El Amor Secreto Del Ceo

Déjala ir...

Taki

Las horas pasaban y la policía aún seguía en espera de traer a los Yiung, mientras que mi ansiedad se estaba elevando a lo inimaginable, me sentía sin salida y era para menos.

Emilio aterrizó tarde, lo fui a recoger y se quedó extrañado de no ver a su hermana llegarlo a recoger y yo me sentía un completo imbécil al no contarle la verdad de los últimos acontecimientos que me tenían mal parado.

–¿Dónde está mi hermana, Taki? –dijo en tono serio y preocupado mientras yo manejaba.

Tragué profundo, esta noticia no podía dársela en el auto y entonces tuve que aparcar cerca del parque donde ella había sido raptada.

Lo que iba a decir no era fácil pero el merecía saber lo que estaba a punto de pasar.

–Emilio, necesito que tomes esto con calma, por favor.
–Dime ya, Taki, ¿Qué es lo que está pasando?
–Ariadna esta secuestrada… ya la policía está trabajando en la negociación de su rescate, sé que no vas a perdonarme por poner su vida en riesgo– sentí el fuerte puño incrustado en mi cara, era obvio que lo merecía por todo lo que estaba pasando.

Emilio salió del auto, procedí a hacer lo mismo, pero no me dio ni tiempo de hablar, el golpe que me dio en la cara me había dejado más que claro que esto iba para largo y que en cuanto este suplicio acabara, este lazo de amor se rompería con la mujer de mis sueños.

–Escúchame atentamente Taki Nakamura, en cuanto Ari aparezca y más te vale que sea sana y salva, me la llevo lejos de ti… ¿entiendes amigo? – exclamó entre rabia y llanto, uno que me dejaba entrever que aquí el malo y estúpido era yo.

Entre cada golpe que él me daba, no metí las manos, me dejé hacer cuanto él quiso y hasta que se cansó de golpearme, me dio la mano para levantarme, abrazándome y llorando.

Era entendible que él estuviera así de agresivo, Ari es su hermana y yo le estaba quitando una parte vital de su vida y parte fundamental de la mía por tener aires de héroe.

–Perdóname, sé que no fue tu intención que mi hermana este pasando por todo esto, pero solo imagínate que le pase algo… mis padres no te lo perdonarían ni a ti ni a mí…

–La policía ya la tiene ubicada, pero ellos temen a que, si actuamos, ella corra peligro y esto salga en los medios… el actor intelectual de todo este circo es mi medio hermano; Edward… te juro que no conozco sus motivos, él pagara en la cárcel o si es necesario, con su propia vida.

Emilio se limpió las lágrimas y los puños ensangrentados, me miró y me pidió las llaves del auto, abrió la puerta del copiloto y me insto a subirme, ya no dijo más palabras y me llevo al hospital más cercano, mientras explicó que nos habían robado. Saco su celular y empezó a hablar con alguien dejándome ahí con la enfermera.

Mi dama valiente rondaba en mi mente, sus labios que encajaban a la perfección con los míos y que si de verdad la amaba lucharía por ella hasta el final, la enfermera sonrío y me inyectó algo para el dolor, haciéndome despejar la mente y caer en cuenta que la policía debía actuar de inmediato, pero ¿Por qué no querían que esto se ventilara a los medios? No era por mi precisamente, no había caído en cuenta que esto era otro acto más en la larga lista del plan maestro del idiota de Edward.

–¡Emilio, Emilio! – grité mientras caminaba hacia él.
–¿Qué pasa?

Respiré y empecé a contarle mis sospechas, él asintió a todo y nos dirigimos con cautela a mi empresa, llamando a Massie y a Marco, este era el momento de actuar conforme un plan y desmantelar toda esta patraña.

¿sería algo estúpido?

Tal vez, pero era mejor a quedarme con los brazos cruzados.

Hace un tiempo le regalé a Ari un teléfono nuevo, sabia que era algo muy tóxico o retorcido, pero, esta vez quería tener todo bajo control, supuestamente para el bien de ambos; un GPS era lo que se me hacía más fácil poner para ubicarla, así que empezamos a rastrear la señal que arrojaba el dispositivo y nos dimos cuenta que estaba cerca del bosque de Shibuya, algo que me hacia recordar que ahí, cerca, tenia algunas bodegas…

–¡BINGO!– exclamé con aire victorioso y me puse a contarle a los chicos, mientras que Massie, con su pequeño y abultado vientre, empezó a sacar las coordenadas del satélite, esto se hubiese hecho desde un principio si no hubiera perdido tanto tiempo con los vendidos de la policía.

(***)

Ya era tarde, respondí el último mensaje de mi madre, esta noche entendí que no todo lo tenia bajo control, el peso que llevaba en mis hombros no me dejaba ver con claridad que la locura de ser un héroe con la persona equivocada, no me había dejado transformarme en el hombre que Ariadna había hecho con tanto esfuerzo, así que, limpié mis ojos apagados y ya habíamos armado como entrar, contactando a unos amigos confiables y a mis guardaespaldas, esta noche debíamos mostrarnos sólidos, y, rescatar a la princesa de mi vida.

(***)

Emilio:
Taki había actuado de una manera estúpida, pero ahora trataba de remediar el daño… yo había perdido el control en cuanto él me contó lo que había pasado con mi hermana y, de lo único que yo era consiente e iba a cumplir, era en llevarme a Ariadna a casa o ya sea a refugiarla donde los abuelos en Italia.

–¿Estás seguro de que esto va a funcionar? – pregunté, esperando a que esto resultara diferente y sin dejarnos llevar por lo que sentíamos todos, estábamos enloqueciendo y, la mejor amiga que estaba embarazada sentía temor, pero también amor hacia mi hermana.

–Más que seguro, esta vez solo dame un voto de confianza, la sacaremos de ahí– dijo, subiéndose al nuevo auto y refugiando a Massie.

Marco iba conmigo en el otro auto, mientras que la policía, mantenía vigilado a Fujinuma y a Edward, ellos habían preguntado en donde se encontraba Taki, y los detectives no corruptos, dijeron que estaba en un hospital acompañándome porque yo había caído en crisis nerviosa.

–Me encanta tu actitud, no luces nervioso– exclamó Marco, mientras mi mente estaba volando a mil por hora, divagando en otro planeta, con tal de controlar mi agresividad y no arruinar la extracción de Ari.




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