Taki
Por fin decidimos comer en casa, era mejor después de lo que había pasado, aunque Ariadna había sacado las uñas y la leona que llevaba dentro de ella para frenar a esa mujer hipócrita, esa misma que no se había arrepentido de haber hecho tanto mal.
Nos despedimos de nuestros amigos y llegamos al ático, realmente los rollitos estaban muy cansados, al punto de caer rendidos al no más poner un pie en el piso de la casa, los cambiamos y arrullamos, dándoles el biberón, sacándoles el aire como Ari y la abuela me habían enseñado y listos para dormir, mientras con Ari, terminamos de armar la propuesta que le entregaríamos a ciertos inversores potenciales y es qué, no es que yo no tuviera ese dinero, ella quería hacerlo por su propia cuenta y empezar de cero, poniendo parte de su fortuna en ese parque de diversiones temático en la bilogía de juegos que había sacado por medio de Nakamura´s Legacy Co.
–¿Estás seguro que me tomaran en cuenta por ser mujer?
–¡Claro, mi amor! El que no vea ese potencial en ti es porque esta ciego, eres una increíble mujer, una muy inteligente y hermosa mujer que esta luchando por alcanzar sus sueños y metas y, dispuesta a crear un imperio. ¿te lo imaginas? Un imperio.
–Eres el mejor novio, prometido, amante y esposo… prometo que al terminar aquí, te dare una deliciosa…
Me encantaba cuando me hablaba sucio, cuando se ponía en modo fiera, pero, en este momento debíamos de terminar estas carpetas para mañana y luego aprovecharíamos para hacer el amor.
(***)
Los inversores quedaron perplejos al ver como Ariadna exponía a tal punto su proyecto, la cantidad de activos que habia que invertir y lo que las partes iban a recibir en igual cantidad, ella era una mujer muy astuta en los negocios, nunca tuve dudas de ella en este ámbito que es tan marcado para los hombres sin darle la oportunidad a mentes maestras como las de mi novia… mejor dicho “mi esposa”.
–señorita Santander, para nosotros es una oportunidad única en que una mujer se involucre en el mercado, no sólo de construcción e investigación de campo, sino también en la gran visión en el mundo tecnológico… para nosotros es un gusto decirle que “Sí, aceptamos ser parte de su proyecto”.
Mi mujer se puso a dar saltos de alegría, estaba demasiado feliz, al punto de olvidarse que los inversionistas estaban ahí y se me trepara en el cuello, como una garrapata hacía un perro.
La abracé fuertemente y le di un beso, uno de victoria, ella habia tenido un día excelente y jamás se daba por vencida.
Ellos se rieron y le estrecharon la mano en señal de respeto y afianzar la alianza, esta demás decir que aparte de inversores japoneses, habian dos inversores extranjeros; el árabe y el ruso.
Celebramos con una copa de champaña, Kayo, quién siempre le habia tenido fe a Ariadna, ya tenia preparada la champaña y enfriada, mis hijos estaban con Marco y Cloe, una de nuestras colaboradoras, realmente me encantaba esta fase de la vida, de lo que ya legalmente en dos semanas se llamaría una familia; la familia que mi bello sakura me había dado.
La semana se pasó demasiado rápido, aunque seguíamos con el tema del terreno en el que se iba a llevar a cabo la construcción del parque temático, debíamos ya hacer maletas para viajar de nuevo a Italia, casarnos y luego irnos a Santorini, mi cuñado estaba feliz con la noticia de que Ariadna ya había cerrado un negocio multimillonario, sabía que su hermana era capaz de todo y que a pesar de los baches del pasado, ella los había transformado en bonanza, en triunfos y logros que hacían a su vida más enriquecedora e interesante.
Evaluando la posibilidad de traer de nuevo a pasantías de todo el mundo, Ari sólo se reía en cuanto se acordaba, pero con lo que no contaba era que el dueño de Nakamura’s Legacy Co, ya estaba demasiado enamorado de ella y de sus rollitos de sushi, que cada vez ya estaban grandes, era demasiado; que los que viste y cabían en la palma de tu mano, eran unos enormes niños inteligentes, idénticos a la mujer que me hacía feliz solo con verla sonreír.
(***)
—Me parece perfecto que aquí vaya el puente hacia el castillo del dragón, y, que aquí este situado el pasadizo secreto hacia el castillo, vamos muy bien— el arquitecto estaba muy presumido al lado de mi mujer, haciéndole todo tipo de cumplido y haciéndola reír, mientras mis puños querían hacerlo llorar, ¿cómo se le ocurría coquetearle a mi mujer?
—Esta aquí para sugerir, no para que le parezca bien y se esté riendo así con mi mujer— listo, estallé.
Ariadna se me quedó viendo y le pidió un momento al mequetrefe ese, mientras que me tomó de la mano y me llevó unos veinte pasos lejos del idiota ese, quien con aires de galantería seguía evaluando sus planos y el terreno.
—¿Qué te pasa?
—No me gusta como se ríe contigo, su cara de estúpido que le gustas, no soporto eso mi amor…
Ella me vio y me lanzó una risita de burla, no entendía bien del porque lo hacía, se me figuraba cruel de su parte, pero tomó aire y se acercó a mí, muy cerca y yo gustoso de tenerla así entre mis brazos, que cuando la tenía se me aguadaba el cuerpo.
—Henry es gay… no lo estropees, es más… ¡quiere un diseño de mi mamá! —dijo en bajito.
Solté el aire que tenía atravesado en mí, y, que ni yo sabía que tenía, relajé mis hombros y comencé a reír, ella aprisionó mi cuerpo en sus brazos, amaba que en todo momento, reflejáramos ese amor que seguía vivo, esos celos que parecían divertidos por ser inocentes y es que, de mi mujer jamás desconfiaría, pero de las demás personas si.
—ahora ven, discúlpate por lo que le dijiste hace un momento.
Asentí y acepte también mi error, caminamos a donde estaba Henry y toque su hombro en señal de fraternidad.
—Perdóname Henry, yo… soy un bruto.
Henry sonrió.
—No se preocupe señor, si yo tuviera a una linda musa como la que usted tiene, no dudaría en romperle la cara a quién la esté viendo y riéndose con ella.
Editado: 02.10.2024