El amor que no llegó a tiempo

Amor imposible

El primer día de universidad no se olvida. O eso dicen.

El mío fue normal. Demasiado normal.
Llevaba un suéter lila, jeans sencillos y el cabello atado en una coleta floja. No era especialmente llamativa, ni lo intentaba. Me senté en el último asiento del aula, como siempre, esperando pasar desapercibida, como una sombra más entre tantas.

Y entonces, él entró. Jhony.

Sí, ese Jhony. El de la preparatoria. El que ocupaba las páginas de mi diario sin saberlo. El que llenó mis silencios, mis suspiros, mis ganas de ser vista...
Y ahí estaba otra vez. Alto, pálido, con una sonrisa despreocupada y un porte que parecía sacado de una película adolescente mal dirigida. Rodeado de dos chicos y una chica con falda corta y voz chillona. Como siempre.

Me vio. Bueno, miró hacia mi lado, pero no creo que sus ojos siquiera me enfocaran. Y eso fue suficiente para que mi corazón se alborotara como si fuera una niña de quince otra vez.

-Lo sigues mirando como si fuera la última galleta del paquete -murmuró Marie a mi lado, mientras sacaba un chicle de menta.

Solté una risa nerviosa. Ella siempre lo decía todo sin filtro, pero con cariño.

-¿Tanto se nota?

-No. Solo porque llevo tres años viendo la misma película en cámara lenta.

La clase comenzó y Jhony se sentó en la segunda fila, sin saber que a cinco asientos detrás de él, había una tonta enamorada. Yo.

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Después de clase, fuimos por café.

Marie pidió uno con leche de soya y yo un capuchino. Nos sentamos en la banca de siempre, la de la esquina del patio, cerca de los árboles.

-Te voy a decir algo, y quiero que no te enojes -dijo Marie, cruzando sus piernas con elegancia desganada.

-¿Qué hice ahora?

-No hiciste nada. Ese es el problema. -Me miró fijo-. Te quedaste atrapada en un amor que ni siquiera sabe que existes. ¿No es injusto para ti?

No respondí. Bebí un sorbo de café que sabía más amargo de lo habitual.

-Es que no puedo evitarlo -susurré.

-Claro que no puedes. Porque no has querido soltar. Y ¿sabes qué pasa cuando no sueltas a alguien que no te corresponde? Te aprietas tú misma. Te sofocas. Te conviertes en un fantasma de lo que podrías ser.

Callé. No por ofendida, sino porque tenía razón.

Marie siguió, su tono ya no tan brusco, sino sereno, como si hablara más allá de mí:

-A veces, Cristina, el amor no es el problema. El problema es lo que idealizamos. A veces confundimos un enamoramiento con una esperanza disfrazada. Esperamos que un día él gire, te mire, y diga "wow, siempre estuviste ahí". Pero no todos los finales son así. No siempre hay giros de guion. Y está bien.

-¿Entonces qué hago?

-Vive. Ama tu vida sin ponerla en pausa por alguien que ni siquiera sabe en qué página vas.

-Suena fácil...

-No lo es. Pero te prometo que duele menos que estar esperando un mensaje que nunca llega.

Marie se inclinó y me dio un golpe suave en la frente con el dedo.

-Tienes que empezar a quererte tanto que ya no necesites que él te vea para sentirte valiosa.

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Volví a casa esa noche, con sus palabras como eco.

Encendí mi lámpara, abrí mi libreta, y escribí una frase más, ya a penas tenía páginas en blanco, le había dedicado cada una de ellas a Jhony:

"No quiero ser la sombra en la historia de nadie. Quiero escribir la mía, aunque duela."

Jhony seguía sin saber que existía.
Y aún así, mi corazón seguía aferrado.

Pero, tenía a Marie.

Y quizás, por primera vez...

Tenía también una pequeña semilla de amor por mí.



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En el texto hay: tragedia, autoestima, amorimposibledeolvidar

Editado: 21.06.2025

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