¡el amor es una mierda!

Capítulo 40 Después de todo, el amor no es una mierda.

1 año después

Me levanto cuando escucho una suave melodía venir de la sala de nuestra casa, sonrío, aún me resulta raro saber que tenemos un hogar juntos. Después de todo lo que pasamos quisimos tomarnos las cosas con calma y hacerlo bien, respirar y dar un paso a la vez. Nos ha ido bien, llevamos un mes viviendo juntos, fue muy difícil encontrar una casa que sintiéramos como nuestra, pero la conseguimos.

Me paro y me pongo la camisa blanca de Ian que está en la silla y salgo para poder verlo. Él está sentado frente al piano mirando el jardín a través del ventanal de vidrio. Me quedo hipnotizada mirándolo tocar, trato de reconocer aquella dulce melodía, pero no puedo.

—¿Es nueva? —pregunto mientras lo abrazo por la espalda y recuesto mi mejilla en su hombro—. Es muy hermosa.

Él no responde y empieza a tocar la melodía de nuevo.

Y el para siempre suena a poco tiempo.
La eternidad se desvanece entre mis dedos.
Porque solo quiero quedarme contigo
Hasta que el cielo colapse e incluso después
Porque tú y yo es todo lo que necesito
Tú y yo es lo que me mantiene vivo
Estoy tan enamorado de ti
Estoy tan enamorado de ti
Dime que no me dejaras ir
Dime que no te alejaras
Que nos amaremos hasta que las estrellas dejen de brillar
Que estaremos juntos por toda la eternidad
Porque yo no podría dejarte ir
Porque yo no puedo vivir sin ti
Estoy tan enamorado de ti

—¿Es para mí? —le pregunto.

Él deja de tocar y se gira para mirarme a los ojos. Acuna mi rostro con ternura entre sus manos. Me observa y hay tanto amor en su mirada que me conmueve.

—¿Para quién más podría ser? —me dice mientras me da un pequeño beso en la nariz—. Por supuesto que es para ti y solo para ti. Mi amiga, mi amor, mi todo.

Él me abraza y besa mi frente. Adoro que me de besos en la frente.

—Feliz aniversario —murmura contra mis labios—. Nuestro primer aniversario como pareja.

Parece mentira que ya ha pasado un año desde que estamos juntos y dos años en total desde que nos conocimos. Tanto tiempo y me sabe a nada, él tiene razón, ninguna medida de tiempo resulta suficiente cuando amas a alguien.

—Sabes, aún no puedo creer que hoy es la fiesta de compromiso de Sophie —le digo a Ian mientras me siento en sus piernas— ¡Se va a casar antes que yo!

No es una indirecta, estamos bien y eso es lo que importa. No necesito un anillo en mi dedo para saber que quiero estar con él por lo que me quede de vida.

—Ya estuvo casada antes —me dice Ian mientras se señala.

Niego con la cabeza.

—Ya, pero ahora es real. Ella realmente ama a Julián y no hay duda que él la ama a ella. Aunque al principio no tuvieron todo fácil al final todo salió bien. Estoy feliz por ella.

Cuando Sophie me contó sobre su compromiso grite de emoción en medio del restaurante. Jamás olvidaré lo feliz que estaba ella mientras me dejaba ver el anillo.

—Te amo —me dice Ian—. Te amo tanto, Emma.

—Yo no, solo te quiero por tu dinero.

Ian se ríe y después me besa.

—Debí imaginarlo.

Hace tiempo jamás me hubiera imaginado encontrar a alguien con quien pudiera ser yo misma y que me amara por eso, alguien que este siempre ahí creyendo en mí. Yo jamás soñé con un príncipe azul o esperé que alguien me viniera a rescatar, en realidad me conformaba con alguien que dijera que quería estar conmigo.

No soñaba con encontrar mi alma gemela o esas cosas, creía que eso no era real o que jamás me llegaría a pasar a mí, no me sentía suficiente o merecedora de un alma gemela. Pero cuando encontré a Ian fue más que eso, más de lo que esperaba y más de lo que jamás llegué a soñar. Fue real, perfecto e irónicamente él creía que no era digno de mí. Pero ambos logramos superar esos temores del pasado y ahora sabemos que nos merecemos. Lo amo tanto, un poco más cada día y no entiendo cómo es eso posible pero así es.

—Eres la mujer más hermosa está noche —me dice Ian mientras entramos al salón donde se realiza la fiesta de compromiso de Sophie y Julián.

Toma mi mano y me hace girar para verme mejor, la falda dorada de mi vestido se mueve con gracia acoplándose a la perfección a mi figura.

—Aún no has visto a todas las mujeres de la fiesta.

Acomodo su corbatín, él levanta mi rostro y me mira a los ojos por un largo momento, yo podría quedarme todo el día mirando sus ojos.

—Vamos —le digo—, siento que si no entramos rápido me harás el amor aquí mismo.

—Te quise hacer el amor en el auto, pero sabía que no querías dañar tu maquillaje o tu peinado.

No puedo evitar soltar una carcajada al ver la expresión de la mujer de unos setenta años que cruza junto a nosotros mientras Ian dice eso.

Sophie está radiante con un vestido plateado diseñado especialmente para ella, tiene su cabello rojo ondulado, con un pequeño recogido a un lado y una diadema de diamantes. Parece una princesa. Nos acercamos a ella y la abrazo muy fuerte.

—Deja el drama Emma —le encanta decirme eso, pero sé que ama que sea dramática—, nos vimos ayer.

Es verdad, nos vemos casi todos los días si tenemos tiempo y a veces hacemos tiempo solo por vernos.

Veo a Alex caminar hacia nosotras del brazo de su embarazada esposa.

—Alex —me lanzo a sus brazos a penas lo veo—. Te extrañado mucho.

Él me abraza muy fuerte y besa mi cabello. Me separo de él para poder saludar a Lía y sobar su barriguita de ya seis meses.

—Hola, Lía. ¿Cómo vas con el embarazo? —le doy un beso en la mejilla y ella suspira de forma dramática mientras se pasa una mano una mano por su vientre.

Una punzada de celos me invade cuando la veo sonreír a su barriga y decir lo mucho que se mueve el bebé y como le gusta patear por las noches. Ian se da cuenta de eso y me abraza, a veces es inevitable que ese tipo de cosas me hagan sentir mal. Pero con el tiempo todo se vuelve más llevadero.




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