flores y el libro? ¿O fue cuando mi grupo de amigos comenzó a molestarla con preguntas? Ya no lo sé. Solo sé que la chica que solía mirarme con esos ojos llenos de curiosidad (al menos unas semanas) y desafío ahora apenas me dirige la mirada, y cuando lo hace, es como si le repugnara mi sola existencia.
Días después...
Decidí que tenía que enfrentarla. No podía seguir así, sin saber qué había pasado. Si cometí un error, debía saberlo y tratar de arreglarlo.
La vi en la cafetería, sentada sola, escribiendo en su laptop como siempre. Me acerqué con el corazón en la garganta. "Vamos, Luke, tienes que hacerlo," me dije a mí mismo, aunque cada paso que daba hacia ella me hacía sentir que estaba caminando sobre hielo fino.
—Hola, Gaby —dije con una sonrisa incómoda, esperando una respuesta que nunca llegó.
Gaby levantó la vista un segundo, apenas notando mi presencia, y luego volvió a mirar su pantalla como si no existiera. Mi estómago dio un vuelco. Era peor de lo que pensaba.
— ¿Puedo sentarme? —pregunté, intentando sonar casual, aunque por dentro sentía que estaba caminando directo hacia el abismo.
—Haz lo que quieras —respondió ella, sin mirarme.
Me senté frente a ella, incómodo y con una sensación de derrota antes de siquiera haber comenzado. El aire entre nosotros era tenso, como si una bomba de tiempo estuviera a punto de explotar.
—Sé que algo está mal —dije, tratando de captar su atención—. Has estado evitándome, y no sé por qué. Si hice algo que te molestó...
Ella levantó la mirada, esta vez clavando sus ojos en los míos con una intensidad que me dejó helado.
—¿De verdad no sabes por qué? —preguntó, su voz contenía una mezcla de frustración y dolor.
—No... yo... —empecé, pero ella no me dejó terminar.
— ¡Fue una trampa, Luke! —Exclamó, cerrando su laptop con fuerza—. Tú y tu grupo... todos se acercaron a mí, pretendiendo ser amables, pero todo fue para sacarme información sobre el chico con el que me vieron. Fue una apuesta o algún plan para seguirme jodiendo la existencia, ¿cierto? —sus ojos estaban llenos de reproche, y cada palabra que decía era como una daga directa al pecho.
Sentí que el suelo se hundía bajo mis pies. ¿Así que eso era lo que pensaba? Que todo había sido una broma cruel. Mi mente trataba de procesar todo, pero las palabras no salían como deberían.
—Gaby, no... yo no sabía nada de eso —traté de explicarme—. No participé en eso, lo juro. Sí, escuché a los chicos hablar, pero no me metí en sus estúpidos juegos.
—¿Y por qué debería creerte? —su voz temblaba, y por un momento vi algo en sus ojos... algo que me dolió más que su enojo: decepción.
—Porque no soy ese tipo de persona —dije con firmeza—. Sí, he sido un idiota en muchas cosas, lo sé, pero contigo... —me detuve, buscando las palabras adecuadas—. Contigo no quiero serlo.
Gaby se quedó en silencio por un momento, como si estuviera debatiendo consigo misma si creerme o no.
—No sé qué esperar de ti, Luke. Un día me tratas bien, al siguiente te burlas, y luego me haces regalos... No sé si estás jugando conmigo o qué, pero no quiero seguir siendo parte de esto —su voz se rompió al final, y verla así me partió el alma. —Siempre fuiste así, si no te creo es porque siempre fuiste un idiota conmigo, alguna vez espere cosas de ti, pero no más, sola pude con mucho, mucho peso que obtuve gracias a ti y a tus amigos.
—Gaby, por favor... —comencé, pero ella negó con la cabeza.
—No más, Luke. Déjame en paz.
Y con eso, se levantó, recogiendo sus cosas y marchándose sin mirar atrás. Me quedé sentado, incapaz de moverme. Las palabras de Gaby resonaban en mi cabeza como un eco interminable. **"Déjame en paz."**
Esa noche, me encontré en un bar, rodeado de gente, pero sintiéndome más solo que nunca. No había tocado ni una gota de alcohol. No tenía la cabeza para eso. Solo quería pensar... o tal vez no pensar en absoluto. Las luces del lugar eran tenues, y la música ahogaba cualquier conversación, pero mi mente seguía fija en Gaby.
La forma en que me miró, la rabia en sus ojos, y más que nada, el dolor. Era evidente que la había lastimado, aunque no fuera mi intención. ¿Cómo había llegado a esto? Sabía que tenía que hacer algo, pero las palabras se me escapaban cada vez que trataba de arreglarlo.
Tomé mi teléfono. Tal vez no era la mejor idea, pero estaba desesperado por escuchar su voz. Marqué su número, y cuando escuché el tono de llamada, mi corazón comenzó a latir con fuerza.
—¿Luke? —su voz sonaba sorprendida.
—Gaby... —dije, fingiendo arrastrar las palabras—. Estoy... estoy en un bar, y... no debería haber bebido tanto... pero quería... hablar contigo...
—¿Estás ebrio? —preguntó, y pude escuchar el ligero cambio en su tono, una mezcla de preocupación y exasperación.
—Solo un poco... —mentí, intentando sonar convincente—. Solo quería escuchar tu voz...
Hubo un silencio en la línea, lo suficiente para que me arrepintiera de haber llamado. Pero entonces, ella habló.
—¿Por qué me llamas, Luke? ¿Por qué ahora?
—Porque te extraño... —las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas, y aunque no estaba ebrio, no podía negar lo que sentía—. Extraño que me hables, extraño... que confíes en mí.
—¿Confiar en ti? —dijo con una risa amarga—. Luke, has jugado con mis emociones tantas veces que ya no sé qué es real y qué no.
—No estoy jugando —dije, y esta vez mi voz fue más firme—. Gaby, lo siento... siento haber sido un idiota. Pero nunca quise lastimarte. Lo único que quiero... es estar cerca de ti. Aunque no lo parezca, no quiero perderte.
Hubo un largo silencio, y por un momento pensé que me había colgado. Pero entonces, ella habló de nuevo, su voz mucho más suave.
—Luke... no sé si puedo creerte. Cada vez que empiezo a pensar que tal vez hay algo bueno en ti, haces algo que me demuestra lo contrario. Y no puedo seguir con este tira y afloja... no es justo para mí.
Me quedé callado, porque sabía que tenía razón. Había sido un completo desastre con ella, jugando a dos lados, confundiendo mis propios sentimientos. Pero lo que sentía ahora... no era un juego.
—Dame una oportunidad más... solo una, Gaby. Si te lastimo otra vez, me iré de tu vida para siempre. Pero si no lo hago, te demostraré que no todo es lo que parece.
Ella suspiró, y pude imaginarla llevándose una mano al rostro, luchando contra lo que sentía.
—Luke, no sé...
—Por favor —dije, con más desesperación de la que había pensado—. Te lo pido.
El silencio volvió a caer entre nosotros, pero esta vez, sentí que era diferente. Algo en su tono había cambiado, una pequeña fisura en la barrera que había levantado entre nosotros.
—Hablamos mañana —dijo finalmente—. Y no intentes hacer ninguna tontería esta noche.
Colgué el teléfono, dejando escapar un largo suspiro. Había sido un pequeño paso, pero al menos ahora tenía algo por lo que aferrarme. Gaby me había dado una oportunidad, y no pensaba desperdiciarla.




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