Era el año 2005, en una de las ciudades más pobladas del país, yo Manolo, era un joven delgado de 27 años de edad aunque aparentaba de 19 años, con una hermosura de rostro singular y muy diferente a los demás, con mucha influencia en la música rock desde que tenía 14 años, la vestimenta negra y en cierta manera misterioso. Trabajaba en un local que prestaba servicios de teléfono a las personas que lo necesitaban, donde la mayor parte de mi tiempo pasaba solo porque pocas personas venían y en todas esas horas solitarias cuando no entraba gente, me dedicaba mucho a la lectura de historias góticas, vampirismo romántico y ciencia ficción.
A medida que pasaban los días me iba adentrando más en todas esas lecturas que a mi manera de pensar solo eran leyendas y cuentos de gente extraña, sin embargo me llamaba mucho la atención.
Vampiros, ángeles caídos que se enamoran de mujeres de virtud, peleas de ángeles contra demonios, dimensiones alternas al estilo del escritor de historias de horror como Howard Phillips Lovecraft y viajes en el tiempo a otras épocas como en las películas de "volver al futuro", me hacían olvidar tantos momentos de soledad, claro acompañado de una buena música, era mis mayores consuelos.
Mi relación con mi familia era trivial, debido a mi trabajo y a mis estudios en la universidad, que al igual no era sociable con casi nadie.
No tenía prácticamente amigos y menos aún una enamorada, solo una amistad de un compañero de la universidad que aunque me veía diferente, tenía una cierta simpatía por mí.
Todo esto era debido a que algo en mi interior me llamaba a buscar el conocimiento y la sabiduría y no me llamase la atención la vida mundana y banal de los hombres que por sus vicios y los deseos carnales no les importa nada con tal de satisfacer sus más bajos instintos. Yo aunque era raro no me inclinaba mucho a ese tipo de vida, ni tampoco el enamorarme de una mujer ya que ellas no me interesaban por más bonitas y virtuosas que estas fueran.
Insinuaciones de muchas chicas las hubo, desde que tenía 6 años de edad ya las niñas de la escuela me mandaban besos volados y me avergonzaban delante de todos mis compañeros de clase, en el colegio las chicas me lanzaban indirectas una y otra vez, llegaban incluso a mostrarme sus partes privadas para que me se me despierte los deseos sexuales, en la universidad las mujeres de toda la facultad me miraban con ojos de amor y otras con mirada de lujuria, y lo mismo ocurría en los trabajos donde estaba, en el barrio y aun en las redes sociales. Pero más que mi rostro angélico, lo que más les llamaba la atención era esa mirada que según ellas proyectaba inocencia y también a la vez un aire de misterio y magnetismo que me veían diferente a los demás jóvenes. Puedo decir que de alguna manera era soberbio y vanidoso y añadiría que esto también fueron factores de que no quisiera tener a una chica a mi lado.
Quizá era como el mítico joven de la mitología griega llamado Narciso, que por su hermosura singular llegó a despreciar a muchas chicas adolescentes, así como también a las hermosas ninfas, o simplemente tenía una vocación para la vida monacal donde el hábito de monje es para permanecer solteros y castos por el resto de sus vidas, y yo tenía cierta tendencia a ese tipo de vida.
Amaba la meditación, la contemplación y la vida mística. La soledad fue mi compañera por algunos años, aunque hubo ciertos momentos en que había tristeza y vació en mi interior, como que algo o alguien me faltaran en mi vida para sentirme completo, pero en fin me refugiaba en mis libros, en la meditación y mi buena música.
Esperando que al pasar el tiempo las cosas en mi vida mejoren y pueda obtener lo que siempre soñé: Un mejor trabajo, comprarme bastante ropa negra al estilo gótico, tener una colección completa de música metal y rock, comprarme una mesa de billar, tener un terreno en el campo y construirme una pequeña casa al lado de un riachuelo con muchos animalitos y un pequeño sembrío y pasar meditando constantemente en la naturaleza y finalmente tener muchos libros de todas las ciencias ya que en mí cada día empezaba a tener lujuria pero por el conocimiento, alimentarme más de la sabiduría, pero no tanto de una sabiduría humana, sino mas bien de una sabiduría espiritual.
Volviendo a hablar de mi trabajo, los pocos clientes que entraban al local, eran personas de todo tipo y de toda clase, aunque hubo momentos en que se portaban groseros y yo reaccionaba de una manera seria, vivir en un país del tercer mundo como en el que vivo, la gente no es culta, ni educada, ni respetuosa. Muy raro se podrá ver a alguna persona con un cierto grado de cultura y educación.
Yo sabía en mi interior que no pertenecía a ese entorno, era como si yo fuera de otra época y con una cultura y estilo de vida completamente distinto. Mi seriedad, mi forma de vestir y de tratar a la gente fueron siempre cordiales y con mucho respeto. Tanto que aún a las mujeres no las veía con lujuria o con deseos netamente carnales, mas bien me sentía incómodo de ver como las chicas se vestían de formas liberales y eso para mí no era del todo correcto. En cambio los otros hombres se fascinaban por ver así a las mujeres, con morbo y lascivia.
Cuando llegaba a mi casa luego del trabajo y la universidad, solo iba a comer y me dormía enseguida para madrugar a trabajar, ya que mi horario de entrada era a las 6 y media de la mañana y salía a las 2 de la tarde, enseguida me dedicaba a estudiar para ir rápidamente a la universidad. No tenía mucho contacto con mis familiares ya que ellos también iban cada uno a sus trabajos y a sus estudios.
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Editado: 02.01.2021