El Amor Secreto Del Ceo

Enemigo Incorrecto

Mi hermano llegó exactamente el martes de esa semana caóticamente hermosa, lo fui a recoger al aeropuerto y venía solo, pensé por algún momento en que vendría con su novia, pero no fue así, en cambio venía con muchos regalos y me sentía dichosa de no estar sola en el gran apartamento, y ahora que se mantenía solo y frío solo conmigo y mi amargura, la compañía de él era buena.

Mi hermano no sabia lo del alcohol, así que tuve que contratar a alguien para que me dejara la casa limpia y sin ningún tipo de botella a medio vaciar, solo compré unas cervezas y con eso lo recibiría, no quería caer en un pozo profundo.

—Enana, me encanta verte de nuevo, ya casi tres meses de no abrazarte —me amarró en uno de esos abrazos que solo él podía dar, uno de esos que asfixian, pero de amor.

No quería contarle que esa mujer había irrumpido en nuestras vidas casi perfectas, esa mujer que de belleza, lo tenía de frívola, al igual que él…

—también me hacía falta tenerte hermano, gracias por venir. ¿Nuestros padres saben que estás aquí?

—¡Claro! Pero les dije que tú no sabias y que era una sorpresa.

Reímos y nos dirigimos al Mugi no Oto, tuve que rentar un auto, obviamente mi padre había ofrecido todo con tal de que yo estuviese bien, más sin embargo, no quería que sintiera que no podía luchar con mis fuerzas en otro país.

Llegamos al restaurante, lo bueno es que el día lo había pedido libre, pero no esperaba con topármelo hoy, sentado hablando con dos señores mayores, Taki había regresado de su largo viaje de negocios, mientras él, clavó su mirada en mí, lo ignoré y abracé más a mí hermano, quería que viera que había alguien que también me estaba protegiendo de todo mal, mientras que el mesero nos acomodaba en una de las mesas.

—¿Conoces a ese de allá?

—¿A quién?

—¿A quién te está viendo cómo un imbécil?

Suspiré largo y debía contarle a mi hermano lo que estaba pasando, pero este no era el momento ni el lugar para hacerlo.

—Es… es Taki Nakamura-San.

—Tu amante… ¿verdad?

—No era mi plan venir a hacer amores en Japón y lo sabes, hermano.

Él tomó mi mano y la acarició con sumo cuidado, mi hermano mayor me cuidaba como a una muñeca de porcelana, él me adoraba, porque decía que había sido la alegría y el sueño cumplido de su vida, aunque solamente se limitaba a eso.

—No quiero pensar en qué ese idiota te trate solamente como objeto sexual, no eres solamente eso Ariadna, eres más que eso… sé que algo te ocurre, sino, ni siquiera hubieras permitido que viajara casi veinte horas hasta aquí, algo ocurre con ese idiota y lo voy a averiguar. —Las miradas con Taki se conectaron, Taki estaba en las mismas, odiando a mi hermano, aunque no entendía por qué.

Sólo asentí con mi cabeza y empezamos a ordenar la comida, hablamos sobre cómo estaban papá y mamá, como estaba el tema del millón… su novia.

—Todo va bien, ella está ya más tranquila, la enfermedad de su padre la tomó por sorpresa, y su mamá resultó no ser su mamá… así que, está en un proceso de sanación larga.

—¡wow! La entiendo, sabes. Es duro que todo eso te llegue de golpe, pero sé que con tu amor, avanzará muchísimo.

—Lo sé hermana, gracias por esto.

Terminamos de comer entre risas y recuerdos lindos, él enfatizó mucho en cuanto yo de niña soñaba con estar aquí en Japón, desarrollando programas y videojuegos, lo recalcó muchas veces y me sentí miserable, odiándome por sentirme así y por haber puesto mis ojos en alguien prohibido.

—Hoy podemos conocer parte de la vida nocturna en Tokio, ¿Quieres que llame a mis amigos?

—No te preocupes, mañana debes de trabajar y no puedo desvelarte, vamos a tu apartamento, veamos películas o algo.

—¡Vale, pues nos vamos! —Taki aún seguía ahí, solo que esta vez, estaba solo.

Con disimulo, lo vi pero pagué la cuenta, mi hermano estaba a punto de sacarse la propina, pero le expliqué que aquí no se hacía eso, porque era una ofensa y aquí eran muy justos.

Salimos rumbo al auto y le di las llaves a él para que manejara, me abrió la puerta del mismo y emprendimos viaje, solo vi antes de irnos qué Taki se subió a su auto y lanzó una mirada de odio en contra de mi hermano. ¿Qué le pasa? En ese caso, yo sería la que lo odie.

Llegamos a casa, le mostré el apartamento y mi hermano estaba feliz, feliz de saber que todo iba “bien” en la vida de su loca hermana.

—Esta es tu habitación, puedes ducharte y descansar, yo debo terminar unas cosas en el computador, si quieres comer me avisas y puedo preparar algo.

—Mandamos a pedir tallarines picantes, los amo y tú debes descansar, vine de visita no a ponerte más trabajo.

Sonreí y lo abracé, lo dejé instalado y me fui para la sala, encendí el computador y terminé los últimos detalles y llamé a Marco, sabía que me respondería, a la segunda tonada hablé.

—Querido jefe, listo. Terminé el afinamiento, ya puedes presentarlo a equipo de revisión y lanzamiento. Si necesitas algo más, háblame por favor.

—Necesito verte urgentemente, debemos hablar de nosotros Ari… ¡por favor!

—¿Taki?

—Marco dejó su teléfono mientras iba a buscar un té… estoy loco contigo.

—No tenemos nada que hablar, solamente de trabajo señor Nakamura, llamaré más tarde.

—Iré a buscarte en cuanto salga de aquí.

Colgué la llamada, no quería sentirme así de horrible, me hice un ovillo y me quedé dormida de tanto llorar en silencio en el sofá.

(***)

—¡No me interesa! Si ella no quiere verte está en su derecho de no hacerlo, así qué, puedes largarte.

—¡No me iré de aquí sin hablar con ella!

Los gritos me hicieron levantar, los rugidos de ambos hombres no eran producto de mi cansancio, abrí como pude los ojos hinchados y vi a Taki empujando a mi hermano para poder entrar al apartamento, inmediatamente me puse de pie y corrí hacia donde estaba mi hermano, levantándole del piso y poniéndome sobre el medio con esos dos grandulones.




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