¡el amor es una mierda!

Capítulo 8 ¿Crees en el hilo rojo del destino?

Las gotas de lluvia caen con fuerza en la tierra, las hojas de los árboles se mueven de un lado a otro mientras las gotas de lluvia caen sobre ellas. Me relaja ver la lluvia, me gustan mucho los días lluviosos.

—¿Va a venir mi papá? —le preguntó a mi mamá.

Ella me sonríe, pero puedo ver que la sonrisa no llega a sus ojos y entiendo que él no va a venir, él nunca viene a verme, él no me quiere.

—No importa —le digo a mi mamá con una falsa sonrisa antes que ella me responda-es mejor así, prefiero pasar mi séptimo cumpleaños solo contigo.

Esa es la primera mentira que recuerdo decir y creí que estaba bien, sabía que mentir era malo, pero al menos así mi mamá no estaba triste. Además, me alegra mucho haber pasado ese cumpleaños solo con ella porque fue el último cumpleaños que pasamos juntas. Ella murió meses después. Así que de esa mentira no me arrepiento, pero sí de muchas otras que he dicho, me arrepiento incluso de cosas que no he dicho.

A veces solo nos queda eso, el arrepentimiento. 

—¿Podemos hablar? —me pregunta ella mientras me hace una seña para que la siga.

Lo hago, la sigo por el pasillo hasta una habitación grande. Ella enciende la luz y me pide que me siente en uno de los sillones negros que esta frente al balcón que da al patio de atrás.

—No te voy juzgar, no soy quién para hacerlo —me empieza a decir Annie mientras toma asiento en el sillón frente a mí—. Tampoco quiero que me expliques nada, repito, no soy nadie para exigir ese tipo de cosas.

Asiento con la cabeza, pero no entiendo a donde quiere llegar.

—Los seguí porque hace unas semanas escuché a Ian hablar por teléfono y dijo tu nombre. Mientras hablaba estaba muy relajado, algo que no es común en él, bueno, solía ser común.

Ahora entiendo menos a donde quiere llegar.

—Ian es mi hermano y lo adoro con mi vida, pero siempre me molestó lo mujeriego que era, yo le decía que un día iba a encontrar una mujer que lo haría sufrir y lamentablemente así fue. — Annie cierra los ojos un momento y se masajea la cabeza con la yema de los dedos—. Él encontró a Eleanor.

¿Quién es Eleanor?, me pregunto y creo que Annie puede leer mi mente, porque procede a explicarme quien es la mujer que ella acaba de mencionar.

—Ella era hermosa, inteligente y egoísta. No amaba a Ian, ella no ama a nadie. Ian la conoció en una fiesta y quedó hechizado con ella, él nunca antes había llevado una chica a la casa y todos nos sorprendimos cuando la llevó a la casa a solo tres meses de haberla conocido y nos dijo que se iban a casar.

Intento ocultar mi cara de sorpresa y no sé si lo consigo, pero no puedo evitar sorprenderme porque cuando busqué sobre él en internet no salió nada de eso.

—Querían una boda sencilla y lo antes posible. A pesar que nosotros no estábamos de acuerdo con esa boda, porque ella no nos daba buena espina, lo ayudamos en los preparativos de todo y a ella la tratamos de maravilla. No nos equivocamos con ella, Eleanor dejó plantado a Ian el día de la boda.

Desde que Annie empezó a contar esa historia, supe que algo así había sucedido.

—Se fue con un árabe millonario y al menos nosotros no volvimos a saber de ella. No dejó una carta, no dio una explicación, simplemente se fue. Ian quedo destrozado y se volvió el hombre frío adicto al trabajo que es ahora, antes era diferente, él incluso bromeaba. —no puedo imaginarme a Ian haciendo una broma—. Te digo todo esto porque ese día mientras lo escuché hablar contigo pude ver un momento a ese Ian. —Annie se inclina y toma mis manos entre las suyas— Emma, no quiero que Ian vuelva a sufrir porque está vez, no habrá vuelta atrás, por favor, no lastimes a mi hermano.

Me pongo de pie y empiezo a caminar alrededor de la habitación. Es mucha información, es demasiada información y no sé qué decir o pensar.

—Lamentó entrometerme de esta manera —me dice Annie mientras se recuesta en el sillón—, pero todos sabemos que él no ama a tu hermana y ella a él tampoco, aún desconocemos las razones por las que se casaron, pero lo estamos averiguando.

Eso es algo que se ve a kilómetros.

—Mira, hay otra parte de la historia algo que sucedió antes, una parte que no me es permitido contar, pero que también influenció para que Ian se volviera así.

¿Hay más? Y yo creía que era la única que guardaba secretos.

—¿Hace cuanto pasó eso? —me atrevo a preguntar.

Ella mira por la ventana.

—¿Lo de Eleanor? Hace seis años.

Ian es ocho años mayor que yo así que tenía veintitrés cuando eso pasó. Por un momento me detengo a imaginarme a un Ian joven y enamorado, un Ian risueño y feliz. Me imagino las cosas que debió hacer por ella, las palabras hermosas que le tiene que haber dicho. Me imagino tantas cosas y todas me duelen. Me duelen por él, por lo que debió haber sufrido y me duelen por mí.

—¿Qué quieres que haga? —le pregunto a Annie mientras me vuelvo a sentar en el sillón—. ¿Quieres que lo deje?

Incluso la pregunta me duele. No quiero dejarlo, mientras estuve en Italia lo único que podía pensar era en él, en lo mucho que quería estar en sus brazos y ahora que al fin lo consigo tengo que dejarlo ir.

—No, al contrario— me dice ella—, quiero que te cases con mi hermano.

No me esperaba ese giro en nuestra conversación. ¿Acaso ella se ha olvidado que su hermano está casado con mi hermana? Por un momento creo que va a decir que es una broma, pero la sonrisa en su rostro y la forma en que me mira me da a entender que no es ninguna broma. Annie habla muy en serio.

—Todos creemos que Ian, está diferente desde que te conoció y nos gusta verlo así.

—Espera un momento. ¿Todos?

Ella parece darse cuenta de lo que ha dicho y golpea suavemente sus labios con su dedo índice.

—Sí bueno, no todos, yo se lo comenté a Erick porque él lo sabe todo y lo que no sabe se lo inventa y a Gabrielle porque aparte de ser mi cuñada es mi amiga y compañera del crimen. Ella me acompañó a espiarlos hoy. Pero no saben que el otro sabe. —la miro sin entender nada—. Erick no sabe que Gabrielle sabe y viceversa. Y tú no le puedes decir a Ian que nosotros sabemos.




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