¡el amor es una mierda!

Capítulo 7 Las mentiras tienen patas cortas

Doy vueltas en círculo sin poder pensar con claridad, Ian me sujeta de los hombros y lleva su dedo índice a sus labios para decirme que guarde silencio. Yo asiento con la cabeza y él me pide que me quede quieta mientras sale a revisar quien es. Cuando Ian abre la puerta del invernadero y sale, mi respiración se acelera y entro en pánico. Aquí está toda la familia de Ian y mi hermano con su novia, es un mal lugar y un muy mal momento para ser descubiertos. Me sobresalto y me tapo la boca para no gritar cuando veo a Ian.

Su expresión sería no me dice mucho y la intriga me está matando.

—No hay nadie —me dice.

No lo entiendo, había murmullos y se escuchaban cerca. Definitivamente había alguien ahí y por la mirada de Ian, me doy cuenta que él piensa igual. Lo veo caminar hasta mí y me abraza, besa mi cabello y me dice que todo va a estar bien. Pero no puedo estar tranquila hasta saber quién estaba ahí, mirando afuera del invernadero.

¿Y si esa persona salió corriendo a decirles a todos los de la fiesta?

—No pasa nada —dice Ian contra mi cabello —. Todo está bien.

Cierro los ojos y quiero creerle. Soy consciente que esto está mal, pero no me siento mal por hacerlo, me siento mal al saber que Alex se puede enterar y lo decepcionado que va a estar de mí, y no quiero imaginarme lo que Elizabeth me va a decir o Sophie, siempre he sido la mancha negra en la perfecta familia Montgomery, todos podían cometer errores menos yo, porque yo de por sí, soy un error.

—Te tengo una sorpresa —me dice Ian mientras toma mi mano y me lleva hasta una de las esquinas del invernadero. Enciende una pequeña lámpara y me señala un hermoso y exótico tulipán que está en una caja de vidrio. Frente al tulipán hay una pequeña caja de terciopelo negro con una cadena, una hermosa y sencilla cadena. La cadena es de oro blanco con una pequeña margarita de oro blanco y plata.

—Las margaritas son nuestro código especial —me dice Ian mientras me pone la cadena—. Esta es mi forma de decirte que siempre te llevo presente, que no puedo dejar de pensar en ti. ¿Crees que es demasiado cursi?

Me giro, coloco mis manos alrededor de su cuello y lo beso.

—No, claro que no. Es un gesto hermoso. ¿Por qué crees que me parecería cursi?

Ian acaricia con delicadeza mi rostro antes de dejar un casto beso en mis labios.

—Antes de conocerte escuché varias historias sobre ti. Decían que eres extrovertida, te gusta la aventura y detestas el romanticismo, que solo tienes aventuras y nada serio.

Sí, eso en parte es verdad.

—Me gusta la aventura, lo sabes, en parte porque odio la rutina. Pero no odio el romance, es sólo que no quería que me lastimen y tampoco había encontrado al hombre adecuado. Pero me gusta el romance, me gusta mucho.

—A mí no me gustaba el romance, pero tú me haces querer hacer todo tipo de cosas cursis. Me gustas, Emma, me gustas mucho.

Tomó su rostro entre mis manos

—Tú también me gustas mucho.

Nos besamos. No recuerdo cuanto tiempo estuvimos así, pero no fue suficiente.

Cuando regresamos a la fiesta observo a todos y siento que me observan, busco a David con la mirada y él está conversando con un grupo de personas. Me acerco a ellos y les digo que les voy a robar un momento a David.

—David, alguien nos vio.

Aprieto con fuerza el brazo de David mientras de reojo miro alrededor del lugar.

—¿De qué hablas?

Él bebe tranquilamente su copa de champán.

—Alguien me vio con Ian.

David tose y casi bota un poco de champán.

—¿Quién fue? Te dije que estabas jugando con fuego, el camino del pecado nunca es bueno Emma —él no me deja hablar —. No te asustes, vamos lo secuestramos y lo amenazamos para que no diga nada. No te preocupes amiga, yo te ayudo.

Pongo los ojos en blanco, aunque debo admitir que no suena tan mal esa idea.

—No sé quién fue, Ian salió a ver, pero no vio a nadie.

—Quizás solo fue el viento.

Niego con la cabeza.

—Se escucharon unos murmullos.

—Quizás eran los murmullos de tu sucia conciencia. Esto puede ser una señal divina para que dejes de ser miss pecado 2018 y seas miss virtud 2018. Vamos amiga, tú puedes.

Le pegó en el brazo y él se queja. Abre su boca, pero la vuelve a cerrar y me señala con la cabeza a alguien detrás de mí. Me giro y veo a Derek caminar hasta nosotros. ¿Qué hace él aquí? Y si fue él, quizás él me siguió y me vio. Dios sé que he pecado, pero, por favor no me castigues así. Por favor, que no sea él.

—¿Podemos hablar un momento? —me pregunta.

David le va a decir algo, pero yo le sonrío y asiento con la cabeza, tengo que saber si es él o me voy a volver loca. David me mira y asiente con la cabeza mientras se aleja y me deja sola con Derek

—¿Cómo estás? —me pregunta.

—De qué quieres hablar —le digo.

Él me sostiene la mirada, yo le sigo el juego, lo miro desafiante mientras me muerdo el labio inferior. Yo no suelo beber, pero le quito la copa que lleva en la mano y le doy un sorbo mientras sonrío juguetonamente. Le devuelvo la copa de champán y veo como su mirada se oscurece.

—Vamos, dime lo que quieres decirme —le espeto, mientras acaricio su brazo derecho.

Habla rápido idiota, quiero saber si me viste.

—De nosotros, no me voy a dar por vencido contigo. No me quiero rendir, no puedo, no quiero perderte.

Suspiro y me siento aliviada, no fue él. Pero si no fue él, ¿quién fue?

—Ya me perdiste —le digo—. Derek, tú me gustabas desde siempre, me creé expectativas tan altas sobre ti que jamás las podrías haber llenado porque simplemente no eres ni lo que quiero, ni lo que necesito y jamás lo podrás ser.

Me acerco y le doy un beso en la mejilla antes de alejarme y acercarme a Erik y Annie. Ambos me sonríen cuando me acerco.

—Es tan agradable cumplir años—me dice Annie mientras pone su brazo alrededor de mis hombros—. Y es más agradable estar con mi familia y amigos.




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