Mi futura esposa estaba preocupada por la relación deteriorada que aparentemente tenían mis suegros, después de que nos habíamos separado en Japón, la vida de mi suegra se había enfocado en ayudar a Ariadna en todo momento, los abuelos también se dedicaron a cuidarla y temer que ella, por la separación se hiciera daño, habían enfrentado algo similar en un pasado hasta que Ari pudo superar todos esos baches con soporte familiar.
Al momento que supe de eso, me prometí ayudar a mi mujer, porque realmente la amo, y debía comprender ciertas cosas de las cuales ella aún no había superado así que obviamente por ese motivo le preocupaba como se habían dado las cosas ahora con sus papás, se sentía responsable por la crisis de pareja que atravesaban sus padres, pero hoy era el cumpleaños número uno de nuestros hijos y nada podía arruinar este momento y, ella debía entender que sus padres debían arreglar sus diferencias sin mediación de ninguno de sus hijos.
–entonces, como no me dejaras ir con mi madre para saber qué es lo que pasa, no habrá postre para ti más tarde– dijo con total burla.
Ella podía chantajearme, que todo lo que pidiera se lo iba a dar, pero no en este caso, porque ella debía entender que sus padres necesitaban un tiempo a solas, estar alejados un tiempo y poder enfocarse de nuevo en ellos mismos, era un tema muy extenso.
–No importa, me quedo sin postre, pero tú no vas a intervenir en ese tema con tus padres, ahora vamos que debemos atender a nuestros pequeños cumpleañeros, vamos– le di un último beso, llevándola casi que a rastras para que fuéramos con los bebés.
El resto de la tarde seguíamos celebrando la vida de nuestros pequeños, un año había pasado rápido, disfrutaba cada etapa de mis hijos y de la vida que llevaba junto a Ariadna, mis padres se marcharían en una semana, queriendo que nos fuéramos juntos hacia Tokio, pero aquí, aun habían asuntos que atender y resolver, también con el tema de los preparativos de la boda, y que debíamos organizar la recepción, detalles minuciosos y la ropa, mi suegra confeccionaría mi traje de bodas junto al vestido de mi mujer, no podíamos adelantar el viaje a Japón ni por que de verdad quisiéramos hacerlo.
Marco se había convertido en el tío cariñoso y consentidor, amaba a mis hijos y yo confió ciegamente en él para que guíe a mis hijos para cuando yo no este, aunque claro, llegaría el momento en el que haría su vida, pero también compartiría con mis hijos.
Kayo estaba también recuperada de aquel suceso, ahora se sentía parte de la familia al amar a mis hijos y ayudándole a Ariadna a organizar la boda, algo pomposo y que solo las chicas entendían, haciéndose amiga de Massie, eran un trio perfecto, más ahora que Massie tendría otro bebé, por ahora esa idea no la teníamos prevista con Ariadna, quería que lo pensáramos tal vez en un futuro y no por ahora, estábamos bien siendo cuatro.
Los gemelos habían caído rendidos después de la fiesta, los bañamos y limpiamos el desastre que habían ocasionado, mis suegros se calmaron y andaban como si nada, Ari se quedó tranquila, así que seguimos y continuamos con lo que debíamos hacer, armando desde ya con los publicistas el momento de mi llegada y preparando todo lo de la boda, la casa en Tokio ya estaba por fin como la había pedido y Ariadna no sabía de esto último, quería que fuera una sorpresa por que amaba ver su rostro sorprendido y más, el regalo de premiación…
–¿Crees que sería demasiado cínico entrar a la iglesia de blanco?
–¿cínico?, para nada mi amor, puedes ir como tú lo desees, es tu día especial.
–¿solo mi día?
–Nuestro mi amor, nuestro día especial después del día en que nos conocimos y en el que nacieron nuestros hijos.
Las semanas pasaron, mis suegros habían decidido tomar unas vacaciones juntos en la polinesia francesa, el lugar donde los milagros ocurren, esto escuchado por varias experiencias, el punto es que si, ellos habían pasado por una crisis, ya que mi suegro si se había sentido desplazado en estos meses, también preocupado por su hija y su hijo, pero él se había apegado demasiado a mi suegra y ese fue el reclamo que le hizo a ella el día del cumpleaños de los gemelos.
Todo transcurría como debía, los publicistas recomendaron aparecernos en Tokio con un mes antes de nuestra boda, ya que como los cotilleos se habían ya estado desperdigado por cualquier parte por el tema de como empezamos con Ariadna, aconsejaron mostrar la verdad de cómo era el amor con mi futura esposa y limpiar también su imagen y la de la empresa.
Ya mis padres se habían ido del país, mis suegros también se fueron de viaje dos semanas y los abuelos también decidieron ir a Madrid, acompañando al primo de Ari a tomarse un receso de su carrera y también; intervención en la situación de Emilio con su ex, ya que allí aun había amor y del bueno, pero mi cuñado y hermano estaba cegado por los celos.
(***)
Se llegó el momento de regresar a Japón, ya teníamos listo lo que debíamos llevar para esa semana, ya que el siguiente mes seria nuestra boda, pero debía de salir a dar la cara por mi futura esposa y mi empresa.
Presentar a mis hijos en la sociedad en una sesión de fotos que la revista Weekly Shonen Sunday, donde los publicistas mostrarían la otra cara del director general y dueño de la empresa de tecnología más importante de Tokio, Japón.
Marco ya nos esperaba allá, muy emocionado y Kayo también estaba emocionada, agradecía que la familia que había elegido compartiera mis triunfos, porque este eran uno de ellos; mi familia propia.
–¿crees que estaremos bien esta semana?
–Claro mi amor, todo saldrá bien, ya tenemos todo listo aquí con la boda, el ático nos espera y esta reforzado con seguridad, siempre y cuando estemos juntos todo estará bien...
Ella sonrió y me dio un beso en la frente, camino hacia donde estaba jugando Fermín, lo levanto del suelo y lo acostó en la cama, el trabajo le había hecho bien a ella, así como a mí y, al parecer mis suegros si habían podido resolver sus temas ya que regresaban más felices que nunca.
Editado: 02.10.2024