Si estas cortinas cerraran las ventanas de mi mente,
Para que ya no imagine un mundo donde tú no estás.
Lástima que hoy sea verano, las persianas no se mueven,
Puedo ver tras la ventana el patio; un recuerdo fugaz.
Es de dentro de tres años, nuestras manos separadas; quise un amor ermitaño en vez de la felicidad.
Puedo aceptar los regaños de la gente que me amaba, pero no aceptar más daño de una niña que no está.
Muchas veces lo intentamos, mis versos te dedicaba, pero una simple botella fue lo que te hizo escapar.
No podré decir que te amo, no podré rozar tu espalda, porque mi opinión no fue más fuerte que tu voluntad.
La ventana está cerrada; el viento azota los cristales, y la luz del sol impacta con el prisma de una flor.
Mi corazón me reclama que cerrara las cortinas, pero es mi mente quien manda con la autoflagelación.
Sin poder desviar la vista de aquel patio ya marchito, se levanta desde el piso una nueva desilusión.
En la cajita de arena hay una niña muy pequeña que está haciendo dibujos con lo que fue esta relación.
Los primeros cinco meses fueron buenos y felices, pero en las mañanas grises jamás escuché tu voz.
Yo besé tus cicatrices para que tú no dibujes en mi piel con un cuchillo algún paisaje de dolor.
Tal vez fuiste demasiado, tal vez fui muy poca cosa; eso no lo sabremos pues el viento nos separó.
Ya no más tardes de charlas, ya no hay noches escarlatas, ya no habrá más madrugadas donde tú y yo fuimos dos.
Es frustrante que este patio me torture germinando un par de árboles cuyo fruto es lo que quiero olvidar.
Ya vi cuando me dejaste, ya vi cuando nos dejamos; ahora, ¿Qué veré si soy yo quien jamás te iba a dejar?
La noche se estaba haciendo con el algodón del cielo, y entonces las cortinas ya no me permitían mirar.
El tercer desenlace de nuestra vida estando juntos; uno donde ni la muerte nos logrará separar
Sabemos que fue difícil; muchas veces discutimos, pero todas esas veces nos pudimos perdonar.
Te tomaba de la mano disfrazando una sonrisa, y eso es porque tenía miedo de que me dejes de amar.
Tu seguías repitiendo que eso no va a pasar nunca, pero si no tiene plumas, el ave no ha de volar.
Intentaba hacerme frente, desquitándome en mis brazos, porque prefiero mi daño; así tú no sufres jamás.
Y hoy me recosté a mirar, las estrellas estrelladas,
Intentando conjugar tu rostro sobre El Cinturón.
Pronto irás a abandonarme.
Pero hasta que eso suceda, por lo menos déjame darte mi amor.
No necesito tu ayuda. No quiero que estés conmigo; solo quiero que sepas que esto último no es de verdad.
Nunca lo diré consciente, no consideré aceptarlo. Jamás pensaré mostrar frente a ti mi debilidad.
Piensa que soy inseguro. Piensa que soy un cobarde, y aunque es cierto que lo soy, no quiero darlo a desmontar.
Pero ten por seguro que este chico que sobre piensa, que se corta los brazos, vive por ti y por nadie más.