El despechado...

Narrador omnisciente

Habían pasado semanas desde que el tiempo había sanado sus heridas, el ser un médico prestigioso le había hasta costado la vida amorosa al galeno, ya que tuvo que alejarse de la flor de cerezo que ya le pertenecía a otro hombre, al que nunca dejó de amarla y esperar a que la vida le diera una señal para recuperarla y dejar echar raíces en su tierra.

Querer lo que no te pertenece te hace volver loco, desear lo que no es tuyo es tentación, es anhelar verte como se veía esa persona en sus ojos, pero ni así lo había logrado Tadeo.

—¿Qué pidió que? —dejando caer el puño con toda su fuerza en el escritorio de la directora del centro médico donde brindaba asistencia gestacional.

—Así como lo escucha, Tadeo. La señora Ariadna Santander pidió retirar su expediente médico y trasladarlo a otra clínica privada, alegando que no quería saber más nada de usted, ¿sabía usted que por eso podría quedarse hasta sin empleo? —acotó la señora madura.

El galeno se puso de todos los colores, sabía que se merecía toda esa desgracia por tratar de engatusar a la mujer que le había brindado amistad y atravesaba un serio problema amoroso, a que le amara como él pensaba que la amaba.

Largó un suspiro cansado, triste, pero solo asintió con su cabeza aceptando las posibles consecuencias de sus actos.

—Por ahora estará a prueba de parte del hospital, trate de no hacer a que ocurra nuevamente, segundas oportunidades ya no habrán —volvió a decir la mujer mientras el galeno se ponía de pie y cruzaba el umbral de la puerta del hospital.

En el corazón del médico si había amor, pero este era erróneo, era prohibido porque no debía sentirlo por su paciente, no podía traspasar esa barrera entre medico profesional y paciente, no era ético, no podía manipular el sistema a su antojo por debilidades del corazón.

Esto no pasaba por primera vez, de hecho, conoció a su ex mujer así, la manipuló

a tal punto, que resultaron casándose a los tres meses, mientras ella esperaba al hijo de su primer matrimonio, pero tan triste fue el desenlace que el prefería decir a la gente que había sufrido de un engaño mortal, a él, no le convenia que se filtrara el accidente que habían tenido en Buenos Aires y que, el amor de su vida había muerto trágicamente debido a que él era el que conducía en estado de ebriedad…

¡Vaya colmo siendo Galeno!

–Esto es realmente lo que necesitaba, caer en cuenta que ni la vida misma me dejara ser feliz nuevamente, que ni siquiera podre dar amor como debe de serlo… ¿Por qué a mí? –expreso en su oficina, lamentándose haber perdido lo único en lo que aun guardaba esperanzas, así no se las hubieran dado.

Ariadna por su parte, estaba gozando de las delicias emocionales que le estaba brindando la vida al devolverle al amor de su vida y estar recargada de tanto amor en partida doble, así como en su momento se sentía su hermosa madre en un pasado.

Tadeo no podía quedarse tranquilo ante esto, el necesitaba verla por una última vez, despedirse de su amiga, de la mujer que le había dado emoción a su vida después de tantos años de amargura, así que decidió llamarla y citarla en una trattoria, junto a Taki-San, y, limar asperezas.

Él había cometido un error que sabia era imperdonable, pero en la guerra y en el amor todo se vale; esto último, agregado por su misma conciencia.

–Prometo que me dejo hacer lo que tú quieras, pero no me dejes sin tu amistad, sin compartir con esos dos bellos bebés que he visto crecer en ti, estoy muy arrepentido, solo… déjame hablar– al otro lado del teléfono se escuchaba un silencio denso, obviamente Ariadna no iba a perdonar fácilmente que este la hubiese engañado de tal forma.

–Tadeo, Taki y yo decidimos perdonarte, más

sin embargo; no te queremos cerca de nosotros, para mí es algo difícil esta situación, estabas viendo en esos meses duros como sufría por la toma de mis decisiones, fuiste participe de mi llanto, las cosas hubiesen sido diferentes si esa llamada hubiera llegado a tiempo, pero, preferiste ser egoísta y pensar solo en tus necesidades… ¿acaso te importaron mis hijos alguna vez? Si tu amor hacia mí y mis hijos hubiese sido puro y sincero, no me hubieras negado esa llamada.

El galeno trago grueso, y se lamentaba haber pensado solo en lo que sentía, suspiro y expresó; –Lo merezco, merezco todo lo que me estás diciendo, disculpa por amargar tu día, mereces ser feliz… hasta siempre, Ari.

Colgó la llamada, estaba resignado, pero, absorto en su obsesión, sabía que la chica no podía quedar así, siendo feliz con alguien más, así que decidió hacer un plan maquiavélico, dejando en claro que esa pareja de jóvenes que serían bendecidos con su amor en físico, no podían quedar juntos, no mientras él estuviera vivo y siendo amargamente miserable.

Pago a un mensajero para entregarle una nota misteriosa a Taki Nakamura-San, poniendo a prueba la estabilidad mental, física y sentimental de este japones que, locamente enamorado de su mujer y de sus hijos, iba a sacrificar todo siempre por el bienestar de su pequeña gran familia, ya habían pasado una vez por este tema, así que Taki tampoco se confiaba mucho.

El plan de Tadeo consistía en secuestrar a Taki y recluirlo en un manicomio, quitándole identidad, dejando el camino libre, pero, en sus planes era que Ariadna quedara sola, incluso hasta sin sus hijos…

si, este hombre estaba loco.

(***)

La pareja de novios, después de la discusión sobre lo que harían al nacer los gemelos, Taki converso con su amada Sakura, contándole que había recibido un paquete con una nota, citándolo en un lugar que él no conocía y, tampoco deseaba hacerlo, poniendo en alerta sus seis sentidos, si, seis porque la intuición contaba como uno.

–¿tienes la dirección guardada? ¿Cuándo recibiste eso? – pregunto muy alterada la hermosa cuna de los gemelos.
–No te alteres, no te hace bien. yo recibí ayer por la tarde, después de hablar con tus papás, salí al estudio para hablar con Kayo, llamaron del portón que venían a dejar una entrega y quien recibió eso por la puerta del servicio fui yo, mi amor, no te había contado porque no le puse importancia hasta que la leí hoy con detenimiento, tengo sospechas.