El amor que sentí de ti

Capítulo 22 El silencio del contacto cero.

Y empezó así… el contacto cero.
Ya no hablamos, ya no nos escribimos nada. Solo para activar la racha.
Y si trato de buscar conversación, es peor; salgo más lastimada que al principio. Y no porque él quiera, sino porque yo no quiero que acabe.

Pero en estos días he aprendido a ir soltando poco a poco. Por eso también me hace daño a mí, aunque no lo admita.
Y así termina el amor que sentí de ti.
Él se va y yo me quedo aquí, esperando que en su corazón haya todavía espacio para una amiga que está dispuesta a quererlo y a apoyarlo en todo, aunque me duela mil años.

Desde que decidí alejarme, el silencio se volvió parte de mis días. A veces lo odio, otras lo entiendo. Me obliga a escucharme, a reconocer que no todo lo que se ama está destinado a quedarse. Que algunas historias, por más bonitas que sean, también se escriben para terminar.

Hay noches en las que todavía reviso la conversación, las fotos, los mensajes que alguna vez me hicieron sonreír. No porque espere algo, sino porque recordar se ha vuelto mi forma de despedirme. Cada palabra suya, cada risa compartida, es un pedazo de tiempo que se quedó suspendido, como si aún pudiera volver a ser nuestro.

Pero no.
El amor también tiene su final silencioso. No llega con gritos ni discusiones, sino con mensajes que dejan de llegar, con miradas que ya no se buscan y con ese vacío que se instala en el pecho sin pedir permiso.

Intento distraerme, seguir con mi vida, pero hay días en los que simplemente no puedo. Y está bien, me repito. Está bien no poder soltar de golpe.
Porque amarlo fue algo real, y lo real no se borra tan fácil.

A veces imagino que un día volveremos a hablar, sin culpas, sin heridas abiertas. Que él me contará que está bien, y que yo podré escucharlo sin que se me quiebre la voz. Que entre los dos quedará ese cariño sincero que una vez lo fue todo, y que ahora solo busca un lugar donde descansar en paz.

Porque sí, lo quiero, y lo seguiré queriendo a mi manera. No como antes, sino con esa ternura de quien aprendió a dejar ir sin dejar de sentir.

Y aunque duela, aunque me cueste respirar algunos días, sé que este silencio también me está enseñando algo: a quererme más, a no depender de lo que se fue, a entender que no todo lo que se ama se debe retener.

Así termina el amor que sentí de ti.
No con reproches, sino con agradecimiento.
Porque fuiste una historia que me cambió, que me enseñó lo que significa amar de verdad, aunque ese amor no haya durado para siempre.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.