Ari
Desde niña tenía claras mis metas, mis anhelos y todo lo que tenía que hacer para lograr tener una vida cómoda y conforme a mis ideales.
Había superado muchas cosas, un pasado que no había sido malo, solamente fue de un poco de excesos, nunca perdí el rumbo de lo que quería y este era el momento en el que se estaba cumpliendo uno de mis sueños; uno que no sabía que tenía y que con la llegada de Taki a mi vida se había hecho realidad, no de la forma que pensé que sería, pero, había agradecido a todo lo que nos había pasado en el camino porque nos había servido para mejorar, superar obstáculos y afianzar ese amor, renovar cómo había sido el principio, dejando de lado que había sido prohibido desde su inicio, clandestino, escondiéndonos para hacer el amor mientras en la calle, en el mundo había gente que hacía daño y lo exponían día a día fuera de las sombras.
No sé si volvería, lo confieso...
Me pregunté en ese lapso de desconexión lo que pasaría si le llegara a faltar a mis hijos, a mi novio, a mis padres, hermano y abuelos.
Todo era muy confuso, sabía que algo malo pasaba conmigo desde hace semanas, pero no quería asustar a nadie, y aquí estaban los resultados de callar lo que no debía.
–¿Pensaste bien lo que debes hacer? –dijo una voz que no podía explicar y menos definir.
Me vi en un cuarto oscuro, poco a poco empezó a esparcirse una tarde como la que se contemplaba en el Vitoriano, una que amaba y reviví el mismo momento especial cuando pinte a Taki, mis hijos y ese bello atardecer de pinceladas naranja, rojizas y detalles violetas, solo quería regresar, aunque sabía que regresar era tarde, no sé si tendría mi segunda parte del hermoso cuento que yo misma me estaba escribiendo, pero no me sentía con miedo, solo con duda.
–No sé realmente en dónde me encuentre, pero quiero volver con mi familia, con la nueva que he hecho con el amor de mi vida, sabes. Nos ha costado estar hasta aquí juntos… digo, creo que se ha visto que no he sido mala persona como para que esto me esté pasando…
–Lo sé más que nadie, vi cuando te formaste en las entrañas de tu madre, cuando fuiste la primera en salir del vientre de tu madre, he visto como has crecido y, aunque a veces te excedías de lo que deberías hacer, haz pasado por mucho pero…
–pero ¿qué?
–Necesito que me prometas algo.
–Depende de que sea, no puedo andar prometiendo cosas que a veces se me salgan de las manos.
–No creo que eso se salga de las manos, a tu madre nada se le ha salido de las manos respecto a sus hijos, o bueno, creo que sí, pero no importa.
Me quedé pensativa por unos minutos, no podía estar hablando con un desconocido o más bien estar hablando sola o con mi conciencia.
–Mira, si esto es un sueño, quisiera despertar ya, mis hijos me necesitan, demasiado, y yo también necesito de ellos…
Una luz resplandeciente me pego en el rostro, no pude ver claramente, pero esto había hecho a que recapacitara que estaba manteniendo una conversación con un ser supremo, ósea que estaba en una especie de tregua para seguir con vida.
¡Que loco!
–Eres tal cual; transparente y noble, este será un nuevo inicio, debes borrar lo malo y vivir lo bueno, no aferrarse a lo que no tiene valor. Dales un beso enorme, están bellos. Espero me visites mucho tiempo después, no antes.
–Así lo hare, gracias por esta nueva oportunidad, en serio.
El viaje de regreso fue largo, sólo lograba distinguir murmullos alterados, no escuchaba nada más que eso y sentía de a poco los tirones de mi piel, como pude abrí mis ojos, me sentía con dolor, frio y cansancio.
–¡DESPERTOOOOOO, RÁPIDO, ANESTESIA! –dijo una de las enfermeras que había atendido mi parto.
Quería saber cómo estaban mis hijos, para los médicos esto era un milagro, aunque había perdido mucha sangre, pero había valido la pena, mis hijos eran todo lo que necesitaba ver, a mi familia y a mi bello japonés.
(***)
La alegría de mi familia al saber que estaba fuera de peligro había sido gratificante y ver como mi chico ideal cuidaba de nuestros hijos, muy metido en el rol de papá, la doctora se disculpó por la negligencia que había cometido por no llevar el plan que ya se tenía, había sido muy arriesgado todo el proceso.
Así como había hablado con el ser de luz, no guardaría rencor alguno, así que la disculpé, lo que importaba era que mis hijos habían venido con bien.
El primero en nacer fue Fermín, pequeño, delgado, pero muy, muy largo, mientras que su hermano Emiliano, el más dormilón, gordito y de piernas cortitas, había sido el que costo que saliera, y salió, pero no quería.
Escuchar su llanto era como escuchar música para mis oídos, mientras mis ojitos chiquitos ya tenían ojeras como si los hubiese cuidado una vida entera, amaba ver esa entrega que tenía con ellos, mis hijos habían sido su mejor regalo, lo mejor que nos había pasado y empezar a hacer nuestra pequeña familia.
–Me habías dado un susto horrible.
–Te diría que me esperaras en el cielo, pero era demasiado tiempo y quiero desfrutar de mi bella familia...
Él, sonrió y me dió un beso, pasé seis días en observación, mis suegros y mis hermanos habían venido a ver a los niños, papá y mamá estaban re al pendiente de mí y de mis hijos, mi abuela y abuelo super alegres de ver otra de sus generaciones, mi abuelo como que rejuvenecía más, lamente mucho que mi abuelo Saulo no haya estado aquí, era un muy buen abuelo que nos había brindado amor incondicional, siempre estuvo de lado de mi mamá, pero la vida era corta y nada podía ser para siempre, aunque el amor si porque pueda que en esta vida no lo pueda tener, pero en las que me faltaba por vivir, estaría con mi alma gemela y toda la gente que amaba.
Mis tías, las gemelas, llegaron de sorpresa, no cabía en su corazón la dicha de que haya tenido gemelos idénticos y que fueran japoneses, porque si, tenían los rasgos de su hermoso padre, quien con amor nos contemplaba a los tres.
Editado: 02.10.2024