¡el amor es una mierda!

Capítulo 3 Si algo puede salir mal, saldrá mal

Cuando me despierto son las seis y media de la mañana, Ian aún está dormido. Con mucho cuidado salgo de la cama y me visto. Camino despacio y en silencio hasta la sala y tomo mi bolso. Saco mi teléfono mientras bajo en el ascensor y veo que tengo 32 llamadas perdidas de David, seguro en este momento ya ha llamado a todos los hospitales y a la policía para notificar mi desaparición.

Salgo del edificio y llamo un taxi, me subo y doy la dirección del departamento de David.

David me va a matar. —me digo mentalmente mientras toco la puerta de su apartamento. —Seguro va a empezar a organizar mi funeral.

Toco la puerta del departamento de David por más de quince minutos antes que él me abra. Cuando me abre me mira muy molesto y me preparo mentalmente para el sermón que me va a dar.

Él se hace a un lado y me deja entrar.

—¿Dónde estabas? —me pregunta, cuando abro la boca para hablar me detiene. —Ni siquiera necesitas responderme, es obvio que te acostaste con el prometido de tu hermana, hueles a sexo.

¿El olor a sexo existe? Y si es así, ¿a qué exactamente huele?

Disimuladamente huelo la piel de mi hombro, pero yo no huelo nada.

—¡Es mentira! —le grito—Estaba con una amiga.

—Mentirosa. —me dice él—Tienes la palabra pecado escrita en la frente.

Pongo los ojos en blanco.

—Deja el drama, David.

Pero es David, así que no puede dejar el drama fácilmente por lo que continua con su discurso de regaño.

—¿Qué les vas a decir a tus hijos cuando te pregunten sobre tu primera vez? —David empieza a caminar por toda la sala mientras mueve las manos de forma dramática. —Verán hijos, yo perdí mi virginidad con el esposo de su tía. ¿Escuchas lo fatal que suena? Pobres niños.

No puedo evitar reírme. ¿Qué niños normales y sanos mentalmente le preguntarían eso a sus padres? No creo que exista una persona cuerda que le hable de su primera vez a sus hijos.

—David yo no quiero hijos y si los tuviera les diría que perdí la virginidad con mi mejor amigo gay David. ¿Eso suena mejor?

Él me saca la lengua, muy maduro de su parte.

—Eres una sucia pecadora.

Paciencia, Dios, dame paciencia.

—¿A dónde vas? —Me pregunta David.

—A purificarme con agua bendita para ver si llego a ser igual de Santa que tú.

No puedo evitar reírme, pero David me mira molesto por mi comentario.

—No es gracioso, Emma. ¿Vas a la boda? 

Asiento con la cabeza en su dirección.

—Sí, sabes que no puedo faltar, si no voy Alex y Elizabeth me matan. En realidad, ya debería estar camino a mi casa, prometí estar ahí a las 8. Me voy a bañar.

Camino hasta el cuarto de David y entro al baño, me quito la ropa y entro a la ducha, no puedo evitar pensar en lo que paso anoche, en sus besos, en sus caricias, en su mirada, en él.

—No, basta Emma.—me digo— Fue algo de una sola noche.

Me pregunto qué le vio a mi hermana, porque decidió casarse con ella, mi hermana es muy hermosa, de eso no hay duda, pero por lo que he visto y sé, Ian siempre se ha rodeado de mujeres hermosas ¿Por qué mi hermana es diferente? ¿Qué tiene ella de especial?

Cuando me estoy terminando de arreglar David entra en la habitación, aún me mira con reproche. Tiene los brazos cruzados sobre su pecho, camina hasta la cama y se sienta. Yo me termino de cepillar mi cabello y me pinto los labios de un rojo bajito. Me gusta pintar mis labios de rojo.

—¿Me vas a dar otro sermón? —le pregunto—Mira, sé que debería sentirme mal, pero no me siento así, no tengo cargo de conciencia. Ella no lo ama y él a ella tampoco, ni siquiera usé todos mis métodos de seducción, solo me acerqué a él y ya.

David no me dice nada, solo se dedica a mirarme. Me está empezando a molestar su actitud.

—¡David!

Él baja los brazos y suspira de forma dramática.

—¿Se lo vas a decir? -me pregunta.

—No, haré como si no pasó.

—Pero pasó, Emma.

Me pongo mi reloj en mi brazo derecho y miro la hora, voy quince minutos tarde. Debería haber estado en la casa a las ocho. La boda es a la una de la tarde. Seguro Alex está convenciendo a Elizabeth que si aún no llego es por una buena razón, adoro a Alex, él siempre está cuidando de mí y cumpliendo mis caprichos.

—Me voy, nos vemos en la boda, se puntual.

Le digo a David mientras tomo mi bolso, me acerco a él y le doy un beso en cada mejilla, piñizco sus mejillas antes de salir corriendo, a él no le gusta que haga eso, pero a mí me gusta hacerlo.

Bajo en el ascensor y salgo a pedir un taxi, para mi mala suerte tardo más de diez minutos en conseguir un taxi y en el camino todos los semáforos estaban en rojo. Quizás era una señal que no debía ir a casa, que debía salir huyendo, quizás debería regresar a Italia. Cuando el taxi se detiene en mi casa no me quiero bajar, el taxista me mira preocupado y yo le sonrió antes de bajarme. Camino hasta la puerta y toco el timbre, Mery, el ama de llaves me abre la puerta con una sonrisa, yo la abrazo y le digo que es bueno verla.

Todo en la casa es un caos, hay personas cargando flores y adornos, comida, sillas y manteles. Mery me dice que me están esperando en la sala. Camino hasta la sala y al primero que veo es a Alex de pie cerca de la chimenea. Corro a sus brazos y él me da vueltas en el aire.

—Te extrañado mucho hermanito. —le digo.

—Yo también te extrañado enana—me dice con cariño mientras me pone en el suelo.

Despacio me giro para ver a mis dos hermanas mayores mirarme molestas.

—Te pedí que estés aquí a las ocho y son las nueve de la mañana. ¿Por qué no fuiste ayer a la despedida de Sophie? A veces puedes ser tan irresponsable Emma, en serio eres muy desconsiderada, es la boda de tu hermana. La familia de Ian está aquí para conocerte, lo bueno es que a la hermana le encantan las decoraciones y esta entretenida con eso.




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