El ángel de la muerte

Capítulo 39: Te escojo

—Lo encontramos ayudando a unos humanos—informa el demonio que lo sostiene. 

Su rostro está golpeando, su ropa manchada de rojo, apenas puede abrir los ojos, y un chorro de sangre resbala por sus labios.

Avanzo un paso hacia Julian para auxiliarlo, las manos de Adam me mantienen en mi lugar pegándome a él. Las orbes de Julian se desplazan entre ambos juntos, entendiendo lo que está pasando.

—Esto es mejor de lo que imagine—me susurra Adam, me da un beso detrás de mí oreja. Voltea a ver a Julian con desagrado.—Llévenlo con los demás, y asegúrense de amarrarlo bien.

Los demonios acatan sus órdenes arrastrando a Julian lejos de mí. No puedo dejarlo ir, no así, no con ellos.

—¿En que estábamos?

Intenta besarme, me alejo de nuevo mirándolo con esos ojos que sé lo idiotizan.

—Tengo que irme.

—¿Qué? ¿Porqué?—gruñe fastidiando.

—Mi trabajo no a terminado, como bien sabes tengo almas que reclamar.

—Esta bien, pero te quiero de regreso en cuanto termines, no mejor aún, te quiero esta noche en mi cama.

Pasa sus manos por mi cuerpo, viéndome con deseo.

—Te veo pronto.

Me despido con un rápido beso para mantenerlo calmado. Camino rápido hacia donde vi que se llevaban a mi ángel. Utilizo todo mi poder para captar la energía de Julian.

No tardo en encontrarlo aún siendo arrastrado por los demonios. Me mantengo oculta en mi lugar, hago que ellos se retuerzan de dolor liberándolo. No espera a que se recompongan para atacarlos y dejarlos inconscientes en el suelo.

Gira la cabeza para todas partes buscándome, no quiero acercarme, temo lo que pasará si lo hago.

—Se que estas aquí—asegura moviéndose con torpeza, aún no se recupera de todos los golpes.—Evelyn.

Salgo de mi escondite con la mirada en el suelo.

—¿Por eso no querías que estuviéramos juntos? ¿Para qué yo no te viera besarte con él?

Esta molesto, su mandíbula esta tensa, aprieta los puños conteniendo el enojo. 

—No, no esperaba verlo, él me encontró a mí.

—Están juntos—no es una pregunta.

—En el infierno, sí, estábamos juntos.

—Para él siguen estando juntos.

Lo miro acercándome a él, tocando su lastimado brazo para sanar sus heridas como él hizo conmigo.

—Adam es alguien a quien quiero, estuvo ahí cuando más sola me sentí, siempre ha estado ahí para motivarme, le tengo un profundo aprecio y cariño.

Sus ojos se cristalizan suplicandome que no continúe, lo hago ignorandolo.

—Pero él no me reta, ni me impulsa a ser mejor, no despierta en mi todas esas sensaciones que solo tú logras hacer, no puedo amarlo porque solo tu tienes mi corazón, te amo solo a ti gusano.

Se inclina acariciando mis labios con los suyos, alzo los brazos alrededor de su cuello acariciando su sedoso cabello, absorbiendo tanto de él como puedo. Apoya su frente en la mía, aún con los ojos cerrados.

—Vamonos.

Sostiene mi mano para continuar nuestro camino, me mantengo en mi lugar deteniendolo. Frunce el ceño confundido.

—No puedo ir contigo—se endereza en su lugar, preparándose para la discusión ambos sabemos que tendremos.—Te ayude para que pudieras salir de aquí con vida, no para escapar contigo.

Lo miro a los ojos con dificultad.

—No puedes quedarte.

—No puedo irme.

Me mira con advertencia.

—Tengo que quedarme y evitar que suba a Lucifer...

—No.

—Necesito que tu y los demás ayuden a los humanos...

—No—repite acercándose a mí.

—Busquen las puertas del infierno y cuando lo hagan regresare a Adam al infierno y todo esto terminará.

—No me voy a ir sin ti—se apodera de mis labios, sus brazos me envuelven sin intenciones de dejarme ir.

—Tengo que hacer esto, es lo menos que puedo hacer por todo el daño que he causado.

—Lo menos que puedes hacer es venir conmigo, podemos resolver esto juntos—contesta frustrado.

No puedo irme, Adam me buscará y no sé rendirá hasta dar conmigo, y no puedo permitir que alguien lo lastimé o corro riesgo de que Morningstar suba a la tierra.

—Te amo, nunca dudes de eso.

Acaricio su mejilla con amor, beso sus dulces labios antes de hacer que quede inconsciente en mis brazos. Lo sostengo con fuerza apareciendo en un abrir de ojos en la playa. Lo dejo en la arena con cuidado, asegurándome de que todas sus heridas hayan sanado por completo, me inlico hasta él despidiéndome.

La idea de borrar mi existencia de su memoria cruza mi mente, estoy segura que al despertar ira por mi, se enfrentará a Adam sin importarle su propia vida, y yo necesito que se mantenga alejado, fuera de peligro, vivo.

Toco su frente apartando su cabello del su rostro. Lágrimas resbalan por mis mejillas, todos los momentos que pasamos juntos invaden mi cabeza como la cinta de una película, ambos en la arena peleando, todas esas veces que chocamos, nuestra primera cita, nuestro primer beso, nuestra pelea, nuestra reconciliación en su cocina sucia con los restos de harina y huevo. Su sonrisa blanca, grande y hermosa, sus ojos grises con destellos azules, claros y brillantes, su pasión por las cosas que hace, pero sobre todo la devoción y el amor que me transmite siempre que estoy con él.

Aparto mi mano con un nudo en el estomago.

Es por su bien.

Lo estás protegiendo.

Por primera vez no estoy siendo egoista, esta vez estoy penando en él primero, es su bienestar, en su vida. 

Lo observo dormir con en ceño fruncido, como si estuviera molesto por algo. Lo beso queriendo que transmitirle todo el amor que puedo, queriendo que sean mis labios lo último que bese.

—Te veo pronto mi hermoso ángel—sollozo.

Lo observo con detenimiento guardado a fuego vivo su imagen en mi memoria, no me despego de él hasta que veo su mano moverse, con pesar, salto lejos de aquí antes de que despierte por completo.




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