El Amor Más Allá de la Memoria

Capítulo III: Viaje

Amelia Jones

Una semana después

Ya había pasado una semana desde la fiesta. Durante estos últimos días, me había sumergido en la lectura de una novela que mi amiga Daniela me había recomendado hacía mucho tiempo. La novela se titula ‘Tus Malas Intenciones’, y me atrapó tanto que, en un abrir y cerrar de ojos, ya había pasado una semana y estaba a nada de terminarla.

De repente, caí en cuenta de que tenía que preparar rápido mi maleta, ya que en unas horas salía mi vuelo. Tendría que seguir con mi lectura en el viaje, aunque me había desvelado tanto que seguramente me quedaría dormida en el avión.

«Espero no roncar», eso me preocupaba.

— ¡Amelia! — llamó mi madre desde la planta baja.

— ¡Dime! — contesté en voz alta para que pudiera escucharme.

— ¿Estás lista? — preguntó, pero no llegué a responder, ya que habló nuevamente. — Debes apurarte, o vas a perder el vuelo —.

— ¡En un momento bajo, ya casi termino! — le aseguré.

Coloqué todo lo necesario en mis dos maletas: camisetas, suéteres, pantalones, algunas Converse, vestidos (por si acaso, uno nunca sabe si habrá una cena o fiesta importante).

En la otra maleta guardé todo lo que necesitaría para sobrevivir: libros (obviamente), tenía muchos pendientes y pensaba leer un poco antes de empezar la vida universitaria, pues luego dudo que vaya a tener tiempo. Tres pares de audífonos (mejor prevenir que lamentar), una pequeña impresora, y algunas otras cosas necesarias. En otra pequeña bolsa tenía todo lo esencial para la higiene personal.

«Estoy lista», pensé, mirando mi cuarto con nostalgia. «Extrañaré este lugar» se había vuelto mi refugio, aunque volvería en las vacaciones… sabía que no sería lo mismo.

Al salir de la habitación, miré al suelo. Nil, mi hurón, no paraba de saltar para que lo levantara. «Lo extrañaré mucho, él es mi fiel compañero», unas lágrimas amenazaban con salir de mis ojos, pero no lo permití. Sabía que, si me veía llorar, estaría inquieto.

— No te preocupes, volveré en vacaciones. Mientras tanto, nana te cuidará bien — le dije con una sonrisa. Ella se había ofrecido a cuidarlo, y yo le estaba eternamente agradecida.

Nil la quería mucho, al igual que yo. Él me miró con esos ojos grandes y se acomodó en mi cuello. Era su forma de abrazarme, o al menos eso creía yo.

» Eso o estaba probando si podía asfixiarte « rodé los ojos ante el comentario de mi conciencia, solía ser muy molesta e inoportuna » Te insultas a ti misma « la ignore.

Mientras bajaba me era inevitable no pensar en que era un hurón muy travieso; aún recordaba el día que lo trajeron a casa, mi nana había visto un anuncio donde lo regalaban porque ya no lo querían, y ella pensó que era un gato.

A mi madre casi le da un infarto cuando lo vio. No paraba de gritar desde la mesa en la que se había subido, exigiendo que se llevaran "esa rata". La escena no dejaba de parecerme graciosa incluso ahora.

Desde entonces, Nil y yo hemos estado juntos, hemos compartido mil aventuras y travesuras. Era la primera vez que me separaba de él, y me dolía tanto, pero sabía que mi nana lo cuidaría bien. Bajé con las maletas y Nil aún en mis hombros. Me despedí de mi nana, dejándole a Nil y pidiéndole que me mantuviera al tanto de todo.

Al subir al coche, miré hacia atrás, en esa gran casa dejé a los dos seres más importantes de mi vida, pero les había prometido volver en vacaciones, y pensaba cumplir mi promesa.

Unas horas más tarde, me encontraba en el aeropuerto, esperando la salida de mi vuelo hacia Inglaterra junto con mi familia y amigos. Mientras hablábamos sobre todo lo que iba a ver y cómo serían las cosas con mis abuelos, seguimos charlando hasta que anunciaron mi vuelo.

Aerolínea: Vuelo número **** con destino a Inglaterra, favor de abordar.

— Es mi vuelo, debo irme — les dije a mis padres, quienes asintieron antes de abrazarme.

— Pórtate bien, te vamos a echar de menos — dijo mi madre, al borde de las lágrimas.

— Cuídate y no te metas en problemas — añadió mi padre serio. O eso quería aparentar porque creo que vi sus ojos llorosos.

— Claro, me cuidaré y no me meteré en problemas, lo prometo. Los llamaré en cuanto llegué — les sonreí. — Los voy a echar mucho de menos — comenté antes de volver a abrazarlos.

— Ey, nosotros también queremos abrazos — dijeron los gemelos al unísono. Fui hacia ellos y los abracé.

— Los voy a extrañar mucho, más les vale no cambiarme — gruñí, provocando sus risas.

— Eso jamás, tú eres nuestra loca preferida, nosotros también te vamos a echar mucho de menos — dijo Daniel y me abrazó de nuevo.

— Aunque no me gusta darle la razón a mi hermano, en esta ocasión tiene razón. Te voy a extrañar mucho, prométeme que sacarás fotos de todo — dijo Daniela, haciéndome reír. A ella le encantan mis fotografías.

— Claro. Ya debo irme, díganle a nana que la quiero y que la llamaré — dije, antes de comenzar un abrazo grupal. — Los quiero a todos — Me despedí con la mano y me dirigí hacia mi vuelo.

Después de todos los trámites, finalmente estaba en el avión. Decidí ocupar un asiento en segunda clase, ya que no quería estar sola, a mi lado estaba una mujer con dos bebés adorables y regordetes.

El otro asiento estaba libre, así que coloqué mi cartera ahí, pero no pasó mucho tiempo cuando oí una voz dirigirse a mí.

— Disculpa, ¿es tu cartera? — preguntó alguien desde arriba. Levanté la cabeza y me encontré con un chico moreno de cabello castaño y ojos marrón claro. Me miraba irritado.

«Pero ¿qué hice ahora? Ah, sí, la cartera».

— Eh, sí, es mía. Lo siento — dije, sonrojándome.

— No pasa nada. Soy Liam Miller por cierto, ¿y tú? — pregunto luego de sentarse.

— Me llamo Amelia Jones, un gusto — extendí mi mano. Me miró y la tomó, estrechándola.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.