Ari
Yo no sabía de estas cosas, no sabía realmente cómo seria la vida de mamá, y si bien, adoraba aprender siempre de todo, sentía una devastación dentro de mi ser, no física, sino emocional y tenía miedo de caer en pique, mis hijos y mi novio necesitaban de mí y yo también necesitaba de ellos, pero me sentía rota, lloraba a solas todas las noches ya que mi suegra no quería que Taki durmiera conmigo, y en parte lo entendía porque ella quería que mi cuerpo sanara, pero mi salud emocional se estaba desquebrajando, caía a pedazos grandes y yo, una experta en fingir que nada pasaba mientras dolía horrores sentirme como me sentía.
¿miedo? ¿frustración? ¿desesperación? ¿ansiedad?
Realmente no lo sabía, lo único que necesitaba era trabajar para estar cuerda o salir de esta enorme casa que, aunque la amaba, no me sentía que pertenecía, el cambio estaba acabando conmigo.
De esas aventuras que solíamos tener Taki y yo en Japón, ya no quedaba nada y es que, no es que fuera inconforme, pero el hecho de no tenerlo durmiendo conmigo me estaba matando.
Mis hijos dormían conmigo, mi suegra dormía enfrente de mi habitación y aunque agradeciera el gesto de estar al pendiente de nosotros, y había sido paciente, ya no quería saber nada, habían días buenos y muchos malos, pero por amor debía fingir y ahí me di cuenta que estaba cayendo en lo mismo, en lo que en un pasado me hizo separarme del amor de mi vida, del hombre que a pesar de tantas cosas me entendía y me había aprendido a leer tan bien, que me llenaba de emoción y felicidad el solo hecho de saber que teníamos una vida juntos por delante y que jamás después de esto íbamos a separarnos.
Esta noche me había invitado a cenar fuera, tal vez era muy prematuro salir, pero después de exponer mis puntos y saber que todo estaría bien, me iba a arriesgar a salir y ponerme hermosa para mí y para él, porque sí, me había sumergido tanto en solo usar chándales y blusones, que hasta se me había olvidado mi ropa hermosa en el closet que esperaba que la volviera a usar.
(***)
–Disfruten la noche, siempre con cuidado– dijo mi suegra, mientras Taki abría la puerta del copiloto del Alfa Romero que se había comprado la semana pasada.
Me sentí hermosa cuando el amor de mi vida me veía con ojos de depredador, esos mismos ojos que me hacían querer enfrascarlo en mi ser para siempre y no soltarlo ni dejarlo salir nunca de mi alma y de mi corazón.
La dependencia hacia él había comenzado de nuevo y en vez de avanzar, nuevamente está retrocediendo muchos pasos, porque en sus ojos me reflejaba como la mujer que él había conocido, para mí, hasta el sol había estado en receso, porque no sabía qué hacer con lo que estaba sintiendo.
Taki tomó mi mano mientras manejaba, solo con estos detalles y gestos de amor, sentía nuevamente mariposas en el estómago, sintiéndome feliz, gracias a él y a esos ojos que habían hipnotizado a mi corazón.
–Tenía razón, mi mujer es una belleza y la ventaja que la hace ver más hermosa ¿sabes qué es?
–No lo sé
–es que eres mía, solamente mía, espero tengas hambre, así como yo, mi bella sakura.
Asentí, quería comerme todo lo que había a mi paso, pero no era por hambre, era para llenar ese vacío que sentía, no entendía realmente por qué me sentía así, devastada, como si un torbellino haya estado haciendo estragos en mi interior, me sentía prisionera de mi propio destino.
Aparcamos en un hermoso mirador, habían dos meseros, una orquesta pequeña tocando varias piezas de Vivaldi y James Allen, debajo de la luz de la luna y del firmamento, una mesa redonda con dos copas y champaña, mientras que las luces de la ciudad eran las testigos del amor que este hombre imponente me tenía y, la paciencia.
Si bien dicen que el amor no se trata de intentar, el amor que Taki Nakamura me tenía era con total devoción, sí, devoción por que creía ciegamente en mí, en que yo sacaría la mejor versión de mí y todo estaría mejorando.
–espero que te guste, pensé que gente seria lo menos que quisieras ver y que debíamos estar solo tú y yo, exceptuando a las personas del servicio y la orquesta.
–Cada día me convenzo más que siempre has sido y serás tú, el amor de todas las vidas que vaya a vivir, porque no importará dónde, cuándo ni cómo estemos, de lo que si estaré siempre segura es que nuestro amor prevalecerá hasta el final de nuestros tiempos, así como esos maravillosos videojuegos que hemos creado juntos, con mundos maravillosos y que después de avanzar nivel a nivel, siempre nuestro amor será la recompensa que obtendremos.
Él me tomó de la cintura, amoldando sus manos en ella, lo vi y sonreí, mientras sus labios se estamparon en los míos, recordando lo hermoso que era sentirlo junto a mí, compartiendo el mismo oxígeno y sentirlo siempre tan mio.
–vamos señorita, la cena nos espera.
Tomé su mano y me condujo hasta la mesa, en donde había mucha comida tanto como japonesa como Italiana y Madrileña, empezaron a servirnos y comenzamos a recordar muchísimas cosas, desde la vez del avión en que mi arrogancia y fisgonear su trabajo me había hecho caer a sus brazos y luego vernos en ese Izakaya, el lugar donde íbamos a empezar la locura de amor, así se nos pasó la noche, entre copas y recuerdos, aunque pensé que me iría a proponer matrimonio, más eso no pasó, solamente reforzamos nuestro amor, con muchísimas cosas, pero nada de una boda, una proposición de amor, fue solamente cenar, y, aunque yo sabía que él me amaba y no me mintiera en nada, esto me estaba matando.
–Sé que esperas algo más mi amor, y claro que te lo daré, pero no ahora y así… sabes que eres la sakura más extraña y hermosa que he tenido en mi vida, y, como tal, no puedo darte algo común, soy solo tuyo, recuerda esto, todo lo mio es tuyo, mi vida, mi alma y mi corazón te pertenecen. Ahora vamos a casa y durmamos juntos, quiero abrazarte muy, muy fuerte.
Editado: 02.10.2024