Montados en sus lobos, la tribu se desplaza en caminos abiertos guiados por su nuevo líder Ajax Muuk'náal, ahí estaba el sin agachar su cabeza, ni mucho menos dejar a su pueblo atrás, estaba llevándolos a un lugar más seguro.
El camino estaba tenso, el aire abrumaba a los heridos fue algo sorpresivo, nunca esperaron un ataque así ni mucho menos de demonios infernales. En la cabeza del joven Ajax no cabía temor alguno sobre esas horribles bestias provenientes de la oscuridad, pero si lloraba en su interior ya que su padre Wayak había fallecido, su última petición era ir a hacia donde las dríadas para averiguar sobre un tal amuleto; sin embargo, el joven no entendía la importancia de ese dicho objeto.
―Ajax, cuanto falta para llegar, los ancianos ya no aguantan y los niños ya tienen hambre ―dijo su compañero de armas.
―Barkel, no te preocupes esta noche, acamparemos aquí ―le dijo Ajax.
―Que esperamos aquí y adónde vamos, volvamos y matémoslo a todos ―gritó una voz de las filas del fondo.
― ¡Guarden silencio! Creen que esto es grato para mí ―les respondió Ajax.
‹‹Mi padre murió peleando, sus hijos también murieron peleando, sus esposas y sus hombres también lo hicieron, los enfermos y los débiles mancharon su sangre en el suelo por defenderse, y me piden que me devuelva para seguir derramando más sangre. La última petición de mi padre es que nos dirijamos a donde las ninfas y luego de eso buscaremos nuestra venganza y les juro que ningún demonio u otra criatura nos amenazará, ¡Lobos génicos hoy descansaremos, pero mañana nos vengaremos!››
Todos gritaron aumentando el ánimo, llenaron su aura de honor y gloria, se sentía en el aire la valentía de esos guerreros. La noche acobijó el bosque, todos comían y los heridos dormían, sentados en círculos los ancianos del consejo de la tribu murmuraban.
―Vamos a dejar nuestro futuro en manos de un joven inexperto ―comentó uno.
―Es cierto, lo vimos en la aldea, prefirió huir como cobarde ―dijo otro.
―Partrol y Cukol, ya basta estamos buscando soluciones.
―Es verdad, Udelto pero no podemos olvidar eso y ya, si en verdad queremos un destino mejor ―le respondió Partrol.
―Solo míralo, está ahí en esa maldita pendiente, con quien habla, con nadie... el tipo ya se está volviendo loco ―les dijo Cukol a todos mientras se levantaba y se iba.
El joven Ajax, no estaba loco ni mucho menos habla con nadie, trata de comunicarse con sus dioses, sus antiguos dioses esos que, en tiempos del inicio de la humanidad, no abandonaban a sus fieles, pero recordó que ya no tienen dioses, Lupus vive en la oscuridad y la constelación está destruida, tal vez, esa sea la razón de sus miserias.
Apagó la fogata, dejó que la luz de la luna sea la que lo ilumine, se quitó la ropa, y se desnudó ante los ojos de la oscuridad, metió paso a paso cada parte de su cuerpo, en ese rio que estaba cerca de él. El trance comenzaba, sus ojos parpadeaban y se trasmutaban blancos y pálidos muy pálidos, el sofoqué le hacía zangolotear el agua, para luego calmarse y dormir en sueño profundo.
Las cadenas le amarraban de pies y manos, sostenido en una gran cueva dorada y con espejos llenos de estrellas en su interior, las luces se apagaron de pronto.
―Tu ―una voz gruesa resonó en todo el lugar.
― ¿Quién eres? Muéstrate ―le dijo Ajax.
―Tu, tienes algo que me pertenece, algo que se me fue robado ―volvió esa misma voz sin decirle quien es ni mostrarse.
―Yo no te tengo nada, he perdido mucho para tener algo ―le gritó Ajax.
―Así tratas a tu dios, lobo génico.
―Lupus, eres tú, implore de ti y no respondiste, mi tribu sufrió pérdidas por esos malditos demonios, ¡donde estabas! ―exclamó Ajax.
―Lo que una vez iba a ser mi paraíso se volvió mi prisión, me traicionaron y perdí todo, debes ir donde las dríadas ellas te guiarán, no dejes que los demonios se apoderen del amuleto.
―No entiendo nada, dime más ―replicó Ajax.
― ¡Ve donde las dríadas! ―le respondió lupus mientras su voz perdía fuerza.
La luz del amanecer acarició su cara, se alistó y ordenó a sus hombres prepararse para marchar hacia donde las dríadas, caminaron toda la tarde y siguieron caminando todo el día y también el día siguiente, acamparon y ya los murmullos comenzaban a tener fuerzas en contra de Ajax, la tribu no sabía qué hacer, pero el joven tenía un objetivo claro.
A lo largo, se divisaban los prados de las ninfas, guiados por el rio más largo de Katroiva, si, ese es el rio Natkali, en honor a la diosa del mar y los ríos. En antiguas escrituras ella fue la amante del dios Lupus, tuvieron hijos y a ellos se les llamaron Mareas, Terremotos y el último se le llamo Huracán. Estos hijos se sintieron abandonados sin el amor de sus padres y enojados comenzaron a destruir todo el continente hasta que lupus los encerró al suroeste de Katroiva, lo que actualmente se le conoce como el mar de los muertos, todo aquel que pase no logra sobrevivir a dichas turbulencias, mareas y maremotos, "Es un infierno ahí"
―Muy pronto estaremos en territorio de las ninfas, sé que en los últimos años hubo diferencias con ellas ―les dijo Ajax mientras marchaban montados en sus bestias.