El amor que sentí de ti

Capítulo 1 – El principio del amor más lindo.

El pueblo se sentía nublado, con ese olor a tierra mojada que anunciaba lluvia. Era una tarde cualquiera, de esas que parecen no tener nada especial, pero que terminan cambiándolo todo.
Yo no lo sabía aún, ni mi mejor amiga tampoco. Solo queríamos distraernos un poco, salir de la rutina y acompañarla al lanzamiento de la promoción de su hermano.

Quedamos en ir juntas. Pasé por ella a la parada del bus de su universidad; el cielo ya estaba gris, el viento fresco, y una fina llovizna empezaba a mojar el suelo. Caminamos riendo, compartiendo historias tontas, sin imaginar que esa tarde quedaría guardada en mi memoria para siempre.

Cuando llegamos, entramos al área VIP del evento. Por cosas del destino, estaba casi vacío. Aun así, poco a poco comenzó a llenarse: luces, música, murmullos, y esa emoción que se siente cuando algo nuevo está por empezar.
Mi amiga y yo hablábamos de cualquier cosa, hasta que, de repente, él apareció.

—Mira —me dijo mi amiga—, es un amigo mío.

Lo llamó con la mano y él se acercó. Tenía una sonrisa tranquila, de esas que parecen esconder historias. Se sentó con nosotras, y ahí, justo en ese instante, empezó todo.
Nos presentamos. Su voz era suave, segura. Hablamos un rato, entre risas nerviosas y miradas que duraban un poco más de lo normal. Todo fluyó con una naturalidad que me desarmó.

Mi amiga, con esa confianza que siempre la caracteriza, le preguntó si se metería conmigo. Él me miró, sonrió apenas y respondió que sí.
Fue una respuesta sencilla, pero dentro de mí algo cambió.

Mi amiga y yo nos fuimos bajo la lluvia. Caminábamos rápido, riendo mientras el agua nos empapaba el cabello y la ropa. En medio de esas risas, me dijo que me iba a pasar su número.
—Toma —me dijo—, es el número de él.
Y lo guardé. No pensé en escribirle de inmediato, pero algo dentro de mí quería hacerlo.

Esa noche, mientras el sonido de la lluvia seguía golpeando el techo de mi cuarto, miré su contacto en el teléfono. Dudé unos minutos, respiré hondo y le escribí.

Así empezó lo que sería la historia más linda y especial de todas.

Al principio solo hablábamos como amigos. Las conversaciones fluían con facilidad, como si nos conociéramos desde siempre. Coincidíamos en cosas pequeñas: la música, los sueños, los miedos, incluso en la forma de ver la vida.
Entre palabra y palabra, algo empezó a crecer.

Él me contó que no quería nada serio, que pronto se iría del país. Lo dijo sin intención de herir, solo con la honestidad de quien no quiere prometer lo que no puede cumplir. Pero, aun sabiendo eso, no pude detener lo que sentía.

Todo se dio tan natural, tan bonito, que parecía imposible que doliera algún día.
Y fue así como conocí al amor más lindo que he tenido.




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