El Amor Secreto Del Ceo

Salir de esto...

Taki

Después de amarla de una forma tan sencilla, ella me dejó solo en la ducha, cuando salí del cuarto de baño, ella ya no estaba, salió a caminar como de costumbre, ella es una mujer muy activa, pero también muy emocional y yo muy tozudo, y ese era el tope, un abismo que se estaba creando entre nosotros, entre nuestros corazones.

Me vestí, y me senté en el balcón de la habitación, pensando en si había hecho todo bien respecto a lo que pasó en la madrugada.

Flashback:

Ella estaba dormida profundamente, llamé a Li Yiung, la madre de Akira para entregarle la primera cantidad de dinero, o como podíamos enviarla para que perdonarán la deuda y sus vidas.

Así que, me puse manos a la obra y empezamos a trazar un “plan de acción”, para ese momento ya eran las 3 de la madrugada, un agregado de la Yakuza respondió al llamado de Li, dándole instrucciones de donde dejar el dinero, dinero el cual debía ser en efectivo, y que yo tenía cierta cantidad y mi padre me apoyo con otra, ya que ¿Quién tiene 3 millones en efectivo y en casa?, era algo irrisorio tan solo pensarlo, pero si, yo tenía esa cantidad en mi poder y en efectivo.

—¿crees que con esto te dejen en paz?—le exprese a la mujer de mayor edad.
—Esperamos que sea así Taki-San, gracias por hacer esto.

Hablamos con esos rufianes, dijeron que dejáramos las maletas con dinero en unos contenedores de basura que se encontraban en un callejón cerca del barrio Shibuya, me dirigí a la habitación y mi novia estaba dormida profundamente, cuando ella dormía literalmente se desconectaba del mundo, entonces, tomé mi abrigo y salí con Li, directo a ese lugar.

(***)

Llevamos unos nueve minutos manejando, nos encontramos cerca del lugar, voy con nervios, pero confiando en que todo salga bien y así poder saldar la deuda con Akira, poder marcharme en paz y que todo siga mejor que antes.

—¡Aquí, Taki!—dijo la señora muy nerviosa.
—No te pongas nerviosa, todo saldrá bien.
—tu nueva esposa… ¿sabe lo que estamos haciendo?
—Ariadna sabe, pero no de esto… prométeme que no le dirás nada ni tú, ni nadie, por favor.
—Lo prometo, espero ella pueda entender esto más adelante, no es bueno guardar secretos en una relación.

Asentí y me quedé pensando, pero ya era tarde para darme marcha atrás con el plan.

Esperamos unos cinco minutos en el auto, hasta que llamo uno de esos gatos, diciendo en qué contenedor dejar el dinero e irnos, perdonando la deuda que tenía el papá de Akira.

—¡Deja esas putas maletas con el dinero en el contenedor verde!
—Bien, bien… y ¿luego?
—¿luego?
—¡Sí!
—Luego se largan de aquí.

Me bajé con cuidado, mientras me arrepentía de no venir con ningún guardaespaldas, me había confiado demasiado de estar desprotegido en cuanto estuve saliendo clandestinamente con Ari.

Fui a dejar las maletas con el dinero y me metí al auto, esperando unos tres minutos para arrancar el auto, como vi que llegaron miembros de la Yakuza, decidí alejarme e irnos a nuestras casas, tenía miedo, pero la tranquilidad llegó a mi como un baño relajante.

Deje a Li en su casa, mientras que un auto la esperaba a ella con el señor Yiung para irse del país.

No hice más preguntas y llegué al ático, me duche, Ari seguía durmiendo y aproveche a acostarme cerca de ella, la abrace y sin imaginar que sería el último abrazo que le iba a dar.

Fin Flashback.

Una llamada de un número desconocido me sacó de mis pensamientos, y ahí fue donde supe que, por tener valor de héroe, arriesgaría a lo que más amaba, a mi dulce cerezo.

—No debiste llevar ese dinero, y tampoco le perdonaremos la vida a tu zorra, aprende a no meterte en deudas que no te concernían, tienes 24 horas para entregarnos a Yiung y Li, y salvar a tu pelos de muñeca vieja—expresó con odio el desconocido al otro lado del teléfono.

—No sé el motivo de esta pésima broma, déjame en paz.
—Ah… ¿no me crees?
—Ella está aquí conmigo—expresé, pero caí en el hueco más profundo del alma, sentía que me arrancaban el corazón al escucharla gritar, que no hiciera nada de lo que pedían—¡Suéltenla, ahora! Ella no tiene nada que ver en esto—.

—Ni tu tampoco y decidiste poner en riesgo la vida de esta zorra, que ya entiendo porque te vuelve loco…
—¡No te atrevas a tocarla!—espete molesto, poniéndome un pantalón y rogándole a su excelencia con todo mi corazón qué no le pasara nada a mi mujer.

Un error me había llevado a poner en riesgo la vida de mi mujer.

****
Los últimos pétalos de los cerezos, me hicieron saber que el tiempo se estaba acabando, que esto jamás me lo perdonaría el amor de mi vida, la cual, dos semanas después de saber que habían matado a mi ex, intento hacer de todo para estar bien conmigo, incluso, estuvo yendo con el médico para ponerse en un tratamiento de fertilidad, ya que, quiso darme un hijo, el anhelo más grande que yo tenía… siempre he pensado en mí y no en lo que ella siente y realmente necesita.

—Perdóname por no ser el hombre que mereces, amor…—dije llorando, con la policía dentro del ático tratando de rastrear las llamadas, localizando a los Yiung, mi teléfono estaba lleno de mensajes que había escrito sin poder enviárselos a Ari.

Nunca me había imaginado como seria estar sin ella, me había acostumbrado tanto a su voz, a su olor, a su sonrisa y estar así, era el mismo infierno.

—¿Tenemos algo concreto?—preguntó mi padre al detective Fujinuma.

—No, señor. En cuanto vuelvan a llamar al señor Nakamura, estaremos más que cerca de esas ratas.

No podía pensar, y, mucho menos decirles a los padres de Ari, me mataría su padre, entonces, mejor contacte a Emilio, pidiéndole que viniera a Tokio, yo lo enviaría a traer y él inmediatamente aceptó, no dijo nada más y yo tampoco le dije el motivo por el cual necesitaba que llegara pronto.




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