Sebastián: seguramente el señor Vaughan no va a querer hablar con usted. Aunque se le olvida escucharme y siempre termina haciendo su voluntad.
Diego: es que nunca me ha gustado escuchar a nadie. Porque prefiero hacer las cosas por mí mismo y con mi mujer no será la excepción.
Sebastián: entonces no le diré nada más. Pero debería de preocuparte por su suegro, ya que nunca le ha gustado ver sufrir a su hija y por más que le dije que tuviera cuidado jamás lo hizo.
Diego: siempre te he visto como si fueras parte de mi familia y por esa razón has conservado tu trabajo. Además, también me haces ver cuando me porto mal con mi prometida.
Sebastián: solo hago mi trabajo. Nada más que sé no dejara pasar mucho tiempo sin arreglar esto y sobre todo debería de hacerlo si no la quiere perder.
Diego: yo nunca he perdido algo que es mío. Solamente que no soy un tonto que se deja influenciar por los demás y en verdad espero que no haga nada.
Sebastián: estoy seguro que eso muy pronto lo sabrá. Pero sabe a la perfección los errores que ha cometido y sobre todo no tengo ninguna necesidad de recordárselos.
Diego: lo que menos me conviene en este momento es recordar el pasado. Porque debí de tratarla de mejor manera y en cambio ella siempre me miraba con ojos de amor.
Sebastián: ahora tendrá que pensar en cómo lograr que lo perdone y si la señorita está segura de que sería mejor terminar con usted debería de aceptarlo.
Diego: no tengo ninguna necesidad de aceptar nada. Además, mi Helena se terminará casando conmigo y por más intento que haga de dejarme eso jamás pasará.
Sebastián: pienso que no debería de sentirse demasiado seguro. Porque si ella se propone dejarlo no podrá hacer nada para evitarlo y el que estaría en problemas seria usted.
Diego: enfrentare todos los problemas que me esperan. Nada más que estoy dispuesto a pedirle perdón todos los días con tal que lo haga.
Sebastián: pedirle perdón será lo primero que debería de hacer. Pero sé que no debemos seguir con esta conversación, ya que tiene que decir lo que tiene que hacer.
Diego: tienes razón en ese sentido. Siempre he estado seguro de que no siento nada por mi prometida y sobre todo siento que algo cambiara entre nosotros.
Sebastián: si no conoce sus verdaderos sentimientos no debería de buscarla. Solamente que la señorita merece tener una vida tranquila y sin ninguna preocupación.
Diego: conmigo mi Helena tendrá todo eso. Ahora llego el momento de irme a dormir, ya que no pienso esperar un solo día para verla.
Él se despide de su guardaespaldas para después levantarse de su asiento. Diego empieza a caminar para dirigirse rumbo a su recámara y a los pocos minutos llega, el cuándo lo hace se pone su pijama. Diego empieza a caminar y cuando llega a su cama se acuesta y antes de quedarse dormido sonríe al recordarla.