¡Ahí me encontraba, amarrado y caminando con miles de malditos duendes hacia una isla repletas de esas fastidiosas criaturas, el lugar era horrible con cientos de escaleras y cuevas, fogatas por todos lados y almacenes llenos de tesoros, también había hechiceros duendes como artistas cantando desentonadas canciones! Al entrar la multitud nos lanzaba de todo, era una maldita mini sociedad sin orden!
Así es como comienza mi maldito día...
―Caminen asquerosos.
―Maldito duende, cuando me suelte te ahorcare ―Darlo se enojó cada vez más con ese duende color rojo, al insultarlos de esa forma.
―Atención, ante su majestad el rey de todos los duendes, el gran Quergoli ―el duende rojo se subió a una mesa llena de comida podrida para dar el anuncio de la captura de los forasteros.
Con un tamaño de tres metros Caminaba con una corona de hierro y huesos en su calva cabeza con dos cuernos, orejas largas y puntiagudas, la piel toda arrugada con verrugas, y sus dientes negros y llenos de gusanos, su piel pálida se manchaba con grandes cicatrices de batallas, su barriga le llegaba hasta el suelo arrastrándola como bolsas de papas.
―Mi querido Redgoblin, veo que traes algo grato para mí ―le dijo Quergoli.
―Mi señor, los encontré en la fortaleza los ingenuos cayeron en la trampa ―respondió el duende rojo.
―Díganme algo ―preguntó el gran duende.
―No te diremos nada ―dijo Welno.
―Ah no, y si te saco los ojos, luego te despellejo y te arranco las malditas viseras de tu cuerpo mientras respiras, así no me dirás nada ―se le acercó rápido Quergoli sonriéndole y gritándole en la cara de Welno.
―Puedes ser más educado, deja de tirarme saliva maldito deforme ―le gritó Welno.
Al decirle eso, se enfureció tanto el rey de los duendes que ordenó a sus carroñeros que devoraran a welno, pero los interrumpe Ajax.
―Espera rey, creo que empezamos mal ―explicó Ajax.
―¿Y tú eres? ―preguntó Quergoli.
―Soy el líder de la tribu de los Lobos, Ajax y te ofrezco un trato.
―Que me puedes ofrecer asqueroso lobo ―se sentó el rey en su trono mientras se rascaba las bolas, tan degenerado se arrancaba las garrapatas pegadas en su trasero para luego comérselas.
―!Tesoro¡―dijo Ajax.
El duende grande se carcajeo, hasta botó un balde de cerveza, y golpeo a unos duendes de la risa, para luego enfurecerse tanto, gritar, escupir y actuar como un niño haciendo un berrinche.
―Comunidad de duendes, el rey Ajax, me ofrece tesoro ―gritó tan fuerte Quergoli que hasta el más sordo escucharía.
La ninfa voltea a ver Ajax, para darle una pista de como escapar, pero necesita tiempo.
―Ajax, distráelo ―le susurró Minerva.
―Está bien, pero lo que vallas hacer, hazlo bien ―le respondió a Minerva.
El gran duende comenzaba a enojarse cada vez más, se alistaba para sacar una espada de huesos tan filuda como una de plata, Los pequeños duendes sostuvieron a Welno, Darlo y Ajax mientras Minerva busca la manera de soltarse de la soga.
—¿Y el mago dónde está? sabía que nos traicionaría —titubeo Darlo, al saber que iba a hacer decapitado.
—Y lo útil que nos sería un mago ahorita —planteó Welno riéndose.
El gran duende se acercaba con gran prisa hacia donde ellos, sus ojos estaban ya rojos de tanta cólera que tenía.
—¡Espera! —le gritó Ajax.
—Que deseas maldito perro —le tiró una gran cantidad de saliva verdosa y llena de pedazos de comida en la cara el gran Quergoli.
—Podemos darte poder, tengo un amuleto —le explicó él.
—Que me puede dar el líder de la tribu de los Lobos, la misma sangre que en la batalla de los trasgos mataron a mi padre —gritó el gran duende.
—¡Puedes ser mi aliado o puedes morir! —comentó Ajax.
—Aliado, nunca seré aliado de malditos lobos como tú, si no has notado tu estas amarrado y yo tengo esta espada de huesos —le manifestó Quergoli.
Levantó su espada y con toda su fuerza la direccionó hacia el líder de la tribu lobo génica, su amuleto brilló, haciendo explotar una luz tan cegadora en toda la cueva, el gran Quergoli de tanta luz que recibió cayó al suelo gritando.
—Ah, mis ojos, mis ojos maten a ese asqueroso lobo —era tanto el dolor que sus ojos sangraban—. Que esperan duendes inútiles, mátenlos.
Pero como estrella fugaz, la luz del amuleto desapareció, los duendes agarraron sus armas preparados para matarlos.
—Miren allá —gritó redgoblin—. Lobos, maten a los lobos.
Los lobos de Welno, Darlo y Ajax lo siguieron hasta llegar a la isla, el lobo blanco de Ajax saltaba de un lugar a otro, arrancando cabezas y matando, el lobo gris de welno se subió en el cuello del ogro hasta morderle gran parte, esta bestia se desangró de la gran mordida del lobo.
Welno se soltó y ayudo a darlo soltarse, Minerva libera a Ajax, y todos agarraron sus espadas, estaban arrasando con los duendes hasta el punto de que la mayoría de ellos estaban escapando, el enano rojo, Redgoblin escapó de la cueva en una puerta secreta.