El Amor Secreto Del Ceo

Primer encuentro

No sabía por cuánto tiempo dejaría de ver a mi familia, pero estaba aquí, a punto de iniciar mi sueño y dar todo por ello, no me preocupaba lo que fuera a pasar, porque sabía que era inteligente y capaz, una mujer fuerte y valiente qué no se rendía a nada y menos de una manera fácil.

Me encanta programar, hacer diferentes formatos y maquetas digitales y partí de ahí, en ese momento, supe que lo mío era crear ilusiones, transportar a otros mundos divertidos y competir de otro modo, desde ser una piloto de fórmula 1, hasta diseñar ropa sin ser especialista en el tema.

—¡Claro mami! Es mi sueño y espero que en unos meses la noticia de que tu hija es creadora de videojuegos en Nakamura’s Legacy Co, te haga sentir orgullosa, tanto como a mi papi—expresé.

Mi madre sonrió, mientras papá corrió a despedirse de mi con mis dos hermanos.

—Te vamos a extrañar, preciosa— dijo mi hermano, el mayor.

—Yo a ustedes los extrañaré demasiado, pero, así es la vida. Prometo llamarles cuando esté allá— exclamé.

—Hija, ¿Estás segura que rentaste el apartamento adecuado? — preguntó mi padre con un poco de preocupación, extendiendo sus brazos hacia mí y abrazándome fuerte.

—Si papá, no te preocupes, de ahora en adelante yo misma dependo de estar bien, no quiero causarte molestias— le dije, dándole una sonrisa cálida.

Mis padres y mi hermano eran lo único que me hacía sentir fuerte y, tenerlos aquí despidiéndome en el aeropuerto, me hacía sentir triste, porque sabía que, para lograr mis sueños, tenía que dejarlos y emigrar.

Había rentado un apartamento hermoso en Giza, el barrio más lindo de Tokio, por una módica cantidad de dinero, usando mis ahorros para esto. Mi padre tenía una pena tremenda, pero quise quitarle esa preocupación, quiero mostrarle que soy grande, que crecí y que saque el carácter de él, nunca me daré por vencida por lo que amo; los videojuegos.

—Te amo pequeña, eres mi hija amada—Dijo entre lágrimas.

Odiaba las despedidas, pero papá había quedado muy vulnerable después de todo lo que vivió, porque él y mi mamá superaron varios obstáculos y juntos habían creado un imperio de la moda y los negocios, ahora yo, yo debía hacer mi propia carrera.

Nos dimos todos un abrazo grupal, mientras que en los altoparlantes sonaba que el viaje 45678A, con destino a Japón, estaba por abordar, así qué, tomé mis maletas y caminé rumbo al Check-in counter para entregar mis maletas y emprender el viaje de mis sueños.

Mi padre me regaló, (y fue lo único que dejé que hiciera), el boleto en primera clase Bussines, para así degustar de mi comida favorita e ir cómoda hacia mi trabajo, en un país totalmente diferente.

Me senté en mi lugar, me puse el cinturón de seguridad y los auriculares, poniendo mi música a todo volumen, con Taylor S en mis airpods, era top trend en los charts de Spotify, con the eras tour en las orejas a todo volumen, me recosté en mi silla, quedándome dormida en un lapso corto, ya que terminaron de acomodar a los pasajeros del vuelo y, entre ellos, un insípido chico, aunque amaba la cultura japonesa, para mí, todos los hombres eran iguales.

Su porte de 1.95 de estatura, su piel trigueña, sus ojos rasgados con el toque verduzco que tenían, saltaban las chispas de coquetería en él.

Su cabello negro y ¡Dios! Sus manos estilizadas… y es qué, en sí, yo tenía un fetiche raro por las manos.

Se sentó a mí lado, acomodándose y poniendo su portátil en la bandeja, viendo documentos… ¿de qué se trataban? No lo sé, pero se veía que eran de trabajo.

—¡Hey! — espetó molesto, con los ojos entrecerrados.

—¿Yo? — pregunté.

—¿Sabes que es de mala educación fisgonear lo ajeno?

—¿Perdón?

—Vi como estabas viendo mis cosas, solo… aléjate.

–¡Qué! ¿Alejarme yo? Mejor siéntate en otro lado ya que deberás soportarme durante trece horas y—, vi mi reloj —, once minutos. Así que eres tú, el que debe de no hacer ruido y no distraerme.

El tipo se me quedo viendo, bufó y empezó a decir una sarta de cosas en japonés.

No preste atención, me concentré en escuchar mi música y tomando algunas copas de vino, hice a que me diera mucho sueño y, soportando al tonto que estaba a mi lado.

***

Me quedé dormida por un tiempo, me estaba afectando desde ya el jet lag, y ya me dolía el cuerpo de estar nueve horas en el vuelo sin interrupción, pero sentí su mirada penetrante en mí, y es que, sí… yo era un poco excéntrica o exótica, no lo sé.

Desde que cumplí los dieciocho, mi cabello ha sufrido de transformaciones, primero las californianas, luego el balayage y ahora solamente teñí todo mi cabello de Rosado, y debo admitir que lo amo.

—¿Qué me ves? — dije entre dormida, tratando de abrir totalmente los ojos.

—No veo nada, es solo que tienes abrazado mi brazo y lleno de tu saliva— exclamó el tonto.

Inmediatamente espabilé, me levanté y efectivamente sí, me había quedado dormida en su brazo.

Pedí disculpas y me levante al baño, odiaba entrar a los baños de los aviones, era incómodo estar haciendo pipi y que en cualquier momento el avión cayera de pique, así era como armaba sin fin de historias y juegos en mi cabeza.

Regresé nuevamente al lugar y ahora era él, el que dormía a pierna suelta, así que, como pude me volví de nuevo a mi lugar y esperando a aterrizar y quitarme a ese odioso de aquí.

(***)

—¡Gracias por viajar con aerolíneas Iberia y Japón, esperamos seguir siendo su medio de vuelo favorito! ¡Excelente estadía en Tokio! —Dijo la chica del altoparlante ya en el aeropuerto, esperando a tomar mi maleta.

Y ahí estaba él, otra vez… y ya viéndolo mejor, si era un chico guapo, bien dotado y todo un dragón precioso.

Una obra de arte, un bombón.

Activé mi teléfono quitándole el modo avión, hablando primeramente con mis padres, quienes estaban atentos a cualquier cosa que necesitara, les puse un texto de que los llamaría en cuanto me instalará en el apartamento.




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