Ari
Por fin era navidad, la cena de la noche buena había sido maravillosa, ver a toda mi familia reunida en mi casa me había hecho muy feliz y bendecida al saber que dos culturas y mi chico guapo habían pasado las fiestas juntos, compartido como si se conocieran de toda la vida y dado lo mejor de esos dos mundos tan diferentes pero que el amor les había abundado y unido de sobremanera fantástica.
Taki estaba muy nervioso al punto de correr al baño muchas veces y eso me tenía preocupada, la verdad el no solía estar así y no veía el porqué, ya que la instrucción que me había dado para finalizar hoy el trabajo con bastante claridad y es que, debía de hacerlo frente a toda la familia, y eso pues creo ahora que si me ponía hasta nerviosa a mí, mis hijos seguían dándose sentones en el pañal, queriendo caminar y correr por toda la casa y eso era muy divertido, ya que me animaba a ver como dos cositos gorditos caminarían por toda la casa persiguiendo a su papá o a mis abuelos y papás.
En la cama trate de hablar con Taki, pero él estaba demasiado ansioso, no hicimos el amor la noche anterior y eso me tenia con los nervios de punta ya que íntimamente habíamos estado unos ocho días atrás, y si, eso a cualquier mujer le preocuparía, era algo extraño no fusionarnos en cuerpo y sudor cada noche o día después de guardarme por casi un año.
–Te deje pasar el nerviosismo de anoche Taki Nakamura, pero… que ahora estés ansioso, no puedo soportarlo. ¿acaso hay alguien más? –pregunté directamente de frente.
Él se quedó paralizado, ya no se levantó de la cama, esto no había pasado, la verdad que me confundía y no quería repetir lo que había pasado hace un año; pasar solos y tristes, distanciados por alguien de por medio.
–Ari, yo no tengo a nadie más, solo tú y mis hijos me bastan para ser feliz. Estoy nervioso por el juego, realmente tu opinión me interesa muchísimo, no sabes cuanto, pequeña sakura… ven aquí, aun son las cinco de la mañana, los bebés despiertan a las ocho.
Suspiré levantando un mechón de cabello que reposaba en mi nariz, mientras él se agarraba el puente de la nariz, aprendí a leer sus movimientos corporales y obviamente eso lo hacía cada que estaba nervioso y ocultándome cosas, me dolía que, ya pasando el tiempo, con dos hijos de meses, él no pudiera aun confiar en mí, su mujer, la madre de sus hijos.
Ya no protesté y me fui a la cocina, dejándolo solo y queriendo controlar mi rabia, estaba muy molesta la verdad y es que no me gustaban los secretos, desde lo que había pasado y traté de curar eso con el tiempo, pero aún no lo lograba.
Preparé un café en la dolce, me senté en la isla de la cocina y me puse a leer los correos electrónicos de la cuenta que teníamos en común y encontré información sobre dos vuelos en primera clase, estos hacia Santorini, Grecia.
Se me hacía extraño ya que el jet lo podía usar cada que se le antojara, porque él definitivamente se creía el rey de todo el mundo y me molestaba no tener más información.
Tomé el teléfono y llame a Massie quien llegaba hoy para pasar el año nuevo con nosotros ya que no había podido pasar ayer la cena de noche buena con nosotros por el tema de que los vuelos estaban abarrotados y el vuelo ya no salió porque había mucha neblina para arribar.
El teléfono sonó dos veces e inmediatamente me respondió, con su voz aguada por el sueño.
–Amiga, ya estamos a punto de abordar el siguiente vuelo, tuve que hacer escala en Madrid para llegar en unas ocho horas, perdóname, en serio.
–No te preocupes amiga, aquí te espero con los brazos abiertos… te necesito más que nunca, creo que Taki me está engañando– solo escuche el “IGGH” que salió de su boca, estaba sorprendida, obviamente eso nos sorprendía a ambas, pero me sentía así, traicionada y más con esas actitudes raras que había tenido estos días, todo eso podía ponerlo en tela de juicio.
–¿Qué te hace pensar semejante tontería? ¿te falta un sentido?
–No boba, es que, agh, desde hace unos días esta extraño, nervioso, ansioso y no lo sé, hace unos días atrás tuvimos el mejor sexo, como siempre, pero, anoche no quiso… tocarme.
Unas lágrimas salieron de mis ojos sin permiso, mi amiga suspiró del otro lado del teléfono, se notó con muchísima pena y odiaba eso, no me gustaba que me tuvieran lastima, en serio que no.
–Llegaré en unas horas amiga y vamos a investigar juntas lo que está pasando, sabes que no estás sola. Te quiero muchísimo, mientras tómate una buena taza de café, pon tu mejor cara y sal a conquistar al mundo al lado de los rollitos de sushi, todo tendrá solución esta misma tarde.
Que ella dijera eso me quedaba más que tranquila.
La máquina dolce empezó a advertir que ya estaba mi taza de café lista, tome dos rodajas de pan y lo embetune de mantequilla y jalea de arándanos, endulce un poco mi café y me puse a comer, aunque el pan pasaba con dificultad en mi garganta por el nudo que tenía atorado y necesitaba desatar con suma urgencia.
Terminando de comer, la laptop sonó al entrar una notificación, era un correo a nombre de “Sídney Spencer-Martinelli”, abrí el correo y el mensaje me descompuso, totalmente, me dio un vértigo que, si no me agarro de la silla con fuerza, caigo y me mato.
“–Estoy ansiosa de conocerte y dejarle a ella claro los sentimientos que tienes para dar, esta tarde todo saldrá muy bien, ansío ver su cara, se va a morir con la noticia, gracias por elegirme. Besos y abrazos, aunque pronto me los darás.
Con cariño y ansias, Sídney. –”
Este día no podía ser peor, pensé, lo marqué como no leído y dejé caer la taza de café, haciendo que el ruido fuera estruendoso, rápidamente recogí poco a poco los vidrios rotos, no sabía quién había tenido la culpa esta vez, por el bien nuestro sabíamos que tarde o temprano esto empezaría a causar líos, pero no pensé que tan rápido.
Mi corazón se apachurró, pero me tranquilicé, debía actuar bien con mi familia y que mis hijos jamás me vieran derrumbarme, con ellos debía seguir siendo fuerte.
Editado: 02.10.2024