Taki
Ari se había puesto manos a la obra desde el primero de diciembre, como sabia ella había inspeccionado los primeros diez niveles del juego, eso me ponía nervioso, no voy a mentir y pensando en su respuesta al final del juego, yo había armado un grupo de WhatsApp para toda la familia y nuestros amigos, exceptuando tenerla ahí para que no conociera los verdaderos planes.
Odiaba este tipo de plataformas de redes sociales, aunque mi imperio consistiera en eso, en implementar la tecnología necesaria para avanzar en todo ámbito, en fin; la familia estaba entusiasmada con la propuesta formal de matrimonio por mi parte, ovacionando la manera en la que la haría y como se iban a dar las cosas en la navidad.
Faltaban quince días para la propuesta, así que le pedí a mi suegra que me ayudara a organizar la cena del compromiso íntimo y que a las seis de la tarde en punto, estuviera finalizando el juego en una gran pantalla que había diseñado hace un tiempo, para que lo que se venía se viera muy grande y que ella se llevara la sorpresa, armando también con la señora Minerva los trajes que utilizaríamos esa tarde, no era como una de esas convenciones de anime ni mucho menos a que se le pareciera, solo quería que ella sintiera como si el juego traspasara la pantalla grande y se apoderara de ella y quedaran proyectadas mis intenciones hacia ella.
–Hijo, no sabes la alegría que inunda mi corazón con todo lo que haces por mi hija y por mis bellos nietos, en verdad, contigo hemos ganado un nuevo hijo.
–Y yo soy más que afortunado por haberlos conocido y estar aquí, con el corazón hinchado de amor por mis tres regalos en el momento indicado, ellos y el tiempo me han moldeado para ser un mejor hombre… en serio, gracias por haber hecho a Ari ideal para mí...
Aún estaba aprendiendo que para ser felices debíamos de agradecer por la llegada al mundo de los seres que más amamos, me había quitado muchas cargas emocionales en el proceso y con ello había vuelto a creer en el amor, contemplando y aprendiendo que mi felicidad era primero y eso implicaba a que debía de hacer feliz a mi bella sakura.
Terminamos de arreglar todos los detalles con mi suegra, la abuela de Ari prometió regalarnos un cuadro marcando el momento exacto de la propuesta, Emilio y el primo de Ari, ahh, esos hermanos que me había ganado conforme el tiempo nos regalaron la luna de miel furtiva en Santorini, Grecia.
Todos los miembros de la familia estaban emocionados y Ariadna era ignorante de todo eso, quería que todos la hiciéramos feliz, que viera que lo nuestro siempre valdría la pena y quería tener muchos hijos con ella, una familia numerosa, como yo había sido solo uno, siempre soñé con muchos hijos, una casa enorme y dos cachorros.
(***)
Recuerdo muchas cosas de mi pasado, de como una mujer me había hecho daño, de cómo quiso chantajearme por dinero y muchísimas cosas más, pero en una semana eso daría al fin un cierre de ciclo, porque hasta que yo no tuviera al cura y al juez aquí en casa y nos casara esa misma noche, yo no me quedaría tranquilo.
Mis negocios iban muy bien con la empresa automotriz con la que me había asociado, mis negocios habían incrementado, la verdad, así como dicen que dentro del negocio y la casa siempre había una gran mujer, yo daba seguridad de esto, nunca me había sentido tan amado y respaldado, sin dudas la vida de pareja era exquisita, no todo el tiempo era miel sobre hojuelas, pero tratábamos de llevar todo lo mejor posible, enamorados y eso era lo que importaba que ambos crecíamos profesionalmente.
Se preguntarán como habíamos estado bien tanto tiempo incluso hasta con las costumbres tradicionales de mi casa, pero Ari es una mujer muy comprensible.
La fecha se estaba acercando, ya solo faltaban diez días, diez en los cuales hasta el apetito se me había ido por completo, no podía pensar en cosas que no fueran ella y lo que estaba a punto de pasar, porque para mí esto era importante; una noche linda y especial, todo cambiaria a dos, a solo un amor que lucho por salir a flote y este era el tiempo de definirlo con una etiqueta, yo, ese hombre que no le ponía nombre a las cosas por temor y ahora entendiendo que solo me estaba guardando para ella, para darle reinicio a mi vida en todo aspecto.
–¿en serio debo terminar el juego a las seis de la tarde el veinticinco? No puedo creer que me hagas trabajar en plena navidad, amor– dijo, estando parada a la par mía y con una mano sobre mi hombro.
Estábamos reunidos en el estudio, el que había convertido en mi oficina hace casi año y meses. Sonreí y toqué su mano, dándome vuelta en la silla, quedando a la altura de su cintura.
–Soy un dictador, un robot adicto al trabajo bella sakura… dijiste que extrañabas a tu sexy jefe, el amargado y frio robot que exigía trabajar todo el tiempo y que te excitaba al solo dar… órdenes.
–Me encanta esa faceta de jefe mandón, ese que me tomaba en la oficina y me comía con deseo, me deseaba cada que iba con jeans ajustados y dejaba a la imaginación mi silueta… amo a ese sexy jefe que me dio tanto.
Ella quería sentirse deseada, no dejar morir esa pasión y lujuria que nos había unido hace tiempo, eche una mirada hacia el cerrojo de la puerta, ella rápidamente acato a la señal, sabíamos que los niños estaban con la abuela y la niñera, no corrían ningún peligro, aunque estuviesen aprendiendo ya a caminar y tratar de comerse el mundo.
Me levanté de la silla, caminando hacia ella, quedando en medio de la habitación, ella me vio con ojos picaros, acune su rostro en mis manos y deposité un suave beso en su nariz, levante su mentón y repase su bello rostro, definitivamente era un bastardo con suerte, ella sonrió y la tome por el cuello, ella sabía que era un pervertido con ella y que amaba su cuerpo, su sumisión y ese tipo de cualidades, me encantaba que le gustara lo mismo que a mí.
–Sabes que sigo siendo tu jefe, aunque me tengas ante tus encantos, aun puedo ordenarte hasta que día trabajar y hasta como hacerme un rico oral… sabes que amamos cuando hablamos sucio.
Editado: 02.10.2024