El ángel de la muerte [ °en Físico°]

Capítulo 2: Esto será divertido

Lo escucho avanzar detrás de mí cuidando mi espalda. Tuvimos que cubrir nuestras alas para lucir más como los humanos y esconder nuestra verdadera identidad. No porque temamos que ellos nos descubran, son débiles de mente y fáciles de manipular. Sino por los ángeles, ellos están en todas partes. No podemos permitir que nos encuentren y nos maten, o no volveremos a tener esta oportunidad de subir, al menos no después de otros cientos de años.

Nos paramos del otro lado del estacionamiento cuando al fin llegamos a la escuela, algunos alumnos entran a clases apurados, otros conversan entre ellos riendo de lo que sea que se están diciendo. Al instante me doy cuenta de todas las cosas que han cambiado desde la última vez que habité la tierra. Los autos, las casas, las calles. Casi nada se parece a lo que yo recordaba, y ya ni hablar de la ropa que tengo que ponerme para poder mezclarme entre los mortales.

—Esto va a ser divertido—menciona Archer a mi lado llamando mi atención.

Los alumnos entran a las instalaciones al sonido de un timbre. No llevamos ni un día aquí y ya puedo sentir un cambio significativo en ellos, es imposible negar las miradas que le dedican a Archer, su actitud estúpidamente normal, es atractivo hasta para las mujeres que hay en el infierno.

—Creo que lo de mantener un perfil bajo va a ser más difícil de lo que pensabas—susurra en mi oído para que solo yo pueda oírlo.

Un hombre se para frente a nosotros interrumpiendo nuestro paso, el humano es un poco chaparro y regordete, tiene puesto unos lentes de círculos pequeños que se le resbalan por la nariz.

—Me imagino ustedes son los hermanos Harrison, mi nombre es Hudson, soy el director de esta institución—levanta la mano en forma de saludo hacia Archer. La mira antes de apretarla con fuerza como le enseñé.

Como Archer nunca había estado o escuchado de las costumbres de aquí tuve que enseñarle todo lo que recordaba de este lugar antes de venir. Fue una mañana caótica la que tuvimos.

¡No tan fuerte!—gritó Pam alejando su mano de Archer—Casi me rompes la mano. ¡Oh, por todos los demonios! Creo que se me está hinchado.

Stephan se acercó para inspeccionar la mano de su novia. Ignoré los llantos falsos de Pam continuando con la demostración.

Intentalo otra vez, pero no aprietes su mano con fuerza, solo sostenla—le indique sosteniendo la mano de la ridícula de Pam para demostrarle cómo hacerlo.

Esto es tan incómodo—se quejó Archer.

Para mi es divertido—Travon no perdió la oportunidad de burlarse de él.

Espera tu turno y verás que tan divertido puede ser—le advertí.

Archer apretó la mano de nuestra reina de quejas con delicadeza.

Bien. Ya estás listo.

¿En serio tengo que usar esto?—se quejó mirando la ropa que llevaba puesta. Una camisa blanca con un chaleco negro que tarde en conseguir, sus pantalones un poco apretados para su gusto, los zapatos combinan con el chaleco a la perfección, me auto di una palmada mental en la espalda por lo bien que lo hice.—Parezco un maldito pingüino.

Uno muy guapo—Pam guiñó un ojo a su dirección, Stephan la pego a él celoso como siempre. Archer rodó los ojos cansado.

Lo miro de reojo a mi lado. Creo que tiene razón, si parece un pingüino vestido así.

—En efecto somos nosotros—contesta mi supuesto hermano con una sonrisa forzada.—Y ella es mi hermana, Evelyn.

—Por supuesto, tú hermana—el hombre me estira la mano a mí, la aprieto al igual que Archer.—Su horario está en la oficina con mi secretaria—Apunta por el pasillo indicándome el camino a oficina.—Ahora, por favor señor Harrison, acompáñeme a la sala de maestros. Tenemos mucho que discutir.

Archer me mira antes de seguir a Hudson. Ambos se alejan por el pasillo hasta que los alumnos me hacen imposible verlo. Giro sobre mis talones para ir a la dichosa oficina. Sin esperarlo alguien tropieza conmigo haciéndome trastabillar hacia atrás, logro estabilizarme lo suficiente para no caer al suelo. Unas hojas vuelan por el aire cayendo a mi alrededor. Veo al chico arrodillarse en el piso para recoger el desastre que provocó.

—Lo siento, no te ví.

—Claramente—no oculto la molestia en mi voz.

Su largo cabello gris cubre gran parte de su rostro impidiendo que lo pueda ver bien. Noto como sus ojos me recorren mientras se levanta del suelo. Espero que diga algo o que se mueva para poder pasar, pero se queda estático como una estatua en su lugar, con un gran puño de hojas dobladas en sus brazos.

—Sabes que existe algo llamado cartapacios, deberías usar uno—le aconsejo moviéndome ya que no creo él tenga intenciones de hacerlo pronto. Estoy acostumbrada a que me miren de esa forma, después de todo sigo siendo un ángel caído. Lo que me molesta es que me estorbe y no me deje avanzar.

Logro encontrar la dicha oficina. Abro la puerta encontrando a una señora sentada detrás del escritorio. Tiene la mirada perdida entre el montón de papeles que tiene en sus manos. Lee todo con desesperada lentitud. Finjo toser para que así note mi presencia.

—Lo siento niña, no te vi llegar.




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