Ella me abrazó fuerte, aferrándose a mí y yo me sentía un completo idiota por haber dejado esto al tiempo y perderme el crecimiento de mis hijos, porque sí, serían dos bebés y yo que siempre había anhelado una familia, la mujer de mis sueños me la estaba regalando, aunque a qué costo, por que en ese tiempo no hizo más que llorar y tratar de ser fuerte por los tres, porque yo los había dejado solos, definitivamente me merecía el premio al idiota del año.
–Prometo qué, de ahora en adelante todo va a estar bien y que jamás me separaré de ustedes… los amo Ariadna.
–También te amo, nos amo, mi amor… ¿Cómo supiste que estaba aquí?– preguntó limpiándose las lágrimas.
–Recibí el llamado de un pajarito, diciéndome que dos sorpresas me esperaban, pero no me dijo dónde, así que tuve ayuda y rastree la llamada, arrojando que provenía de Roma, y que vivias aquí.
–Ese pajarito me salvo el corazón…
–Tenia miedo ¿sabes?, llamé para navidad, tenía la necesidad de escucharte y de tener una esperanza, pero…–estaba a punto de hablar, pero detrás apareció un tipo bien vestido, con pinta de conquistador, y, supuse era el esposo de Ari.
Ella respiró y me abrazó con más fuerza, a lo que respondi inmediatamente, por instinto sabía que ese depredador no dejaría a mi mujer regresar a mi lado y tenía ya el enojo en la sangre, que si este tipo me provocaba, esto acabaría mal.
–¿Quién es él?– preguntó el hombre, viendo con cara retante a Ari.
–Tadeo, él es Taki Nakamura, el padre de mis bebés y el amor de mi vida.
El tipo largó un suspiro, uno lleno de desprecio, su respiración agitada y el color de su piel se empezó a notar que quería estallar… pero, ¿Quién carajo era o se creía?
–Así que tú eres el poco hombre que la dejó a su suerte con dos niños y ahora que ella ha pasado por tanto y sola, la buscas… ¿Qué quieres con ella?– con aires de superioridad, espeto con tanta ponzoña que me erizó la piel, pero no por miedo, sino enojo.
–Todas las parejas tienen sus problemas, y, por lo que concierne, las parejas son de dos, además; no sabía de la existencia de mis hijos, sino, no la hubiese dejado ir de mi lado, ahora somos cuatro y aquí estoy para luchar por ella y por ellos– expresé, tocando el vientre grande de mi amada sakura.
Los empleados seguían viendo tal escena, esperando sin duda algún tipo de duelo a muerte que yo, en verdad estaba esperando a que empezara, porque sí, Ariadna era mía, ahora más que nunca estaba decidido a que mi vida la pasaría junto con ella.
–Tadeo, no sé qué es lo que te pasa, pero éste no es tu problema, agradezco los cuidados que has tenido conmigo y mis hijos, pero tú eres mi amigo, que no se te olvide tu posición, por favor– Ariadna seguía a mi lado, mientras el tonto éste deseaba ponerme los puños en la cara.
Y sí, tal vez merecía los golpes por ser un imbécil que no la buscó durante meses, pero quise dar y respetar su espacio, que ella fuera libre y feliz y que la vida nos compensara por la espera y nos juntara de nuevo recargados de tanto amor, sin saber que el amor se había triplicado.
–Ya que escuchaste a la señora Nakamura, puedes irte.
–Ella es mía, yo la amo y por eso la protegí todos estos meses de ti, idiota, así que aléjate.
–¿Qué estás hablando Tadeo? – Ariadna seguía de pie a la par mía, pero sentí que esto acabaría a los golpes, ya los olía.
Él, la vio a ella y se acercó, la tomó de la mano y yo sólo era espectador de lo que acontecia, yo con ella era celoso, tal vez un poco psicopata, pero no haría un escandalo en su casa, yo sabia que tenia un lugar especial en su corazón; así como ella era la dueña del mío, de todo lo mío.
–¿acaso no te quedo claro esa noche que ella ya tenia hecha una vida conmigo? ¿Por qué te atreviste a venir?
Dejó venirse a mí dándome puño, mientras una de las empleadas tomó a Ari y la alejó de nosotros, nadie más intervino en ésta pelea.
Empezó con un izquierdazo, le tomé la mano y le regresé el golpe, mientras que él, como si los golpes fueran un suero de la verdad, empezó a confesar su crimen, el pecado de amar y no ser correspondido, el enfrascarse en una relación con una mujer que no le ha dado alas de nada, porque su corazón ya tenia dueño.
–Esa navidad, yo llamé y tú respondiste, me alejaste de lo que me correspondía, te metiste con lo más sagrado para mí, que son mi mujer y mis hijos, ¿Quién te crees que eres?
–Yo seria su esposo, por eso te dije que dejaras de llamarla, por que ella estaba bien sin ti.
Ari grito un “BASTA”, y ambos la vimos, ella empezó a llorar y empezó a desahogarse.
–¿tuviste la desfachatez de privarme de regresar con el amor de mi vida, el padre de mis hijos?... Si eres una basura, lárgate de mi casa ahora mismo– espetó, golpeando al tipo con sus pequeñas manos, la tomé y de inmediato los guardaespaldas que estaban en su casa, sacaron al hombre de allí, mientras la abracé y se calmó, las empleadas corrían a todos lados, llegó la señora Gabriela y me ayudó a tranquilizarla, esperando a que ella durmiera, habían pasado tantas cosas ese mismo día, le envie un mensaje a Kayo, diciéndole que no llegaría a la posada y que estaría con mi mujer y mis hijos, que prometía contarle todo en cuanto nos viéramos, ella respondió que estaba bien y que le diera mucho amor, así que me quedé acostado a la par de Ari, quien me abrazaba como si fuese a irme, le di un beso en la frente y disfruté de cómo dormía con paz.
Editado: 02.10.2024