El Amor Secreto Del Ceo

El fracaso de un matrimonio

Taki:

El perdón era una opción muy noble y ese fin de semana fue maravilloso, las cosas se complicaron en cuestión de horas, porque ya era lunes y la llegada de Akira, había sido un revuelo en la oficina, haciéndome estresar y sabiendo que Ariadna andaba por ahí, sospechando de la mujer que se había adentrado a mi oficina solo así.

—Como no dejamos nada muy claro en San Francisco, me tocó venir a tu… ratonera.

—Ratonera de la que quieres gozar en beneficios y muchas ganancias, ¿no es así?

—Uhmmm… pues no te equivocas mucho, créeme, pero bueno, necesito mi libertad, Taki. Necesito estar sin ningún compromiso.

—Claro, eres libre y lo sabes. Es sólo que, aparte de la pensión por esposa, tu quieres algo que no estaré dispuesto a darte.

Ella parpadeo tres veces y ni siquiera así se inmutó o se largo de la empresa.

—Necesito dinero, me urge en serio—expresó sentándose frente a mí.

—¿Cuánto quieres?

—Diez millones… eso es como quitarle un pelito al gato, Taki-chan—sonrió coqueta, como siempre lo hacía cuando trataba de enamorarme.

Sentí esa amarga sensación recorrer mi boca y me puse de pie, tomándola del antebrazo y abriendo la puerta de mi oficina.

—Si haces escándalo, y en mi empresa, te haré arrestar. Te escoltaré hasta el aeropuerto y te marcharás de mi vista. Prefiero seguir atado a ti, a darte lo que tanto esfuerzo me ha costado.

Ella se quedó helada y así mismo fue que la saque de aquí, llevándola al aeropuerto, vi como Ariadna me seguía con la mirada, esa mirada penetrante que me hacía ir directo con ella y robarle un beso, fugarnos de aquí para siempre y sin importar el qué dirán.

(***)

—¿Quieres un café?

—No quiero nada de tu parte, Akira.

—Vamos, es en son de paz, bébelo.

—¿En serio puedo confiar en ti?

—Sé que no confías en mí, pero ya pasaron varios años de ese incidente, además; Edward no voltea ni a verme. Debes perdonar… —batió las pestañas en modo de dulzura, de credibilidad, siempre hacía eso y yo, un idiota, pensando en que ella en verdad estaba cambiando.

Tomé el café de sus manos y lo embebí como si no hubiera un mañana y esperando con ella a que se fuera a San Francisco en un vuelo comercial.

Pasaron unos diez minutos y no distinguía en donde estaba, estaba mareado, como ido y, aunque quisiera hablar no podía, no podía moverme.

Cómo pude articulé palabra; —¿Qué me diste? ¿Qué me hiciste?—.

—Si no quieres darme ese dinero por las buenas, será por las malas, Taki-chan—llamó a mi safeguard, y entre ambos me subieron al auto.

—¿qué le pasó al señor?

—Se sentía agotado, eso es todo.

—Esto es serio señora ¿Qué le hizo al señor?

—Solo bebió un poco de más, sabes que no es bueno bebiendo.

Por dentro estaba gritando, pero no podía ni moverme, no sé que fue lo que me dio, pero definitivamente fue algo que me hizo perder conciencia.

(***)

Ella estaba sobre mí, tratando de seducirme nuevamente, besando mis labios, yo no podía reaccionar, pero ella posó mis brazos en su cintura, y moviéndose de un lado a otro con tal de seducirme, pero en mi mente y corazón solo estaba Ariadna, mi dulce Ari.

—Sé que me darás ese dinero, lo necesito Taki, y así podrás ser libre con quien tú quieras…

La puerta se abrió, sabía que era Ari, solamente ella sabía como entrar a la casa y donde dejaba una llave en caso de emergencia, con la poca fuerza que tenía, voltee a verla, y Akira, volteo también, la quité como pude de mi regazo y me quede ahí sentado, obviamente quería decir muchas cosas pero no podía, era imposible hablar.

Akira la vio de pies a cabeza y empezó a regar su ponzoña.

—Pues, no estas nada mal, exceptuando tu cabello raro…—exclamó.

—¿Cómo pudiste? —Ariadna estaba herida, se veía en sus ojos quebrados.

Sólo logré verla con mis ojos vidriosos y no dije nada, aunque quisiera, ¿Qué podía hacer en este estado?

—¿no piensas decirle algo, Taki? —Akira se puso al mismo nivel de ella, queriendo amedrentarla.

—Me largo —espeto, Akira puso la mano en su hombro, en señal de detenerla.

—¿estas enamorada de él?—pregunta la víbora, a lo que Ari, con dolor en su corazón, contestó.

—No lo creo.

—y… ¿en otra vida te enamorarías de él dímelo? —era una infeliz.

—Si en otra vida aparecieras tú, tampoco te lo haría saber. —ella quito la mano de la víbora sutilmente, con fuerza en su semblante y se fue del apartamento, sabía que estaba mal.

¿Cómo confesarle a la chica dulce que está víbora aún seguía siendo mi esposa y que ella en este tiempo había sido mi amante?

Cómo pude saque mi celular, marcando a mi safeguard, necesitaba que me llevara a algún lugar seguro o un hospital, tenía un código especial para eso, así que solo lo marque en el teléfono, de inmediato llegó él, con el guardia del ático y sacaron a Akira, llevándola al aeropuerto entre los hombres de servicio y a mi a un hospital.

(***)

—“La sensación de sueño, o aturdimiento, puede acompañar al uso de analgésicos opiáceos. Algunas personas simplemente “no se sienten como ellos mismos” con este medicamento, el uso de la Oxicodona en cantidades elevadas, puede causar efectos similares como la heroína y la morfina.”— según un estudio.

Este dato lo había consultado tiempo después, estando ya en el hospital sufriendo de una desintoxicación de mi organismo, ya que Akira me había dado eso en un café, resulta que ese opiáceo, también lo utilizaban como una droga, haciendo que me sintiera como un extraño en mi propio cuerpo, aunque habían lapsos que si recordaba, sabía que Ariadna estaría odiándome en estos momentos. Decidí seguir en mi recuperación en el hospital y viajar a San Francisco nuevamente para que por fin, pudiese firmar el divorcio, aunque eso implicara perder la mitad de mi empresa, pero no la oportunidad de amar nuevamente.

Nadie sabía otro de mis grandes secretos, y este era que yo tenía una colección completa de películas de romance, comedia y más romance, gracias a mi abuela, ya que ella me había apoyado en la situación de la ruptura con Akira y la fraternidad con mi medio hermano, el cual sabía que en parte estaba interesado en Ariadna. Soñaba con pasar un fin de semana tranquilo con la pelirosada y disfrutar de una tarde de películas, así que regresé a San Francisco con mi séquito de abogados, me desentendí de la empresa dejando a Marco a cargo, debía arreglar esta situación, mis padres no sabían de esto, a pesar de mi padre solucionar el problema anterior con Akira.




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