Ya llevo un millón de lunas intentando ver el sol.
Y secarme con el agua de mis arrepentimientos.
Quién sabe que estoy buscando; tal vez solo estar mejor.
Pienso que aunque me mejore, no será más que un invento.
Así como el ajedrez, yo no dejo de ser peón.
Y el tablero de la vida me puso en jaque hace tiempo.
¿Cómo quieren que sea un águila con alas de pichón?
Si al momento de volar me cortan las alas del sueño.
Ocultando con una sonrisa el llanto agotador.
Para ver si el cielo pinta una sonata a cinco tempos.
Y que el niño que quería cada día ser mayor.
Entienda que con más años llegará más sufrimiento.
Perderá parte de todo, perderá parte de sí.
Perderá un poco de todo, perderá un poco de mí.
Y el recuerdo alborozado de aquella risa infantil.
No será más que una flor marchita al fondo del jardín.
Doce acordes de guitarra, y una nota en la menor.
Tres “Te Quiero” en una caja desgastada por el sol.
Dictaminan el inicio de una orquesta sin tenor.
Dictaminan el final de un cuento que no se contó.