La expresión de Taki cambia por completo, pero autoriza al fin a que salgamos a comer, así que salimos los tres de inmediato, sintiendo que dejo un vacío enorme en esa oficina.
—¿Cómo creen que lo van haciendo? —pregunta Edward.
—Genial, yo estoy muy confiada —acota Massie, mordiendo una manzana.
—¿Qué de donde te haz sacado esa manzana? —pregunto confundida.
—La traía en mi bolso.
Empezamos a reír y seguimos caminando hacia la cafetería de enfrente, comemos e intercambiando palabras, asustados en cierta parte por el proyecto y saber quien de los tres se gana una felicitación del director.
Terminamos de hablar y vamos camino al baño, mientras que yo lavo mis dientes y retoco un poco mi maquillaje.
Mi celular empieza a vibrar y es mi mamá. Desvío la llamada y le mando un mensaje asegurándole hablar luego, supongo que ya sabe algo de lo que estoy viviendo en estos pocos días que llevo en Tokio, y que estoy haciendo todo al revés, debatiéndome entre sí seguir con esa locura o con mi sueño de ser desarrolladora de juegos en este imperio tecnológico.
Saliendo del tocador, Tory se me planta por delante, sonríe como una perra con suerte.
—¡Qué linda te ves!
—¿Qué necesitas de mí?
—Nada, yo creo que la que necesitará algo seco y nuevo, serás tú. —me derrama agua en la blusa, dejando al descubierto mi sostén de color morado, Massie corre a auxiliarme, mientras que Tory actúa de manera inmadura.
—¿por qué actúas así?
—Tu no te metas, Massie.
Tomé de la mano a Massie, no necesito más drama en mi vida, en serio que no lo necesito.
—¿Por qué no me has dejado ponerla en su lugar?
—No es el momento ni el lugar.
—Pero… ¿Por qué actúa así?
—Por qué está celosa, celosa de que el director general nos haya elegido para desarrollar las tres publicidades con su distinto prototipo de videojuego… es solo eso, además, ¿recuerdas cuando estaba coqueteándole a Taki?
—¿Taki?
Carajo, estoy metiendo la pata más honda en el fango.
—¡Sí, Al señor Nakamura! —digo con vergüenza.
Ella sonríe puede notar la manera en la que sale ese apellido de mis labios
—Ahhh, ya recordé. Sí… ¿Qué pasa con eso?
—Él la rechazo y le dijo que sí quería conservar su trabajo, que actuara de la mejor manera.
Reímos y yo aun sigo con la blusa mojada, así que tengo que quitármela y secarla en el baño, para eso, ya me he atrasado unos diez minutos, llego corriendo a su oficina y veo que los chicos no han llegado, porque Massie se adelantó por unas hojas que debe entregar, y, Edward, no lo sé.
Taki está leyendo unos papeles en su escritorio, concentrado totalmente en ello y con la computadora que seguía haciendo su función.
«¿Habrá ido a almorzar? ¿Se quedó aquí todo este rato?»
Deja a un lado los documentos que estaba leyendo, levanta la mirada hacia mí y se me disparan las pulsaciones a mil.
—Hola —nerviosa, es lo primero que sale de mi boca.
—Creo que ya nos hemos saludado el día de hoy… Ariadna Montserrat —que diga mi nombre completo, me pone la piel de gallina.
—Si, pero… es que…—mi cara refleja la angustia y el pánico que tengo, porque por no hablar, esto se está complicando demasiado.
—Pero ¿qué? —me interrumpe con tono suave, como si me estuviera haciendo una broma.
En mi loca cabeza, empiezo a pensar que este es el momento perfecto para hablar sobre lo que está ocurriendo y dejar a rajatabla nuestra situación, una que no es incomoda, que es natural, pero que por la base de los principios suyos y de su empresa, está a punto de pasar sobre ellas.
Camino despacio hacia la puerta, la dejo entre abierta para que no se vea sospechoso, porque, estar encerrada con tu jefe; imaginación es la que sobra, llego a su escritorio, inclino mi cabeza y en tono bajo, donde solo podamos escucharnos ambos, le comienzo a expresar lo que siento y lo que pienso, más bien eso; lo que pienso.
—Taki… yo —estoy tartamudeado, él solo ve mis labios y me interrumpe.
—Al menos, en cuanto estemos en la oficina, debes decirme Sr. Nakamura san—espeta con un ligero toque de decepción.
—Perdón, señor
—Parecías más valiente en el avión y en el Izakaya, sobre todo cuando me dejaste tocar tu pierna y perderme en tu boca —acota en un ronroneo sensual.
Me sonrojo cuando su mirada lasciva se topa con mis ojos, sé que ambos tenemos recuerdos de esa primera noche, solo de recordar como me poseyó y me beso hasta el alma, se me humedece la tanga, más sin embargo, debo comportarme y sacar esos recuerdos de mi memoria ahora mismo, porque lo que nos tiene en vilo, es esta situación del presente.
—Eres mi jefe…
—Ya lo descubrí… y no de la manera que quería— dice en un susurro.
—En verdad lo lamento, no lo sabía hasta hace unas… veinticuatro horas.
—¿Y si desde un principio hubieras sabido quién era? —indaga.
—Tú y yo jamás…
—¿En serio? Fue antes de que empezaras a hacer tus prácticas aquí oficialmente… no haz pasado sobre ninguna regla, Ariadna.
—Entonces ¿qué significa esto para mí? ¿Cómo quedamos nosotros, nuestra… relación?
—¿No crees que este no es el lugar ni el momento para hablar de este tema? —dice cansado.
—Pues, perdón… es solo que me cuesta estar aquí ante ti…
Taki suspira y aparta la mirada de mi ser, dándose la media vuelta; —No sé qué voy a hacer contigo, bonita, me tienes demasiado enredado.
Me quedo con ganas de seguir hablando y determinar qué hacer con esto, pero a tiempo entran Edward y Massie para ponernos a trabajar.
En cuestión de hora y diez minutos, terminamos cada uno nuestros trabajos y nos disponemos a mostrárselos a Taki, quien muy atento observa, analiza y escucha las propuestas.
Las tres son muy buenas y espero también, que los tres nos quedemos trabajando para la empresa.
—Lo han hecho genial jóvenes, tienen muy buen potencial —suelto un suspiro de alivio, esto significa que ya terminó de calificarnos.
Editado: 02.10.2024