El Amor Secreto Del Ceo

Primer y último acto

¿A dónde irá este amor? Por amor estoy aquí, golpeada, sin tomar agua ni comer pan, han sido las horas más largas de toda mi vida, él prometió sacarme de aquí, sin imaginar todo lo que había detrás de esto; un medio hermano que lo odiaba, que estaba obsesionado con tener todo lo que él tenía y haciéndome daño como se lo hizo a Akira.
Recordando de cómo nos habíamos conocido con Taki, los besos prohibidos, ese romance prohibido que como consecuencia me trajo hasta aquí, su orgullo y ego de hombre súper heroico, nos trajo aquí. ¡Ja, las vueltas de la vida!
—Ahh, querida cuñada… ¿cómo te sientes?
—¡Eres un hijo de puta!
—Shhh, no creo que debas de actuar así, además, yo puedo consolarte, abrazarte y besarte, mejor que él… pero, deja de llorar.
–¡Jamás serás como Taki!
—¿Qué tiene ese idiota que no tenga yo? Soy mejor que él, te amo más de lo que él te ama a ti; sino, mira, no ha venido a rescatarte sobre un noble corcel…
—Él no es un príncipe, pero si el guerrero que batalla conmigo día con día, además, es el único hombre que me ha hecho sentir mujer en una cama y en toda la extensión de la palabra, algo que tú, no entiendes.
Le di en el ego, él me vio y empezó a tirar todas las cosas que habían en la bodega inmunda en la que me tenía retenida. Cuando enfocaron a Taki, logré decirle que no hiciera nada de lo que ellos pedían, no podía ponerlo en riesgo y menos a esa gente a la que él había apoyado. Me había cansado en repasar las opciones que tenía para salir de aquí, evaluando con la poca vista que tenía, porque, me estaban suministrando cantidades pequeñas de morfina, para que no durmiera tanto pero que todo el tiempo no estuviera lúcida.
Edward era el autor intelectual de todo este ajedrez, él, no tuvo piedad en matar a Akira, su séquito le tenía un poco de miedo, pero no respeto y escuche como se repartían el dinero que Taki les había entregado para saldar la “deuda” que los Yiung le tenían a la supuesta Yakuza.
Me quede sumergida en un sueño, recordando que hoy tenía cita con el ginecólogo, hace dos semanas me había quitado el implante, tenía planes de darle un bebé a Taki, porque era lo que necesitábamos supuestamente para estar bien, pero él, tenía el corazón partido por muchas cosas y yo, yo tenía el alma rota por cómo habían empezado las cosas, este amor de repente estaba fracasando, pero me quería aferrar a tenerlo conmigo, quizás maduremos en otro tiempo, y no estando juntos.
Su nombre retumbaba en mi mente, no pude dormir mucho tiempo, me sentía loca, mi celular estaba en una caja gigante, solo escuchaba el pitido de los mensajes que llegaban, mientras esas personas me dejaban imaginar un otoño sin él y que después de esto, ambos debíamos alejarnos, porque aunque lo ame con locura, puso mi vida en riesgo total.
(***)
—¡Despierta, zorra!—exclamó la misma mujer de ayer, ya se estaban pasando las horas, o todo lo que estaba viviendo era en un solo día, ya no sabía que pensar porque todo me parecía eterno.
—¿Qué pa…pasa?
—Debemos ir a Shibuya, la hora de tu recolección se acerca, pero, no te emociones mucho, habrá circo, maroma y teatro.
¿Mi recolección?




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