El amor te quita las alas.

Tinta emocional y estrellas que no entiendo.

🖤 Capítulo 3

Tinta emocional y estrellas que no entiendo

> Los humanos tienen una obsesión con las estrellas. Como si mirar puntos brillantes en el cielo les diera respuestas.

Como si tatuarse constelaciones los hiciera menos perdidos.

Recuerdo cuando Andrés vino por quinta vez. Con esa cara de “no vengo por el tatuaje, vengo por ti, pero no lo sé aún”.

Y me pidió una constelación.

Otra vez.

Yo ya había tatuado a gente con Virgo, Leo, Sagitario, y hasta una que me pidió “la constelación de Bad Bunny” que ni idea tenía quien era el carajo y tuve que recurrir al señor Google, pero al final era una chica de esas fanáticas en extremo que todo lo relacionaba con ese tipo.

Pero Andrés quería algo especial, lo sabía porque siempre me detallaba cada tatuaje que le hacía incluso si la propuesta fuera mia.

—Quiero algo que me recuerde que todo está conectado —dijo una vez más.

Esa frase ya la tenia prácticamente tatuada en mi mente. ¿por que era tan importante eso para él?

—¿Incluyendo tus traumas? —dije en tono de broma.

—Incluyendo mis traumas —me respondió riéndose.

—Ok, y por casualidad ¿a tus ex?

—También ¿por qué no? Creo que sería una buena idea.

—ja, ja, ja ¿Y yo? ¿No te gustaría mi horrendo rostro también?

—Sobre todo tú —respondió, yo quedé sin palabras. El nunca decía que no a lo que yo dijera.

Silencio. Y yo fingí que no me afectaba. Pero mis alas se estremecieron. Y eso solo pasa cuando algo se activa.

Así que fui al rincón donde guardo la tinta especial.

La que yo misma fabriqué. Con polvo de luna, lágrimas de exilio, pétalos de cayena y un poco de... café frío.

No es broma.

El café ayuda a fijar la emoción. Y yo quería que cada tatuaje se sintiera.

El se acomodó en la silla. Y yo empecé con el diseño.

Elegí Lyra.

Una constelación pequeña, pero poderosa. Representa la lira de Orfeo, el músico que bajó al inframundo por amor. Sí, ese que perdió a su amada por mirar atrás.

Perfecto para Andrés.

Perfecto para mí.

Lo tatué en su hombro izquierdo. Justo donde el corazón empieza a hablar. Cada línea, cada punto, cada sombra… Era una advertencia disfrazada de arte.

—¿Por qué Lyra? —preguntó de repente.

—Porque es la constelación de los que aman demasiado.

—¿Y tú crees que yo amo demasiado?

—Creo que tú no sabes cuánto puedes amar… hasta que alguien te rompe —respondí sin pensar.

Él se quedó en silencio. Yo también, al darme cuenta de mis palabras. Y cuando terminé, el tatuaje brilló. Solo por un segundo y solo para mí.

Pero desde ese día, algo cambió, porque me empezó a contar lo que le pasaba.

Él empezó a soñar con música. A dibujar sin parar. Y podía sentir que a mi me miraba como si supiera que yo era más que tinta y sarcasmo, pero obviamente esto era algo que no me decía, pero si podía sentirlo.

Y yo… Yo empecé a temer que ese tatuaje no solo conectara estrellas. Sino también almas, pero que sobre todo lo hiciera con la incorrecta y ahí si que tenía que buscar la manera de mejorar eso.

Volviendo de nuevo a la realidad. Esa noche, Andrés volvió al estudio.

No para tatuarse, ya tenía sufientes, aunque para alguien que ama los tatuajes, uno siempre va a querer más. Así que vino solo para estar, para ser mi único acompañante en esta noche.

Trajo pizza, una playlist de jazz espacial y una pregunta que no esperaba.

—¿Tú crees que los tatuajes pueden sentir?

—Solo si los hace alguien con problemas emocionales —bromee un poco algo nerviosa.

—Entonces el mío está vivo —dijo pensativo—. Es que siento como si latiera, Luna. Creo que tienes magia en tus manos.

Me reí. Pero él no. Se bajó la camiseta del hombro izquierdo.

El tatuaje brillaba. No como antes y ahora podía ver como que pulsaba, como si tuviera ritmo. Como si respirara como lo hace un pulmón.

—Y creo que también tiene poder. Desde que me lo hiciste, sueño con alguien —dijo.

—¿Con quién? —pregunté asustada,

—No sé. No tiene rostro. Pero canta. Y me llama por mi nombre.

Silencio. Yo fingí que no me afectaba, pensando en que quizás el tatuaje le estaba mostrando su alma gemela y no yo. Pero mis alas se estremecieron.

Otra vez.

Maldije para mis adentros. Porque la tinta que usé…

No era para mí. Era para que él encontrara a su alma gemela humana. Y ese tatuaje le debe dar una conexión emocional, profunda, segura con alguien de su raza.

Algo que yo no podía darle. Pero ahora…

Ahora el tatuaje lo estaba conectando conmigo.

Y eso no debía pasar. Ya en este punto me estaba volviendo loca.

Me levanté. Fui al rincón donde guardo los frascos.

El de la tinta especial brillaba. Como si supiera lo que pasará.

—Mira, tinta idiota, más te vale que hagas bien tu trabajo —susurré bajo pero amenazante y la apuntaba con el dedo.

Pero la muy condenada, brillo más, es como si se burlara.

Él se acercó y me miró, yo solo esperaba que no hubiera escuchado que hablaba con un frasco, de seguro pensaría que estaba loca. Andrés estaba en franelilla y mis ojos no podían apartarse, mi sonrisa estaba tensa, el estaba por decir algo pero... En ese momento, el tatuaje brilló más fuerte.

Yo me quede observando el tatuaje de Lyra en el hombro de Andrés. La constelación brillaba con una luz que solo yo, Lunaria Noctis la Desterrada, podía ver, aunque apenas era un ligero resplandor azulado bajo su piel.

Y eso solo me decía que era un desastre de proporción mágica que tenía fecha y hora de caducidad, pero con la esperanza de que en cuanto él encontrara a su alma gemela humana, a mi no me podía afectar.

Tragué saliva. Había mezclado la tinta con la intención más noble del mundo no mágico. El polvo de luna era para guiarlo a su luz; el café frío aparte de que ayudará a la fijación emocional también era para recordarle que el amor verdadero requiere un despertar y los pétalos de cayena para encender la pasión cuando llegará el momento.



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En el texto hay: comedia fantasia misterio romance, humor negro

Editado: 14.11.2025

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