Taki
Cuando llegué a casa no quise saber nada, iba mal, no sabía cuánto me podía afectar una decisión tan importante, que ella estuviera huyendo de mí, de mis brazos y de mi corazón, me ponía mal, en un estado crítico.
Ella se había convertido en lo más importante y especial, luego de la importancia que tenía mi empresa.
La dejé que tomará ese taxi y me fui directo al ático, hundiendo mis penas en coñac, quería borrarla de mi sistema, soñar con estar con ella, pero a la vez sin memoria y olvidarme de a pocos de su esencia, de su nobleza y del amor que sentía, ella no era para mí, lo supe desde el momento en que ella no amaneció en mi cama el día de la aventura, pero luego recapacité y supe que era más madura que yo, que ella comprendía la situación muy diferente.
—¿por qué me pasa siempre esto a mí?—me pregunté en voz alta, mientras la rabia que tenía debía salir.
Empecé quebrando los primeros cuatro vasos de cristal, la ira era demasiada, así que empecé a tirar todo lo que había a mi alcance, quería mermar ese dolor que sentía, solo ella podía hacerme sentir así y lo logró, no le guardaría odio, porque mi amor es tan grande, que sé y comprendo que ella también tiene miedo, yo tenía miedo de ser usado y ella miedo de ser feliz.
Pasaron las horas, me había bebido la botella casi completa, no me dio tiempo ni a ponerme con otra ropa, y bajo la oscuridad, solo con los rayos de la luna, me refugiaban en esa soledad y tristeza que sentía.
Una silueta de mi hermosa flor de cerezo, apareció en la puerta, caminando hacia mí…
—Incluso hasta en mis alucinaciones apareces hermosa—acote, entre un balbuceo estúpido.
Sólo de imaginármela aquí, me sentía fuerte, con ganas de jamás soltarla, ¿podía uno enamorarse así? ¿No sería dañino?, o eso era lo que me preocupaba también, el pensar que era un posesivo psicópata.
—Perdóname por ser tan loca mi amor…—exclamó, arrepentida y casi con voz quebrada.
Me abrazó, quitándome la última copa que tenía en la mano, se sentó sobre mi regazo, de inmediato la abrace, y ella correspondió a ese abrazo sincero y cargado de tanto amor.
—perdóname tu a mi por ponerme ebrio, estúpido y hacerte sentir con miedos… tú y yo nos llevamos bien, nos amamos y a donde vayas yo te voy a seguir, aunque pidas tiempo, estaré cerca de ti—exclame con timidez, en un estado totalmente deplorable.
—Te amo, te amo demasiado Taki, vamos, te iré a acostar—Dijo, llevándome poco a poco a la habitación, desnudándome como podía, con miedo y sintiéndose culpable.
Cómo pudo me metió a la tina, la tomé como pude, dándole un beso profundo, haciendo a que con sus manos tocará mi piel, quería sentirla pero estaba más ebrio que pavo navideño, terminamos, me seco y me llevó a la cama, poniéndome pijama y cobijándome, me quedé profundo, hasta que amaneció, la sentí abrazándose a mí, la cabeza me martillaba, me sentía ebrio aún, pero caliente, solo el sentirla, mi falo empezaba a subir, caliente y sin control, me di la vuelta, palpando su cuerpo con mis manos, ella medio despertó, sabía que estaba cansada, me sentía un total idiota, iba a levantarme pero ella me detuvo, se subió sobre mí y me beso, mis manos empezaron a palpar su piel y ella empezó a buscar mi falo, se quito la camisa que tenía mía y quedándose totalmente desnuda, sus hermosas tetas que bailaban con la gravedad, su piel extremadamente blanca, sus brazos y piernas largas, y sus manos buscando mi polla directa para embetunarse con sus jugos…
—Buenos días, travieso—exclamó la pelirosada, cuando libero mi falo del pantalón que lo estrujaba.
Quise levantarme pero ella quería liderar la faena, se dio la vuelta dejándome a mi merced su intimidad, el calor que emanaba de su coño me invitaba a comérmela, la acerque más a mi cara y empecé a comérmela, lamiendo su punto dulce y degustándome de su sabor, mientras ella se engullía mi falo en su boca, era una profesional en esto y me encantaba, escuchar sus gemidos ahogados, me ponía más caliente, ella se movió, y me beso en la boca, probando su sabor, y de una estocada me deje entrar en su mojada entrada, ella empezó a cabalgarme con fuerza, su cuerpo temblaba, y con mis manos empecé a masturbarla, tocando su hinchado clítoris, y haciéndola gritar de placer, ella y sus tetas brincaban, enterrándome más profundo en ella y estaba a punto de explotar cuando se bajó de mí, levantándose y haciendo a que la siguiera, me levante de la cama, persiguiéndola, quería jugar y entre mi resaca criminal y ella, me iban a matar, aunque con ella moriría con todo placer.
Ella se posó en la mesa redonda, una muy fuerte hecha de ébano, se puso de espaldas, sus nalgas perfectas me hacían querer poseerla también de esa puerta que no se había abierto…
—Quiero ser completamente tuya, Taki… —Dijo en un susurro, masturbándose, de solo mirarla así caliente, me volvía loco.
—¿Quieres que entre atrás?—dije acercándome a su oreja y mordiendo el lóbulo de la misma...
—Sólo quiero ser tuya de todas las formas posibles, mi amor.
La tomé del cuello, la bese sin pudor, metí de nuevo mi falo en su entrada, empapándome de sus jugos deliciosos y calientes, saque de nuevo mi falo y, aunque costó un poco la entrada en su trasero, ella estaba gimiendo de placer.
—¿duele?
—Un poco, pero me gusta, no pares y déjala entrar de una vez, por favor—exclamó entre cortado, mientras que me acerque más a ella, abrazándola por las tetas y dejándome ir.
Soltó un pequeño grito y empecé a moverme despacio, magreando sus tetas deliciosas y besándola a la boca, con mi otra mano tomándola del cabello y ella exclamó dentro de mí boca; —¡Dame duro!—.
Sus deseos eran órdenes, así que empecé a darle duro, tapándole la boca, y metiéndome profundo, yo también lo estaba gozando, hasta que sentí que me corrí dentro de ella y lágrimas caían por su rostro, la abrace y poco a poco salí de ella, intacto, ella se dio la vuelta y me beso, me abrazo y como pudimos, llegamos al baño, a ducharnos y seguir con la faena.
Editado: 02.10.2024