El Amor Secreto Del Ceo

Un alma rota...

Amanecer otra vez entre sus brazos es lo mejor que puede sucederme, pero admito que tengo miedo a que él sea un alma fría, a una que cuando no está conmigo es hiel, es un alma rota y desconocida, no se tiene que ser tan inteligente para saber que Taki lleva consigo mil demonios y un pasado desastroso… ¿cómo lo sé? Fácil, me encanta leer el aura de las personas, y, también tengo yo un aire gitano por parte de mi padre, así que, no es demás que sepa que también la tía Lilly es gitana y baraja el tarot y dice todo a rajatabla.

—¡Buenos días! —dice dándome un beso en la mejilla.

Amanecer un sábado enredada en sus piernas, en sus brazos fornidos y con el calor de su cuerpo, es sin duda un deleite exorbitante…

—¡Muy buenos días, señor Nakamura! —le doy un beso en la frente.

—Me encantaría amanecer así siempre Ariadna, siempre a tu lado.

—Deja de decir esas cosas que me voy a enamorar

—¿Acaso no sientes eso ya por mí? —indaga en modo sorprendido.

—Vamos por pasos Taki, me encanta tu presencia, tu cuerpo unido al mío, el tiempo que ambos nos regalamos y todo eso… los besos que nos merecemos…

—¿Crees que esto valga la pena Ariadna?

—Lo vale todo Taki, pero debemos ir con más calma, ¿puedes entenderme?

—Si, te entiendo.

Se levanta de la cama con una cara de amargado y se mete a la ducha, dejándome sola con mis ideas en la cama; todo aquello que hemos vivido en estos días, han válido la pena, pero no voy a negar que tengo miedo de cómo será esto a un futuro.

En tres meses las prácticas terminarán, y yo aquí, acostándome con mi jefe, teniendo relaciones como conejo y sin embargo, aún no siento que haya amor…

¿o tal vez si?

Me levanto y me asomo a la puerta del baño, la abro de a poco y se está duchando, en la mampara de vidrio, se ve entre el vapor su tallada espalda, sus glúteos firmes, sus piernas anchas y sus bíceps perfectos, es todo un Adonis japonés.

Me cuelo entre ese vapor, abro la puerta de vidrio y me dejo entrar a la ducha, besando cada parte de su mojada piel, quiero que confíe en mi aunque yo no confiaba ni siquiera en mi misma, yo no soy confiable para estas cosas del amor, porque siempre pierdo la cordura cuando me enamoro, aunque solamente el hecho de saber que he perdido la batalla contra mi jefe, me hace entrar en pánico.

—Eres un ángel, Ari.

—No me llames ángel, no lo soy, no puedo ofrecerte el cielo.

—Aunque ardamos en el mismo infierno, te quiero conmigo Ariadna.

Terminamos lo que hemos empezado, tener un buen polvo salvaje y duro, que me partió y yo exprimirlo a mi antojo, se ha convertido en una dependencia demasiado sensual y la conexión es más fuerte cada que nos enganchamos cuerpo con cuerpo.

(***)

—¿Quieres que nos veamos esta noche?

—No puedo esta noche, quedé de ir con los chicos de la oficina a celebrar el proyecto de ayer…

—Claro, se me olvida que tienes una vida allá afuera.

—Taki, si la situación fuese otra—me interrumpe con un beso mágico, pega su frente a la mía y acaricia mi rostro con dulzura.

—Te veo el lunes en la oficina…

Besa mi frente y se marcha, cerrando la puerta y dejándome sola.

El apartamento se siente tan vacío sin él, es tanta la dependencia que siento con su persona, pero esto no debe de extralimitarse más de la cuenta, ya he hecho lo más arriesgado, pero no tanto como para entregar mi corazón.

(***)

Llego al mismo bar donde todo empezó, mis amigos ya están aquí, los saludo y empezamos a disfrutar de la noche, bebiendo sake, comiendo dumpling y cantando a todo pulmón en el karaoke.

—¡queremos que canten de nuevo! —grita la gente que nos ve a la partida de tres casi ebrios cantando “Like a Virgin” de Madonna.

—¿Cuál?

—Chop Suey de System of a Down —Dios, esta gente se está yendo con todo.

Empezamos a cantar al ritmo de la canción, con ciertos errores pero gozando la noche, no quiero pensar en Taki, no quiero entregar a ciegas mi corazón, porque aún es terreno desconocido y hostil.

Terminamos de cantar, de beber y Massie va al baño, dejándome a solas con Edward, entre la música, la oscuridad y el ambiente llevadero, empezamos a reír.

—Me encanta pasar tiempo contigo Ariadna —expresa el chico, quien me confundía cada vez más al mostrar interés en Massie y luego en mí.

—También me gusta pasar tiempo con ustedes—exclamo casi gritando.

—¿Qué dices? —pregunta un poco desorientado por el bullicio de la música.

Me acerco más a él para hablarle, pero el muy atrevido, se acerca más, clavando semejante beso en mi boca, el cual rechazo de inmediato, pero es demasiado tarde, ya Taki lo ha visto en este momento…

«¿Por qué él estaría aquí?, ¿Me estaba vigilando?»

Veo como agarra su vaso de whisky, se lo embebe, saca efectivo de la billetera pagando en la barra y yéndose con un humor de perros.

El alma se me ha ido al aire, colándose entre el enojo y el pánico, la decepción es como si yo fuera la que traicionó lo que quiera que sea que tenemos con Nakamura San.

Le planto una bofetada a Edward, tomo ml bolso y me marcho, buscando el auto de Taki por todos lados, pero no he encontrado nada.

Tomo un taxi, y sé más o menos como llegar a su ático, el que ha sido testigo de la entrega de esa primera noche juntos, esperando que me abra la puerta.

Pago el taxi, camino hacia el edificio, no pido que me anuncien, subo al ascensor y mi sorpresa es la misma, Taki besándose con… ¿Tory?

Él se despega de ella mientras que nuestras miradas se cruzan, sonríe con cara de locura y enojo, esto ha sido por venganza, me enfilo de nuevo al ascensor y me voy a mi apartamento con un nudo en la garganta…

«¿Por qué esto me afecta tanto?»

He entendido que es mejor que esto quede como lo que debía ser al principio, como el lío de una noche.




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