El Amor Secreto Del Ceo

Tóxico

Taki

Me estoy muriendo por verla, por saber que está haciendo una noche de sábado y que pasará si la viera aunque sea de lejos… muero por sentir sus labios en mi boca, esto se está volviendo tóxico, prohibido y entre más prohibida la relación, la sensación es mucho mejor, como una dosis de fentanilo.

¿Qué sí estaba loco? Tal vez, pero por ella.

Me baño, me pongo mi traje y salgo rumbo al Golden, justo en el Izakaya en el que nos habíamos reencontrado aquella noche, ya son como las doce de la madrugada, empezando día domingo, y ella no responde aún a los textos que le estoy enviando desde hace horas… sé que debo actualizarme en ese sentido y las redes sociales, porque en sí, mi imperio se basa en eso; la tecnología.

Tomo las llaves del auto y me largo, hasta que llego al lugar, entre haciéndome desapercibido entre la multitud de jóvenes con el mismo espíritu libre que tenía a mis veintiún años, pido un whisky en las rocas, bebiéndolo casi al instante, y de nuevo otro sucesivamente, yo necesito ahora mismo aplacar mi ansiedad, mi codependencia con esa niña de cabellos rosados.

Todos coreaban al ritmo de BTS, ella encabeza el grupo de tres y la risa me gana, amo la locura de la chica, su ternura y espontaneidad, me encanta que sea así de libre, de lucir su esencia, de su grandeza.

De inmediato voy a hacerle algún gesto para que me note en cuanto baja de la tarima, pero él está ahí, hablándole descaradamente, ella camina hacia delante y estampó un beso en sus labios… en esos mismos que me hacen a mí subir al cielo, haciéndome una capa de ira y celos, esos malditos celos qué han ya desaparecido de mi sistema, volvieron a aparecer nuevamente hoy...

Nuestras miradas conectan inmediatamente, ella me nota, pero ya ha sido muy tarde, embebo lo último que he tomado y pago la cuenta, yéndome como un imbécil iracundo, me subo al auto, pero aparece esa tonta niña, esa misma que he rechazado en varias ocasiones… Tory.

—¡Taki!

—¿Qué quieres?

—Puedo acompañarte a tu casa si lo deseas —exclama en una actitud obscena.

—¡Súbete! —escupo frívolo, sé que lo que estoy haciendo es por la ira del momento, pero no me importa, aquí es todo ojo por ojo, así de simple.

Manejo hasta mi ático, con la sangre enervada en el cuerpo, bajo del auto y Tory detrás de mí, entrego las llaves del auto al del aparcamiento y subimos en el ascensor hacia mi ático, Tory trata en un intento estúpido de seducirme, pero no lo permito, no quiero caer en el mismo juego, aunque ese es el plan original.

—¿por qué estas tan molesto?

—Por nada, fue una mala idea traerte aquí

—¡Hazme tuya!

—No puedo, esto ha sido un error, te pediré un taxi —ya arrepentido, abro la puerta del ático, me giro para poder verla pero ella de inmediato, como una garrapata, se encarama en mí y me besa.

Un beso que es diferente, uno que definitivamente no me provoca nada más que náuseas, solamente me causa fastidio, y así es como Ari presencia el incomodo momento, volvemos a conectar miradas, pero ella se ve dolida, afectada.

Alejo a Tory de mí, pero ya es demasiado tarde. Ariadna se ha ido.

—¿Por qué haces esto?

—Porque me encantas Taki, me tienes loca por ti —expresa, queriéndose trepar en mí, nuevamente.

—Ven, vamos —digo, tomándola del brazo y metiéndonos al ascensor, llegando abajo.

—Tú —le hablo al del parking.

—Dígame, señor.

—Toma esto, consíguele un taxi a esta chica y cerciórate que se largue de aquí, es una orden estricta. —acoto.

Ella me ve y tiene el sionismo de querer protestar, mientras el chico me da las llaves del auto, me monto y me dirijo a toda prisa a la casa de Ariadna, el Giza es demasiado transitado, así que me cuesta llegar unos treinta minutos, me estaciono y de inmediato subo al apartamento, no doy explicaciones a nadie, pero me empieza a seguir el guardia del edificio, no volteo a verle, sigo hasta que llego a su puerta, toco desquiciadamente cuatro veces y no me abre, hasta que llega el vigilante, con dos más y muy enfadado.

—Sā, watashitachiha nyūjō suru kenri o ryūho shimasu. Kyōsei-teki ni tsuredasa retakunai baai wa, ima sugu taikyo shite kudasai.—(Señor, nos reservamos el derecho de admisión, debe retirarse ahora mismo si no quiere ser sacado a la fuerza).

—Pinku no kami no shōjo ga doa o akete kureru made, karera wa watashi o koko kara dasu koto wa dekimasen—(No pueden sacarme de aquí, no hasta que la chica de cabello rosa me abra la puerta).

Empiezan a forcejearme entre los tres, obviamente no sabían quién era yo, así que empecé a decir groserías…

—Takai! Kare kara hanarete kudasai, kare wa watashi ni ai ni kite imasu, gomen’nasai… Watashi no mendō o mite kurete arigatō. —(¡ALTO! DÉJENLO, ÉL VIENE A VERME, PERDÓN… GRACIAS POR CUIDARME).

Ella sale a mi defensa, mientras los tipos me sueltan, ella tiene sus ojos hinchados de tanto llorar, así que me acerco a ella y no me topa, mientras los tipos nos ven asustados, entro a su apartamento, mientras ella les recuerda que todo está bien, ellos se van por dónde han venido y ella cierra la puerta.

—¿Qué haces aquí? Ya te vengaste de mi, puedes irte.

—Tú empezaste esto Ariadna y ¿sabes que es lo peor de todo?

—¡Qué carajos me importa a mí, tú puedes vivir tu vida y yo vivo la mía!

—No te entiendo, háblame más despacio, mi español no es tan bueno.

—Anata ga nani o shite mo shinakute mo, watashi wa ki ni shimasen. Anata wa watashi o kizutsuke, watashi wa anata o kizutsukemashita. Watashitachi no oka rete iru jōkyō o mitekudasai… Kore ga owaru no ga ichibandesu —(No me interesa lo que hagas o dejes de hacer Taki, me haces daño y yo te lo hago. Mira en la situación en la que estamos… Lo mejor será que esto termine).

Había comprendido ahora a la perfección y me di cuenta que ambos estábamos viviendo algo insano, algo tóxico y en tan corto tiempo.

—No la besé, pero lo que me dolió fue ver tu boca besando otra y no sé si mis corazón y mis pensamientos te olviden, si el tiempo puede aliviar esto… te dejo libre Ari, puedes hacer tu vida con quien desees.




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