El viaje fue más largo y agotador de lo que esperaba. La madera del muelle cruje bajo nuestros pies en cuanto aterrizamos, las olas del mar hacen que los botes se golpeen los unos a los otros, el sol comienza a ocultarse permitiendo que la oscuridad de la noche inunde el lugar.
—Estamos aquí—escucho a Archer susurrar inhalando por primera vez el aire de la tierra.
El lugar entero huele a una extraña mezcla de pescado con agua salada, la humedad y el calor penetra mi piel en segundos, sentir de nuevo el aire correr por mi cuerpo es algo que extrañaba. Los demás al igual que yo pasan la mirada por todo el lugar analizándolo.
—Estamos aquí—repito emocionada.
Doy un paso adelante incitando a los demás a seguirme. Nos alejamos del muelle para llegar a la orilla del mar, la tierra de este lugar se siente cálida bajo mis pies, se escabulle entre mis dedos con cada paso que doy. La sensación de pisar tierra suave me desconcierta por un instante, pero rápido es reemplazado por una gran satisfacción. Volteo a ver a los demás detrás de mí, hacen muecas de asco y confusión, no tenemos este tipo de tierra en el infierno por lo que entiendo su comportamiento. Contengo la risa al ver cómo tratan de seguirme el paso, parecen bebés que apenas están aprendiendo a caminar.
—¡No vayas tan rápido, Eve!—grita Travon frustrado por no poder ir más rápido.
—¡Camina tortuga!—avanzando más rápido para fastidiarlo.
—¿Tortuga? ¿Qué demonios es eso?—lo ignoro dejándolo atrás.
Mis alas, al igual que mis pisadas, dejan un rastro en la arena. Recorro nuestra ruta hasta el refugio ya que yo soy la única que sabe dónde está. Ese refugio será nuestro hogar por el momento o hasta que Adam me diga lo contrario.
Recuerdo como si fuera ayer cuando me mandó a llamar a su oficina. Fue un día como cualquier otro en el infierno, ayudaba a orientar a los demonios más rebeldes a obedecer órdenes. Algunos son demasiado fuertes para muchos demonios entrenadores, pero ninguno lo suficientemente fuerte para mí.
Acababa de terminar con ellos cuando un perro guardián de Adam me dijo que quería verme. Desde que puse un pie en la habitación pude notar lo ansioso que estaba, lo veía en sus ojos y en la manera en que se movía por todo el lugar.
—Me dijeron que querías verme—dije llamando su atención. Con un solo movimiento de cabeza ordenó al demonio cerrar la puerta para darnos privacidad.
—Tenemos una oportunidad—respondió con emoción.
—¿Una oportunidad para qué?
—Para subir. Lo convencí, Evelyn. Convencí a mi padre para que nos dejara subir a la tierra. Tenemos la oportunidad que tanto hemos estado planeando.
Subir. Regresaría a la tierra, después de años de vivir en el infierno.
—¿Cuándo?
—En tres días. Tú y un grupo de tu elección subirán para preparar todo para nuestra llegada—se acercó a mí para tomarme de los hombros y buscar mi mirada.—¿Qué dices?
—¿Qué qué digo? —asintió esperando mi respuesta. —Que no puedo esperar.
Al principio todo comenzó como una idea, una muy interesante, pero imposible idea. Ahora está al alcance de nuestras manos. Ahora está en frente de mí.
—¿Cuánto falta? —Pam se queja regresándome a la realidad.
En menos de lo que esperaba nuestro refugio aparece, como si estuviera esperando nuestra llegada. La casa ha estado abandonada desde hace siglos, lo cual lo convierte en el mejor lugar para escondernos.
—Hemos llegado—anuncio.
No espero por ellos, subo las escaleras del pórtico pasando por la puerta ya abierta y rota. Las ventanas están hechas pedazos, vidrios rotos adornan el suelo de la casa, polvo cubre los muebles al igual que unas sábanas blancas, las telarañas decorando el lugar le dan un aspecto aún más tenebroso y misterioso. La madera cruje bajo mis pies conforme me adentro.
—Esto es perfecto—Travon se para a mi lado observando la casa de arriba abajo.
Los demás no tardan en entrar al igual que él. Stephan se aleja hasta los cuartos, asegurándose que no haya ningún infiltrado indeseado. Travon cómo el tonto demonio que es, quita la sábana que cubre el sofá, lanzando partículas de polvo por todas partes hasta mi garganta, provocando que tosa incontrolablemente.
—¡Tonto! ¿No pudiste ser más sutil?—se queja Pam moviendo la mano en el aire, luchando inútilmente por apartar el polvo que se acerca a ella.
—Escucha reina de las quejas, estoy agotado y quiero descansar, así que vete, tu presencia me está arruinando mi deseado descanso—salta al sofá ignorando la mirada asesina de Pam, soltando más polvo por el lugar. Travon se recuesta con un brazo debajo de su cabeza, cierra los ojos preparado para dormir.
—Escucha mecha de trapo viejo, no sé quién te crees que eres para hablarme así...—Pam lo apunta con su dedo en forma de amenaza.
Aquí vamos de nuevo con otra discusión entre ellos.
Ignoro a esos queriendo un descanso también, cargar con estos cuatro demonios hasta aquí terminó por consumir todas mis energías. Subo las escaleras buscando una habitación en la que pueda quedar inconsciente unos minutos sin nadie que me moleste. Abro una puerta encontrando una cama cubierta por más sábanas y polvo, no me molesto en mover nada, me dejo caer en el colchón mirando el techo de la habitación, cierro los ojos relajando mis alas.
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Editado: 12.09.2025