El amor según un ángel

Mi nombre es Frederick

"Conocerte me ha llenado la vida de problemas y soluciones"

 

 

Llegada de la noche, la ciudad de Londres se prendió con las luces y el movimiento nocturno a los pubs y fiestas de adolescentes. El heredero Bianco, se encontraba haciendo un nudo a su corbata y mientras en la otra habitación se encontraba el ángel, intentando prender su vestido, al no conseguirlo se fue a ver dónde estaba el castaño.

-Dan....- habló la chica entrando a la habitación del castaño.

- ¿Necesitas algo? - preguntó mirando a la pelirroja entrar con el vestido desprendido.

- ¿Me ayudas? - preguntó.

-Claro, date la vuelta. - ella hizo caso, el hombre pudo notar las cicatrices donde antes había un par de alas y luego subió el cierre sin hacer mucho esfuerzo.

-Listo.

-Gracias Dan.- tocaron el timbre y Dante fue abrir la puerta y se encontró con dos señoras que tenían dos bolsos negros.

-Buenas noches señor Bianco, el señor Eastwood nos mandó para venir a maquillar a la señorita Emma.- dijo una.

-Claro, pasen. - dijo el castaño, ambas entraron. Suspiró y continuó su arreglo para la fiesta.

Mientras esperaba que Emma estuviera lista, estaba mirando la fábrica de murano del señor Lombardi, proceso, de verdad que era un arte hacer formas de murano. Estuvo esperando una hora y media hasta que la pelirroja estuvo lista, le habían dejado suelto su cabello y habían estilizado más sus ondas, unas trenzas estaban realizadas en forma de tiara, no necesitaron hacer mucho por su rostro ya que Emma naturalmente era hermosa, solo pusieron un poco de base para que su rostro tuviera un poco de brillo y levantaron más sus pestañas, también colocaron un poco de color en sus labios. Dante retiró a las encargadas y mientras la pelirroja se miraba encantada en el espejo, daba vueltas para que el vestido gire con elegancia.

-Es hora de irnos Emma.

- ¿Me veo bien? - preguntó la chica.

- Sí, luces bien. - Dante no decía nunca halagos a las mujeres que lo rodeaban, era bastante serio y aburrido, algunas personas se preguntaban cómo Thomas seguía siendo su mejor amigo. La pareja salió del departamento y se dirigió a la limosina que los esperaba, el viaje se mantuvo en silencio. Llegaron a la mansión del padre de Dante, un lugar inmenso y lujoso, con unos grandes jardines llenos de flores. Varios autos y limosinas se encontraban en la entrada, bajaban personas elegantes y mujeres con vestidos preciosos. Thomas se encontraba en la puerta con quien parecía ser Beatriz, la chica se veía hermosa en un vestido blanco ajustado, el rubio la miraba embobado

- ¡Ya llegó mi gruñón favorito! - exclamó Thomas. - ¡Emma luces preciosa! Digna de ser una Eastwood. - dijo a lo que la pelirroja lo miro extrañada, él se acercó a su oído y murmuró. -Sígueme la corriente.

-Beatriz, buenas noches. - dijo el heredero saludando a la castaña.

-Buenas noches señor Bianco y feliz cumpleaños.

-Muchas gracias.

-Beatriz, te presento a mí hermanita, Emma.- dijo el rubio.

-Mucho gusto Emma.- dijo sonriendo la castaña.

-El gusto es mío Beatriz.

-Bien, la fiesta espera. - dijo Thomas.

Ambas parejas entraron y la atención de los presentes fue directo a ellos.

- ¡Hijo! - dijo un hombre de cabello rubio con algunas canas, sus ojos eran verdes y llevaba una barba corta. Lo años no pasaban sobre Víctor Bianco y se encontraba más vivo que nunca.

-Padre. - dijo Dante dándole un abrazo a su progenitor.

- ¡Thomas! Que alegría verte.

-Lo mismo digo tío. - dijo sonriendo el rubio. -Le presento a Emma Eastwood, mi hermanastra y a Beatriz Lovewood mi acompañante. - dijo el rubio.

-Un gusto señorita Eastwood, usted es un encanto, no me mencionaste nunca que tenías una hermana tan bella y un gusto señorita Lovewood, luce bellísima. - alabó el hombre.

-El gusto es mío señor Bianco. - dijeron ambas sonrientes.

-Dante, Stefano se encuentra aquí, debes acompa...- En ese momento la mirada de Víctor se fue directo a la entrada dónde una hermosa mujer de vestido rojo entraba a la fiesta del brazo de un joven castaño rubio. Amelia Bianco lucía impecable con un vestido rojo de falda ancha que hacía resaltar su piel pálida y su cabello suelto de un lado, los años no pasaban por encima de ella, seguía siendo la mujer más hermosa para Víctor, en ese momento sintió una gran pena por haber dejado marchar al amor de su vida de esa forma.



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En el texto hay: romance, amor, angel de la guardia

Editado: 15.01.2019

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