Cuando el rocío toca el alma,
Como el llanto a las heridas,
Y pensar, que el otoño terminó hace tiempo.
Quién sabe si me piensas.
Quién sabe, cuando estás sola.
Y pensar, que un día como hoy se terminó.
Sueño cuando el cielo cae,
Que es el silencio que grita.
Y sentir, tu dulce beso en el viento.
Como en un rompecabezas,
Mi cabeza se desploma.
Recordar, que fuiste tú quien este idiota amó.
Hablé con la luna sobre las noches infinitas,
Y me dijo que te olvide, porque ya no volverás.
Hablé con el sol sobre cómo brilla tu sonrisa,
Me pidió que te recuerde, porque el invierno vendrá.
Y aunque ahora estás conmigo,
A milenios de distancia,
Y pensar que hace dos metros, estabas junto a mí.
Mi presencia como ausente,
La tuya como cualquiera,
Al igual que este poema, lo nuestro llegó a su fin.
Hoy he vuelto a caminar bajo la lluvia atolondrada,
Y pensar, que hace dos días estaba contento,
Lamento meditar y esperar que por la mañana,
Todo habrá pasado, y entonces problema resuelto.
De vuelta al mismo lugar, donde más te recordaba,
Y escribir, queriendo revivir al tiempo.
Lamento acomplejarme y pensar solo en el mañana,
Muchos temen a la muerte, y yo aquí viviendo lento.
Han pasado los eones, y sentado yo esperaba,
Recibir, y leer esa carta de ensueño,
Tonto, estar incompleto no es para tanto, replicaba,
El extraño del espejo.
El sol se ha vuelto a levantar, tras una cordillera alta,
A iluminar, otro nuevo camino al cielo,
Detesto detestar estando tanto hasta las tandas,
Mejorar, usando la melodía del miedo.
Hoy he vuelto a caminar sobre la acera resfriada,
A escuchar, aquellos gritos baratos,
Quiero levantar mis manos buscando a quién abrazar,
Sabiendo que de ahora en más, mamá no calmará mi llanto.