—¿Tenemos algo “nuestro”? —expreso envalentonada, sea lo que sea que me diga, no quiero que me rompa el corazón.
—Eso es lo que vamos a investigar —dice en tono serio, acomodándose el saco.
—¿Bien?
—¿Cuánto te importan estas pasantías? —se pasa el pulgar en sus deliciosos labios, yo sólo veo su boca, su rostro me tiene embelesada…
Espabilo de inmediato y le respondo con toda la sinceridad del mundo, ya esto explotó, y sí habrán heridos, prefiero ser yo, aunque no quiero quedarme fuera, no quiero.
—He soñado con estas prácticas desde que tengo memoria, pero, ¿Quieres que elija entre tú y las pasantías?
—Ariadna, no se trata de elegir, lo que necesito saber, es cuánto te interesan estas pasantías, lo que te importa más.
—Sin duda alguna, estas pasantías son las que me importan, ahora mismo.
—Esto es complicado, ¿verdad? —dice tranquilo, cansado…
Me siento una completa malvada, porque, a pesar que deseo estar aquí en estas pasantías, con lo que he soñado desde los diecisiete, no puedo ser así, sé que le hago daño a él, por sólo querer ser feliz, lograr mis éxitos y no es justo para ninguno de los dos, no se ve molesto, solo está cansado y quisiera quitarle ese cansancio.
Cuando estamos juntos, se libera del estrés y ya me doy cuenta del porque.
Él, debe mantener una imagen pulcra con sus empleados, no puede ser amigo, pero tampoco es un jefe tirano ni amargado; marcando muy bien el terreno laboral, no mezcla emociones ni sentimientos, yo lo estoy poniendo en aprietos, sé que lo que vine es a joder todo esto que él ha logrado.
Me acerco a él, le tomó la mano y lo siento en su silla, lo acomodo bien y empiezo a frotarle mis dedos en sus sienes, en forma circular, dándole un pequeño masaje de relajación, al cual, él no se opone, bajo hasta sus hombros y se siente tenso, trato de deshacer ese nudo por el estrés, es lo mínimo que puedo hacer luego de ponerlo en esta situación, no hago esto con ningún morbo sexual, a pesar de sentir sus fuertes y musculosos brazos debajo de su traje formal.
—Perdóname Taki, en serio… quiero que confíes en mí, eso de enamorarse no se me da y creo que a ti tampoco.
—No hay nada que perdonar Ariadna, tú, no sabias que yo sería tu jefe, sabes lo que soy capaz de dar por ti, no quieras hacerme cambiar de opinión, por favor. En dado caso, si sería mi culpa, si yo no te hubiera…—no sé lo que está a punto de decir, pero pongo un dedo en su boca, y, lo interrumpo abruptamente.
—tampoco es culpa tuya Taki, culpemos al destino qué, desde que nos vimos en ese avión, trató de unirnos… ¿recuerdas?
Él exhala el aire que tenía acumulado, gira la silla a mi dirección y posa sus manos en mi cintura, recostando su cabeza en mi vientre.
—Esto que sentimos no se trata de intentar Ariadna, pero cuando hacemos el amor, me haces sanar ciertas heridas que no sanan de la noche a la mañana, eres como un bálsamo para mí, ese bálsamo reparador… no te forzaré a que me ames o me quieras, o, incluso a que arriesgues tus prácticas por mí —me mira fijamente a los ojos, viene un flashback a mi mente.
Recuerdo esos mismos ojos viéndome hace unas noches atrás, donde nos compartimos, disfrutamos del uno al otro, esos ojos casi grises del verduzco que le bañan, llenos de lujuria, deseo y pasión… ahora lucen cansados, sé nota que esta agotado de tanto trabajo, de fingir ser un hombre duro para ganarse el respeto de sus mismos empleados… como si llevase el mundo a cuestas.
—Tienes razón Ariadna, pero eso no significa que el resultado no sea mi responsabilidad.
Sin pensarlo un instante, bajo mi mano sobre su brazo, tomando su mano y empalmándola con la mía, la unión de nuestras palmas y el entrelace de nuestros dedos, es mágico, es reconfortante. No decimos nada, nos quedamos en silencio disfrutando de este momento especial entre nosotros.
«¿Cómo llegué a este punto? ¿Cómo vine a cruzarme con esto?»
Sin duda, mi plan no era tener amores en Japón, era de venir a triunfar, pero veo que todo se ha complicado, no puedo tener algo con mi jefe, eso sería jugar sucio, ganar terreno fácil sin trabajarlo, eso no sólo va contra mis principios, sino que también con los de padres que lucharon por su amor, pero fue distinto porque mi padre sedujo a mi madre y ella era ya una mujer que sabía sobre terreno profesional… no sé qué tanto pasaron mis padres, pero papá jamás se dio por vencido cuando había perdido el amor de mamá…
—Gracias Ari—exhala y se aleja, se levanta de su silla y se aparta de mí —, por ahora no podemos hablar tendido sobre el tema, tus amigos o incluso Marco se preguntarán el porque has tardado tanto tiempo en mi oficina, no quiero que piensen mal de ti. —acota serio y ya más tranquilo.
—Claro, tienes razón Taki.
—Ven a mi oficina una hora después de que todos se hayan marchado a casa.
—Perfecto, te veo entonces. —me giro sobre mis talones hacía la puerta, volteo a verlo y él ya esta viendo hacia las afueras desde su ventana.
Salgo y veo que todo el mundo está ya preparando sus cosas para marcharse, Edward es el primero en acercarse a mi, con algo de pena, camino unos pocos metros de la oficina de Taki, no quiero levantar sospechas.
—¿qué te dijo? ¿Ha sido un ogro robot contigo? —pregunta ansioso y preocupado.
En mi mente me muero de risa, porque sé que Taki conmigo no es eso, conmigo es un hombre cariñoso, un hombre sensible… mi hombre ideal.
—Me he puesto nerviosa pero nada que una buena explicación sobre marketing y diseño pueda calmar. —le expreso, dándole una sonrisa.
Massie se atraviesa de donde está, uniéndose a nuestra conversación amena, quieren saber con pelos y señales que es lo que pasó allá adentro, obviamente, la versión cambia, empiezo a contar que el señor Nakamura estuvo controlándonos todo el tiempo y viendo como nos desempeñábamos en el área otorgada, haciéndoles a ellos constancia que habíamos hablado estrictamente del trabajo.
Editado: 02.10.2024